Eduardo Camavinga (30 millones) y Aurélien Tchouaméni (80 millones) han sido dos de las grandes apuestas del Madrid de los últimos tiempos. Los dos están llamados a coger el relevo de Kroos y Modric cuando no estén. El plan de los blancos también incluye el fichaje de Bellingham, que completaría el mediocampo del futuro.
Desde que llegaron los dos ha dejado claro que, por potencial, la inversión por ambos parece justificada. Pero ambos están pasando por el clásico proceso de adaptación a un club grande. Un proceso que incluye momentos de irregularidad como el que está viviendo Tchouaméni desde que regresó del Mundial. El bajón del ex del Mónaco coincide, además, con el buen momento de Camavinga, que se ha convertido en competencia directa para su compatriota. La razón es que este último cada vez juega más minutos como mediocentro, a pesar de que apuntaba a interior.
Ambos jugadores son polivalente y pueden jugar en cualquier posición del mediocampo, pero coincide que tanto en el Madrid como con Francia están teniendo más oportunidades en la base de la jugada.
En el Madrid Camvinga ya ha pasado por delante de Tchouaméni en la rotación de Ancelotti, mientras que con Francia, en este último parón de selecciones, se han repartido las titularidades pero ha recibido más elogios en su país la actuación del ex del Rennes.
Dos realidades distintas
Los contextos de los dos equipos son diferentes. El Madrid juega con un mediocentro claro, mientras que Francia apuesta por una especie de doble pivote, donde Rabiot es un fijo en el once, pero su acompañante va variando.
Ancelotti es consciente de que Tchouaméni no está en su mejor momento, pero está convencido de que mejorará su nivel. El futbolista, de momento, reconoce que está viviendo algo nuevo para él, pero espera darle la vuelta a la situación.
“Puede haber momentos duros en la carrera de un deportista, es la primera vez que me pasa pero sigo aprendiendo. Hay mucha competencia en el Real Madrid y tienes que ser bueno para jugar”, señaló recientemente.