Anna Castillo (Barcelona, 1993) es, pese a su juventud, una de las actrices más solidas del panorama español. La descubrimos en ‘El olivo’, película con la que obtuvo un Goya a la actriz revelación en 2017 y, desde entonces, no ha parado de crecer. Ha sido una ‘chica Los Javis’ en el musical y la película ‘La llamada’, por la que fue nominada a otro Goya, igual que con ‘Viaje al cuarto de una madre’. Y lo está por ‘Girasoles silvestres’. En la tele ha participado en ‘Doctor Mateo’, ‘Club Super 3’, ‘Amar es para siempre’, ‘Estoy vivo’, ‘Arde Madrid’... Ahora es Nati, una de las cuatro discapacitadas que comparten piso tutelado en la serie ‘Fácil’, que acaba de estrenar Movistar Plus+.
¿Cómo le llegó este papelazo a sus manos? ¿Porque había trabajado con Anna R. Costa en ‘Arde Madrid’?
Para mí fue super inesperado, porque sabía que Anna iba a hacer la adaptación de ‘Lectura fácil’ y hablé con ella. Pero nunca se planteó actrices como yo: conocida, de mi edad, de mi perfil… Las buscaban más mayores y con algún tipo de discapacidad. Yo le rogaba que me diera aunque fuera un cameo. Y, de repente, me ofrecen uno de los personajes. Me quedé muerta. Fue un proceso de creación intenso. Porque las cuatro actrices teníamos muchas dudas, mucha inseguridad.
Imagino que no sería fácil trabajar con una Natalia Molina tan irreconocible en el papel de Marga…
Hay un punto en que nos metimos en el universo de cuatro chicas y la discapacidad intelectual pasaba a un cuarto plano. Para mí era mucho más interesante conocer a Marga y pensar si había follado con el Kevin, que su discapacidad. Es que ya no la veíamos. Era más encontrar el personaje. Porque, por ejemplo, Nati, habla con un discurso político muy marcado, con agresividad. Buscaba que tuviera sentido la coporalidad, la no expresión pero sí todo lo que dice. Que fuera coherente.
¿Se había leído el libro?
No. Sabía de qué iba y cuando me ofrecieron el papel lo iba a leer. Pero nos dijeron que mejor que me esperara, porque eran universos distintos. Lo hice después.
“Fuimos a ver pisos tutelados para ver cómo era la convivencia, las dinámicas de grupo entre ellas”
¿Hablaron con personas discapacitadas?
Sí, fuimos a ver pisos tutelados para ver cómo era la convivencia, las dinámicas de grupo entre ellas. También trabájamos con un asistente de piso tutelado, que estaba siempre en rodaje asesorándonos. Y yo fui a hacer muchas clases de danza integrada con La Troca, que salen en la serie, para ver cómo conectan las personas discapacitadas a través del arte con cosas muy esenciales. Que es el viaje que hace mi personaje: a través de la danza conecta con la expresión.
Sorprende cómo se mueve. ¿Haber estudiado danza de niña influye?
Sí, pero luego la danza y yo tenemos una relación de cuando salgo de fiesta. Además, la danza integrada es expresión corporal, artística… No tiene nada que ver con las clases de ballet.
¿Y le han servido sus estudios de psicología para entender a los personajes?
Estudié psicología, pero me di cuenta de que a mí me interesa más como usuaria de terapias que ejercer de psicóloga. Siempre intento en la vida, pero sobre todo en la interpretación, ser muy empática. Y en este proyecto era muy importante.
¿Qué discapacidad tiene Nati? ¿Autismo? Porque no se menciona en la serie.
De hecho, no se dice lo que tiene ninguna. Nati tiene una discapacidad sobrevenida a causa de un accidente. Tiene la información y los conocimientos previos, pero de secuela le quedó un bloqueo emocional, de expresión y de gestión emocional. Cuando empecé a trabajar el personaje, pensé en el autismo y buscaba referentes. Pero te dabas cuenta de que Nati es un personaje creado y sujeto a un guion. No tiene una discapacidad igual a otra, porque no hay dos iguales. Lo bonito del arco del personaje de Nati tiene que ver con esa incapacidad emocional, que le crea mucha frustración.
Resulta inquietante ver cómo lo observa todo y no saber cómo reaccionará.
Porque lo entiende todo, siente la injusticia, pero como no sabe manejar las emociones, le sale todo de forma agresiva. Ella conecta con su esencia y su emoción a través del movimiento. Y me parece una metáfora muy bonita, porque todo el mundo puede sentir que el arte le conecta con algo muy propio y ques es una manera de expresar lo más esencial. De hecho, al final se ve cómo con la gente de la danza es más expresiva, pregunta, toma decisiones…
“Una chica que hubiera tenido la discapacidad de Nati no hubiera podido hacer el papel”
Nati es feliz bailando y yendo en moto.
Sí, porque le da el viento, está en movimiento, las cosas pasan rápido….
¿Han recibido alguna crítica por no ser todas discapacitadas?
Es muy importante que haya representación en el audiovisual de personajes con discapacidad. Y la serie se ha hecho para que haya un acercamiento a esas personas. Hay muchísimos actores con discapacidad intelectual que pueden hacer unos grandes personajes, pero una chica que tuviera la discapacidad de Nati no habría podido hacer el papel. Porque hay que seguir un texto, no hay improvisación. Creo que la gente lo ha entenido.
Se muestra una Barcelona espléndida, sobre todo la Barceloneta. Como barcelonesa se debe sentir muy orgullosa.
Sí. Además, mi madre es de la Barceloneta; mis padres se conocieron en La Salle de la Barceloneta…Ha sido muy especial.
Para Anna R. Costa este es su primer proyecto en solitario. Decía que hasta ahora se había sentido discapacitada a la sombra de un hombre. ¿La vio ilusionada?
Sí, claro. Para mí ha sido muy emocionante ver el proceso de Anna, porque yo en ‘Arde Madrid’ me enamoré locamente de ella, de su cabeza, de su sensibilidad, de su arte, de su talento… Y verla crecer y escribir, producir y dirigir la serie ella sola ha sido muy especial. Y lo ha hecho increíble. Nunca he tenido un rodaje igual en cuanto a diversión, complicidad con el equipo, facilidades… Y eso lo marca el director. Anna ha hecho que haya sido el mejor rodaje del mundo.
“Me he mantenido al margen de la polémica, porque admiro mucho a la escritora del libro y a la directora de la serie”
En cambio, a Cristina Morales, la autora de ‘Lectura fácil,’ no le ha gustado la serie. ¿Qué le ha parecido la polémica que han protagonizado?
Me he mantenido al margen porque admiro mucho a Cristina como escritora y a Anna como dramaturga, directora, productora y todo lo que es. Pero son medios y códigos distintos. Las adaptaciones nunca salen como el lector espera, pero es que esto no era adaptación, sino inspiración. La novela son cuatro monólogos que no se pueden llevar a la ficción como querían hacerlo. Con lo que hay muchas tramas, muchos universos creados por Anna. Pero las opiniones son lícitas y si no le ha gustado, no pasa nada.
Encadena proyectos muy interesantes.
‘Girasoles silvestres’ ha sido un reto a nivel emocional, de las cosas más difíciles que he hecho, porque era complicado llevar el peso de la película trabajando la maternidad y temas muy dolorosos. Me siento muy orgullosa. E ‘Historias para no contar’ no tiene nada que ver: es una comedia ligera, dos semanas de rodaje…Fue como unos campamentos de verano: cortitos y divertidos. Ahora ruedo una miniserie con Netflix, ‘Un cuento perfecto’, adaptación de una novela de Elisabet Benavent.