Una de las principales empresas del sector aeroespacial se lanza a la aventura marciana: Lockheed Martin planea llevar a humanos al planeta rojo en 2028. Pero, en vez de llevarlos directamente a la superficie, cuentan con poner en órbita alrededor de Marte una nave que tendría funciones análogas a las de la Estación Espacial Internacional (ISS).
La idea supone el esfuerzo más reciente para concebir una misión a Marte factible y rentable para la NASA, que sigue avanzando en la iniciativa de viaje espacial.
“Estamos presentando un posible escenario”, afirmó durante el anuncio Wanda Sigur, vicepresidenta de Lockheed Martin y directora general de proyectos espaciales civiles. Admite que no es lo mismo que poner un pie en Marte, pero que aprovecha muchos de los componentes que se están diseñando para llevar seres humanos a otros planetas.
Los planes de la empresa, que se presentan en un vídeo muy elocuente, se apoyan mucho en proyectos de materiales que la NASA ya tiene en marcha, sobre todo en el del módulo de tripulación para espacio profundo Orion que Lockheed Martin está fabricando para la agencia espacial.
Conforme a esta propuesta, en 2026 la NASA pondrá en órbita alrededor de Marte una estructura compuesta por módulos no habitados y paneles solares. Los viajeros humanos atracarán en este puesto de avanzada dos años después para crear lo que la empresa ha dado en llamar el Campamento Base de Marte, un laboratorio con soporte vital para seis astronautas que serviría de punto de partida para futuras misiones.
Audaz pero poco preciso
Como muchas de las ideas que se han planteado para llevar seres humanos a Marte, este último plan es arriesgado y requiere una ejecución impecable de los primeros esbozos de misiones del módulo Orion, por no hablar de un apoyo político y unos avances técnicos importantes.
“Tienen mi admiración por su audacia —afirma Scott Hubbard, director del Centro de Excelencia para el Transporte Comercial Espacial de la Universidad de Stanford—. Tendrán que salir muchísimas cosas bien”.
Y no es la primera propuesta de misión para establecer un puesto de avanzadilla en Marte con un calendario ajustado.
“Un calendario a doce años vista no es nada nuevo —comenta David Portree, documentalista del Centro de Astrogeología del Servicio Geológico de los Estados Unidos y autor de Humanos a Marte—. En 1963, los ingenieros de la NASA estudiaron si se podría aterrizar en Marte en 1971”.
Y, en 2015, la ONG Sociedad Planetaria estableció en un taller un plan similar que se basaba en un estudio del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) concebido para poner humanos en órbita alrededor de Marte, y tal vez hacer algunas visitas a Fobos y Deimos, las lunas de Marte, en 2033.
Hubbard fue uno de los codirectores del taller de la Sociedad Planetaria y destaca lo difícil que resulta evaluar el plan sin más detalles. “Lo único que veo es que este estupendo vídeo habla de 2028. No puedo conseguir una respuesta definitiva sin conocer sus fundamentos concretos [los de Lockheed Martin]”.
El precalentamiento
En teoría, al menos, la idea de enviar una nave orbital antes de una misión a la superficie sería una especie de precalentamiento marciano para la NASA y ofrecería un tiempo valiosísimo para desarrollar tecnologías de descenso y aterrizaje, como apunta John Logsdon, experto en políticas espaciales de la Universidad George Washington.
“Ofrece la oportunidad de verificar todos los sistemas de navegación, soporte vital, protección antirradiación… todas esas cosas que hacen falta para un viaje de ida y vuelta a Marte, pero sin asumir los riesgos que implica descender a la superficie —afirma Logsdon—. El paralelismo con las misiones Apolo 8 y Apolo 11 es evidente”.
Es más, una estación orbital tripulada permitiría controlar los vehículos exploradores marcianos en tiempo real, lo que podría suponer una enorme ayuda para los científicos, que en estos momentos trabajan con unos tiempos de retardo de hasta 45 minutos. En un laboratorio orbital también se podrían procesar las muestras que se lanzasen con medios robóticos desde la superficie de Marte, lo que ayudaría en las labores de futuros astronautas y permitiría avanzar en la búsqueda de vida marciana, sea pasada o presente.
¿Otra ventaja? Se distribuirían los costes. Aunque no se han publicado detalles concretos, la portavoz de Lockheed Martin, Allison Rakes, afirma que las estimaciones de costes de la empresa se basan en el presupuesto de exploración existente de la NASA, con los correspondientes incrementos anuales de ajuste a inflación.
Lo malo es que esta misión implicaría recortes inevitables. El estudio del JPL también se basa en el presupuesto existente de la NASA, pero exige que la agencia recorte los fondos de la Estación Espacial Internacional hasta 2028, o mejor aún hasta 2024, por un importe de tres mil millones de dólares. “No hay forma de mantener dos programas espaciales principales al mismo tiempo”, afirma Hubbard.