Aires bélicos en la Primera Guerra Mundial

Durante la Primera Guerra Mundial, tropas francesas preparan un globo aerostático de observación Caquot para su despegue, probablemente inflándolo con hidrógeno. Una de las aletas estabilizadoras de la aeronave, deshinchada, cuelga sobre un flanco.

Este tipo de globos no surcaban el cielo, sino que se sujetaban a tierra y, desde el punto de anclaje, podían ascender hasta una altura de 1.200 metros. Bajo el artefacto pendía una cesta de mimbre ocupada por un vigía cuya misión era determinar hacia dónde dirigir el fuego de artillería o informar sobre el enemigo.

La fotografía fue publicada en el número de enero de 1918 de National Geographic, un monográfico sobre la guerra (en la que Estados Unidos había entrado en abril del año anterior) y la aeronáutica, entre cuyos artículos figuraban “Ases del aire”, “Volar en Francia” y “Las águilas italianas de combate y defensa”. En dicho número el capitán Jacques De Sieyes escribía: “La aviación es un juego, un juego increíble, un juego de aventuras, de emociones sin fin, de palpitante excitación, un ejercicio en el que el valor, la osadía, la inventiva, la determinación, la habilidad y la inteligencia conducen al honor en vida o, si así lo dicta el destino, a la gloria tras la muerte”.

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