Apiñada en la calle, la militancia se contentó con el saludo de Cristina Kirchner en el final

Salvo por algún tempranero cántico de “Cristina presidenta” o por los aplausos en momentos puntuales del discurso, los militantes que se acercaron a escuchar a la vicepresidenta Cristina Kirchner en el acto que cerró este martes, en Avellaneda, siguieron en silencio sus palabras. Un silencio que se cortó cuando la exmandataria se acercó a saludar, al final del acto y por un instante, a su feligresía, que estalló en cánticos, bombas de humo, bombos y trompetas.

La militancia kirchnerista siguió el discurso apiñada en la calle Barceló, donde los mejor ubicados lograron escuchar y ver los discursos de Cristina, del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, a través de una pantalla gigante que quedó chica para la cantidad de gente que se congregó y la superpoblación de estandartes de agrupaciones que se agolparon en el lugar.

Si bien no pudieron ingresar al polideportivo en el que habló Cristina, no se escucharon quejas de los militantes por esa imposibilidad. Aunque hubo algunas excepciones. “Somos de Merlo, movilizamos 15 micros. No podemos entrar y no hay baños afuera”, se quejaba una mujer ante la prensa que aguardaba detrás de un vallado para dialogar con algún dirigente invitado al acto. La queja se fundaba en la ausencia de baños químicos sobre la calle Barceló.

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A través de ese vallado se escucharon algunos pedidos más de militantes que rogaban por “una pulsera” con la que se identificaba a los autorizados a entrar al polideportivo Diego Armando Maradona, de Villa Corina, que la vicepresidenta inauguró con su discurso.

Más allá de esas quejas puntuales, no hubo reproches entre la militancia de la vicepresidenta. El silencio primó en su discurso, mezclado con comentarios de aprobación ante cada crítica que ella vertía. También fue muy aplaudido Kicillof, con sus reproches contra la Justicia.

La Cámpora estuvo al frente, bien cerca de la pantalla, con banderas de Avellaneda, Quilmes, Lomas de Zamora y Berazategui. Varios de los dirigentes que pasaban por el pasillo de vallas hacia el polideportivo recibían saludos.

Héctor “Negro” Enrique, al llegar al acto; fue homenajeado y le pusieron su nombre a una cancha de futsal en el polideportivo Diego Armando Maradona (Rodrigo Néspolo/)

Una de las más aplaudidas fue la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, referente de La Cámpora. A metros del vallado estaba parte de la militancia quilmeña, incluida una columna del Partido Justicialista que tenía al frente a Marcelo Mallo, creador de Hinchadas Unidas Argentinas (HUA), agrupación que se hizo conocida en el Mundial 2010, por llevar a varias barras bravas a ver el torneo, en Sudáfrica.

A Mendoza también la destacó Cristina, en su discurso. Los militantes de La Cámpora marcaron presencia, además, en el operativo de ingreso, que controlaron enfundados en pecheras de la agrupación, o con la leyenda “Organización”.

La pantalla gigante quedó chica y algunos militantes optaron por seguir el discurso de Cristina desde sus celulares. (Rodrigo Néspolo/)

Cuando el acto comenzó, con un video institucional sobre la gestión deportiva de Ferraresi en Avellaneda, custodios de la vicepresidenta salieron hacia la entrada del polideportivo para ver el lugar en el que Cristina saludaría al final. Se pudo ver, entre ellos, a Diego Carbone. Se colocaron allí grandes reflectores.

La vicepresidenta saludó al final del acto a sus militantes en ese lugar que la custodia había observado. Fue el único momento de contacto directo que tuvo con sus seguidores, que le retribuyeron el gesto con cánticos apoyados por bombos, trompetas y bombas de humo celeste y blanco. Los militantes con las pecheras de “Organización” corrieron para cobijarla allí y cuando se retiró definitivamente.

 

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