Elon Musk ha admitido que la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares fue “bastante dolorosa” y que la llevó a cabo por temor a que el juez le forzase a hacerlo. Lo ha hecho en una espontánea y criticada charla abierta con un periodista de la BBC en Spaces, la función de audio de la red social.
Casi seis meses después de adquirir la plataforma, el controvertido empresario ha asegurado que está creciendo y que está en un “punto de equilibrio” financiero. Esa afirmación, no contrastada, podría deberse según Musk a un presunto regreso de los anunciantes. “Casi todos han regresado o dijeron que regresarían”, ha explicado el multimillonario, también al frente de las compañías Tesla y SpaceX. Él mismo dijo que en enero que la compañía se dirigía a la quiebra, tras una caída de los ingresos de unos 4.500 millones de dólares anuales a 3.000 millones.
Musk también ha confirmado el despido de unos 6.000 empleados, el 80% de la plantilla de Twitter. “El nivel de dolor ha sido altísimo, esto no ha sido una fiesta”, ha apuntado. Actualmente, Twitter cuenta con sólo 1.500 trabajadores en todo el mundo.
Ese despido masivo de personal ha contribuido al comportamiento errático de la red social. En las últimas semanas, Twitter ha acumulado quejas por apagones y malas recomendaciones del algoritmo, pero también por un plan económico que está amplificando los mensajes de aquellos usuarios que paguen una suscripción mensual, perjudicando la experiencia de quienes no se han apuntado a Twitter Blue. Aún así, Musk ha apuntado que las cosas van “razonablemente bien”.
Más extremismo y bulos
El recorte de gastos ha llevado a una menor moderación de contenidos. Eso, junto a la posibilidad que todo tipo de usuarios puedan comprar el pin azul de verificación de su cuenta, ha llevado a un aumento de las suplantaciones de identidad, de los discursos de odio y de la desinformación. Aunque varios estudios apuntan en esa dirección, Musk lo ha negado.
La plataforma ha adoptado otros cambios polémicos. Entre ellos, marcar a medios como la BBC con una etiqueta en la que pone como “medio financiado por el Gobierno”, una decisión que ha molestado a la cadena británica, pues cree que se pone en jaque su independencia informativa. Musk también ha ordenado ocultar los tuits que ponen enlaces a la plataforma de boletines Substack, pues esta está creando una función similar a Twitter.
Hace unas semanas, Musk estimó que el valor actual de Twitter es de unos 20.000 millones de dólares, menos de la mitad del precio que pagó en octubre. El empresario ha dicho a la BBC que es su perro Floki quien dirige Twitter. Era en tono irónico.