DOHA (Enviado especial).- Si durante la primera etapa de esta Copa del Mundo la expectativa en el Bloque Tres de la Universidad de Qatar estuvo centrada en Lionel Messi, en esta oportunidad la mirada apuntó otra pieza de colección de este grupo: Ángel Di María. Y la realidad es que la aparición del rosarino en el campo de juego representó una señal positiva para sus deseos de ser parte del equipo desde el arranque con Países Bajos, aunque este gran paso no define su participación, por eso Lionel Scaloni no perdió tiempo, porque a tres días del gran cruce de los cuartos de final, ya comenzó con el “juego de las pecheras” una forma de mostrar sin mostrar qué piensa. Por lo general, cuando se permitió repartir asignaciones no resultó determinante para conocer hasta el último detalle de su estrategia. No le gusta mostrar demasiado, y en esta oportunidad sabe que enfrente tiene una leyenda como Louis van Gaal; entonces, mejor no dar demasiados detalles.
Se movieron con naturalidad, no se le advirtió con ningún tipo de molestias a Di María. Quería demostrar que está bien, incluso hasta participó un rato del ensayo táctico. Sin embargo, determinar que en la cabeza de Scaloni eso puede definir una historia es una aventura demasiado riesgosa de asumir. Es que el entrenador de la selección argentina es un verdadero acertijo y ya hasta parece disfrutar de jugar al misterio con eso de tener siempre un futbolista diferente a lo que permite conocer cuando la FIFA otorga 15 minutos para ver las prácticas. Incluso, quienes lo rodean, desde que llegaron aquí, tampoco se animan a ser terminante en cómo piensa definir un equipo ya que a ellos mismos desconcertó con algunas determinaciones.
Lionel Scaloni, acompañado de todo su cuerpo técnico (Aníbal Greco/)
Conocen todos el juego. También los jugadores saben que recibir una pechera, ser parte de uno o dos ensayos tácticos, no indica que el DT los considere para estar desde el arranque. Por eso cuando asignó las pecheras en la primera práctica de la semana en la que pudo hacer movimientos tácticos ofreció interpretes diferentes respecto al plan original ante Australia. Volvió a realizar varios cambios, el auténtico sello de Scaloni.
En medio de la cancha su cuerpo técnico y también el propio entrenador seleccionaron a los jugadores y allí se pudo ver, en realidad dejó ver, que los elegidos fueron: Gonzalo Montiel, Nicolás Otamendi, Cuti Romero, Nicolás Tagliafico, Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Alexis MacAllister, Julián Álvarez, Lionel Messi y Ángel Correa. Como bien dijo Scaloni en varias oportunidades las formas en las que pretende que se expresen sus equipos son importantes para él y también cómo quiere que se dispongan sus equipos.
“El 11 de memoria atrasa”, es una de las frase que suelen decir los integrantes del staff técnico en la intimidad de la Universidad de Qatar, entonces, no es para nada extraño que Scaloni haya dispuesto cuatro cambios respecto del equipo que se enfrentó a Australia: Tagliafico y Montiel, ocuparon los lugares de Marcos Acuña y Nahuel Molina; Leandro Paredes se paró en la mitad de la cancha en reemplazo de Enzo Fernández y Correa estuvo en el puesto que ocupó Papu Gómez, que fue el único que no trabajó con el grupo, lo hizo en kinesiología, ya que se recupera de un esguince de tobillo.
Papu Gómez fue el único que trabajó aparte (Aníbal Greco / Enviado especial/)
Desde que comenzó la competencia, Scaloni tuvo que tomar determinaciones drásticas. En total realizó 10 cambios en esta Copa del Mundo. Tras el primer duelo con Arabia Saudita el entrenador modificó cinco nombres (Gonzalo Montiel, Marcos Acuña, Lisandro Martínez, Guido Rodríguez y Alexis Mac Allister) después para el partido con Polonia realizó otros cuatro (Molina, Romero, Enzo Fernández y Julián Álvarez) y frente a Australia apenas uno (Papu Gómez). Incluso, en esos movimientos, sacó del equipo sin que le tiemble el pulso a Romero, a Paredes y a Lautaro Martínez.
Por eso Scaloni mueve las piezas, sabe que lo miran con atención, que el rival, con Van Gaal a la cabeza, está pendiente de lo que sucede con la selección de la argentina. Apenas unos 470 pasos separa el campo de entrenamiento uno de otro, entonces, el entrenador del conjunto albiceleste, mueve, prueba, juega al misterio. Un escenario que le sienta bien, que le da resultados, que mantiene a todos sus jugadores alertas y que desconcierta a propios y extraños.