Los esfuerzos para la recuperación de especies amenazadas, cuando son sostenidos y cuentan con apoyo institucional, dan resultado. El lince ibérico y el quebrantahuesos son solo algunos ejemplos de éxito, pero hay más casos. La Península Ibérica contabiliza actualmente un total de 841 parejas reproductoras de águila imperial, de las que casi la mitad están en Castilla-La Mancha, donde hay 396 parejas de estas rapaces. La especie estuvo a punto de extinguirse en los años 70, cuando sólo quedaban 39 parejas en toda la Península.
El grupo de trabajo del águila imperial ibérica, integrado por representantes de administraciones ambientales de España y Portugal y que cuenta con el asesoramiento de expertos y entidades especializadas, ha presentado los resultados del seguimiento y los trabajos de conservación realizados a favor de una de las especies emblemáticas de la fauna española, y única rapaz endémica de la Península.
Entre 2021 y 2022 se censaron un mínimo de 841 parejas de águila imperial ibérica, 821 en España y 20 estimadas en Portugal, lo que supone un incremento del 53 por ciento de la población de estas rapaces desde 2017, anterior año en el que se recopiló un censo coordinado de ámbito ibérico, en el que figuraron 536 parejas, informa Efe.
La especie se sigue distribuyendo por cinco comunidades autónomas españolas, aunque el número de provincias con presencia de territorios se ha incrementado en este último censo coordinado hasta las 21, ya que a partir de 2018, Granada, Cuenca y Palencia ya albergan parejas reproductoras de la especie.
Distribución por autonomías
Castilla-La Mancha es la comunidad autónoma que acoge mayor número de parejas reproductoras al censarse en 2022 un total de 396 parejas de águila imperial ibérica, lo que supone el 47 por ciento del total existente en España.
Las amplias zonas de esta región que cuentan con hábitats muy favorables para la especie, asociados principalmente al valle del Tajo, el entorno de Sierra Morena y comarca de Campo de Montiel, han permitido un incremento relevante de parejas y, al mismo tiempo, del número de ejemplares dispersantes asentados en territorio castellanomanchego.
Dentro del territorio de la comunidad, la provincia de Toledo se revela como clave para esta especie, al contar con 212 parejas contabilizadas.
También en Andalucía se ha producido un incremento muy importante de parejas, desde las 70 registradas en 2011 a las 136 de 2022, con una notable ampliación del área de asentamiento de la especie que ha alcanzado en los últimos años las sierras Subbéticas y la provincia de Granada.
A su vez, Castilla y León cuenta con 131 parejas en clara tendencia expansiva, principalmente hacia el norte de esta región, en tanto que la Comunidad de Madrid también tiene una elevada densidad de águilas imperiales, alcanzando las 83 parejas en 2022 (en 2008 eran 30), mientras que en Extremadura también aumenta la población, aunque a un ritmo menor, de forma que contabilizada en 2022 un total de 75 parejas.
Por su parte, Portugal informa de un mínimo de 17 parejas en su territorio, estimándose la presencia posible de 20, principalmente distribuidas por la región del Alentejo y en áreas limítrofes con Extremadura.
Sólo 39 parejas en 1974
La población reproductora del águila imperial ibérica ha mostrado una tendencia al alza desde que comenzaron los trabajos de seguimiento y conservación, tras la protección de la especie y su inclusión en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
El primer censo nacional de la especie, realizado en 1974 por Jesús Garzón, contabilizó únicamente 39 parejas.
Sin embargo, 14 años después de ese primer censo ya se superaba el centenar de parejas (104) y la población siguió creciendo, a una tasa promedio del 6 ciento anual, hasta llegar a las 841 parejas de 2022, mientras que en 2023 se prevé actualizar un nuevo censo completo, que permita confirmar la tendencia creciente de la especie.
Los trabajos de adecuación de las características técnicas de los apoyos de líneas eléctricas peligrosas han sido fundamentales para mejorar la supervivencia de la especie, puesto que la electrocción en estas estructurase ha sido, y sigue siendo, el principal factor de mortalidad no natural del águila imperial ibérica.
Otro factor importante de mortalidad no natural ha sido el envenenamiento con cebos tóxicos ilegalmente colocados en el medio natural, de forma que entre 1992 y 2017 se detectaron 195 ejemplares muertos por esta causa.
La aprobación de planes de actuación de ámbito autonómico, así como la inversión en métodos de prevención y persecución del uso ilegal de cebos envenenados, han posibilitado que esta amenaza se haya reducido proporcionalmente en los últimos años.
…..
Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica