¿Qué dirán los hijos de la gestación subrogada cuando crezcan? “Sus padres les preparan y se convierten en militantes”

Cuando la bebé que Ana Obregón se acaba de traer de Miami cumpla dieciocho años, su madre social —el término con el que se define a las mujeres que contratan vientres de alquiler; en este caso, la propia Obregón— tendrá, si sigue viva, 86. ¿Qué pensará de cómo vino al mundo? ¿Querrá conocer a la mujer que la parió? ¿Habrá mantenido contacto con ella durante su infancia? ¿Tendrá un trauma, lo asumirá con normalidad, rechazará la decisión que tomó la actriz o la defenderá a ultranza?

Aunque no son muchos, en España empieza a haber adultos nacidos bajo este método y proyectos de investigación que se hacen las mismas preguntas. Maribel Jociles es catedrática de Antropología y doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Forma parte de un grupo de trabajo específico, con investigadoras de varias universidades españolas, sobre este tema. “Estamos en ello. Es un proyecto que empezamos en septiembre y no es fácil llegar a conclusiones contundentes”, dice a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA del grupo Prensa Ibérica. “Números no hay, porque no hay registro de cuántos niños han podido nacer por este procedimiento en España. Pero estamos localizando a muchos de ellos. La mayoría de los que entrevistamos son pequeños, de seis u ocho años, pero ya hay algunos mayores, de 19, 20 o 21″.

La manera en la que las investigadoras abordan su estudio es la siguiente. “Primero, queremos conocer cómo han asimilado la historia de gestación que les han contado sus padres, que suelen ser parejas heterosexuales o padres homosexuales. Mujeres solas hay poquitas. Luego, saber qué tipo de relación mantienen con la persona que les ha gestado. La mayoría de las veces mantienen el contacto. Cuando no se mantiene el contacto, es difícil anticipar cómo se les va a explicar”, cuenta Jociles. “Trabajamos con cómo se sienten y cómo les afecta en su entorno, en la escuela, con sus amigos y en otros entornos cuando se hacen mayores. De pequeños no lo notan, pero de adolescentes les hacen comentarios raros y sufren: desde ‘tu madre no es tu madre’ hasta ‘te fueron a comprar’. Sus padres les intentan armar con un discurso de resistencia y se terminan convirtiendo en defensores, en militantes, de la gestación subrogada“.

Los que aún son niños, por el contrario, “lo viven de la forma más normal del mundo porque es lo que les han contado toda su vida”. En cualquier caso, insiste la catedrática, todas estas deducciones son aún preliminares. “Es lo que hemos visto hasta ahora, no sé si cuando terminemos el trabajo tendremos que matizar”. Consciente de que es un tema polémico, Jociles (madre adoptiva), recalca que le cuesta posicionarse. “Al final tendré que hacerlo, pero de momento prefiero estar atenta a lo que me dicen los diferentes actores sociales involucrados”.

¿Es gestar un trabajo que pueda ser remunerado?

La gestación subrogada —o los vientres de alquiler, según cómo quiera nombrarse esta práctica— se ha popularizado en los últimos años como alternativa para las parejas que quieren y no pueden tener hijos de forma natural, ya sea por problemas de fertilidad o porque ambos son hombres. Consiste en contratar a una mujer gestante que entrega al bebé al final del embarazo. En muchas ocasiones esta mujer ni siquiera pone el óvulo. En España, la ley de Reproducción Asistida considera los contratos de gestación por sustitución (el término legal que se usa aquí) nulos de pleno derecho, pero una instrucción de la Dirección General de Registros permite registrar a los nacidos por este método en otro país, para evitar que queden en situación de inseguridad jurídica. Estados Unidos y Ucrania son dos de los destinos más populares para el alquiler de vientres en España.

El auge de este método para traer bebés al mundo coincide, apuntan las expertas consultadas, con el declive de las adopciones en nuestro país. “Las familias a las que hemos entrevistado no responden al estereotipo de hiperricos. Hay de todo: desde clase obrera que se endeuda hasta clase media alta”, continúa Jociles. “¿Por qué se meten? Pues hay mujeres que porque no tienen útero. Y decir que tienen disponible la adopción es no conocer el panorama. En 2004 hubo un ‘boom’ de adopciones y después empezó a bajar. Prácticamente todos los países han dejado de dar a sus niños en adopción, empezando por China. Y en España no hay tantos casos”. En 2021, según datos del Observatorio de la Infancia, se adoptaron en nuestro país 675 menores de edad y hubo 1.659 ofrecimientos de adopción.

Eso por un lado. Por otro, según considera la doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona y experta en estrategias reproductivas Beatriz San Román, en España —y en el mundo en general— nos hemos saltado “debates previos” necesarios ante los avances científicos en el área de la reproducción humana.

“Hoy leía la carta de mil expertos pidiendo una moratoria en los avances de la inteligencia artificial. Hago un paralelismo con la gestación subrogada: la ciencia avanza y nos plantea cuestiones éticas que debemos debatir”, expone. “Por ejemplo: ¿en qué condiciones nos parece aceptable que llegue una persona al mundo? Porque la gestación subrogada permite que una persona de 85 años sea madre. ¿Podemos considerar los ‘trabajos de reproducción’ susceptibles de ser remunerados? Porque con los cuidados, socialmente, hemos decidido que sí: que podemos pagar a alguien por la crianza. ¿Hay actividades explotativas per sé o condiciones de explotación? Yo he entrevistado a mujeres que han gestado para terceras personas a las que les parecía más interesante esto que otro tipo de trabajo. No prohibimos a la gente que lleve calzado, aunque sepamos que muchos zapatos se fabrican en condiciones de explotación. Lo que quiero decir es que es un tema muy complejo en el que hay tendencia a tomar posiciones muy fuertes. Creo que tendríamos que estar abiertos a debatir”.

¿Qué opinan los hijos nacidos de óvulos o semen donado?

Las primeras impresiones del grupo de trabajo en el que está Maribel Jociles —se llama “Hijos de Técnicas de Reproducción Asistida y Donaciones”— indican que quienes han tenido a sus hijos por gestación subrogada no lo ocultan. Pese a ser una práctica que genera rechazo y en la que no hay consenso social (no hay datos oficiales sobre qué porcentaje de población está a favor o en contra), no es un tabú para las familias, principalmente porque es muy difícil de ocultar. Si una familia aparece con un bebé recién nacido y no se ha visto a la mujer embarazada antes, la gente se preguntará de dónde ha salido.

“Yo he encontrado algún caso de gente que finge el embarazo con una barriga de mentira, o que ‘desaparece’ en el supuesto séptimo mes de embarazo para poder volver y que no le hagan preguntas, pero es muy residual. Y son casos antiguos”, continúa San Román. Esta situación contrasta con la de los niños nacidos de óvulos o esperma donado. “Eso sí es tabú. Evidentemente, si es una pareja de madres o de padres, la pregunta va a salir y no hay que esperar a que te pregunten para contestar. Pero nuestras investigaciones nos dicen que es un tema secreto que no se cuenta a los niños y niñas”.

Parte del tabú, explican las consultadas, tiene raíces históricas: las primeras donaciones fueron de esperma, en parejas heterosexuales y en los 80. “Una donación de esperma pone en cuestión la masculinidad y virilidad del padre, de ahí que incluso las madres protejan a su marido y no lo cuenten”, explica Jociles.

La Vanguardia publicó esta semana un reportaje sobre personas nacidas por donación de esperma y óvulos que reclaman saber de dónde vienen y piden el fin del anonimato en las donaciones. La investigadora Anna Molas, doctora en Antropología Social por la UAB, realizó su tesis doctoral sobre la industria de la donación de óvulos en España, un asunto que suscita menos debates que la gestación subrogada y que se ha convertido en algo muy distinto a lo que en un principio se pensó.

La donación de óvulos se hace mediante un proceso de hiperestimulación ovárica e implica pasar por el quirófano para extraerlos. Las compensaciones económicas oscilan entre los 800 y 1.000 euros por ciclo. “Yo he entrevistado a mujeres hiperestimuladas que lo han pasado fatal. Algo de altruismo hay, pero si no hubiera compensación no se prestarían a algo tan agresivo”, sugiere Jociles. “Hay estudiantes sin beca a las que los mil euros les vienen muy bien”.

“Si tú lees la ley, la donación está planteada para, en teoría, ser voluntaria. Pero como en otro tipo de donaciones se puede compensar. ¿Qué ha pasado? Que la compensación económica ha subido y lo que no es un incentivo en otros países aquí sí, por el contexto de precariedad”, explica Molas. “Me parece muy importante hablar de esto a la hora de pensar en la subrogación. Son procesos distintos, porque una cosa es la gestación y otra la hormonación. Pero se habla de la posibilidad de legislar la gestación subrogada altruista, sin incentivo. Así se legisló la donación de óvulos y en la práctica ha acabado siendo una cosa distinta”. La mitad de los tratamientos con ovodonación que se hacen en Europa se realizan en España, según El País, lo que convierte a nuestro país en el granero de óvulos del continente.

Donación de óvulos y gestación subrogada

¿Por qué la donación de óvulos y la gestación subrogada no se meten en el mismo saco? ¿Por qué una está tan aceptada en España y la otra no? “Creo que la respuesta está en cómo se han normalizado las donaciones desde los 80”, continúa Molas. “Primero empezaron las donaciones de esperma y poco después de óvulos. Aunque son procesos muy distintos, la de óvulos entró como equivalente de la de esperma, sin considerarse que había diferencias. Y al principio era algo muy pequeño, no se podía prever el ‘boom’ que hubo después”.

El hecho de que las donaciones sean anónimas —una medida que favorece a la industria de la reproducción asistida, consciente de que si terminara el anonimato las donaciones caerían en picado— y el tema sea tabú es lo que, en opinión de esta experta, favorece el trauma de los hijos por donación. “La ocultación familiar es, por definición, traumática. A raíz del reportaje de La Vanguardia han salido cosas interesantes en redes, de gente que dice que un padre es quien te cría. Las peticiones de acabar con el anonimato nos generan incomodidad. Pero la reflexión que tenemos que hacer es: el principal problema no es tanto a quién llaman estas personas padre o no, sino que si algo no se puede saber es porque es importante. Es el propio sistema el que te lo oculta. Podemos entender el contexto de finales de los 70, cuando la infertilidad masculina estaba estigmatizada. ¿Pero a qué nos ayuda ahora mantener este secreto? Las principales interesadas son las clínicas”.

 

Generated by Feedzy