A Gustavo Poyet aún le recuerdan la Recopa de 1995 que ganó el Zaragoza con el mítico gol de Nayim. Han pasado 28 años, pero Poyet mantiene el mismo temperamento uruguayo que definía su fútbol.
Ahora lo transmite en los banquillos al mando de Grecia, pero fue en el Girondins cuando se cruzó con un defensa único. Ahí conoció a un Jules Kounde de 19 años que tenía entre ceja y ceja ser un jugador de élite.
¿Cómo estás viendo la evolución de Kounde en el Barça? ¿Esperabas que jugara tantos partidos de lateral?
Antes de fichar por el Barça ya me preguntaban por su posición. El el Girondins yo lo hacía jugar de central porque tenía de lateral a Sabaly [el defensa del Betis] y la combinación era perfecta. Yo sabía que podía jugar de lateral, pero a mí me gustaban las condiciones de Jules como central. Esta funcionalidad le está viniendo a Xavi de película porque Araujo tiene la misma polivalencia. Entonces, dependiendo del extremo del ariete, puede jugar con uno u otro de lateral y eso es una ventaja extraordinaria. Son dos jugadores que se pueden alternar en dos posiciones dependiendo de las necesidades del partido. Y Jules tiene eso. Lo acepta con naturalidad por un tema físico pero sobre todo por un tema mental. Para explicar a Kounde hay que entender que es muy fuerte mentalmente.
Es algo que transmite en el campo: esa sensación de no estar nunca sobrepasado, de no necesitar ir al límite, de dominar los tiempos de las acciones defensivas….
Sí y eso lo ves rápido como entrenador. Yo lo tuve con 19 años, pero su mentalidad era de un chico de 25 años con 330 partidos en Primera. Está en su naturaleza. Es su carácter, es su forma de ser y eso al entrenador le da una tranquilidad tremenda. ¿Sabes dónde se nota? Después de un error, que los puede cometer, sigue siendo el mismo, lo que te da el doble de tranquilidad como técnico. Cómo te explico… a veces, como entrenador, te llama un colega o un director técnico y te pregunta por algún jugador. Te llama para que les des la información de la persona más que del jugador. El jugador lo puedes ver, lo puedes analizar. Y cuando a mí me llamaron por Kounde, parecía que yo fuera el dueño del club y estuviera haciendo de comercial [sonríe]. No me sorprende que esté en el Barça: ya con 19 años se veía su proyección.
¿Te llamó el Barça preguntando por él?
[Sonríe]. No, no fue el Barça, ya te di una ventaja, ¿viste?
¿Fue Monchi, entonces?
No, es algo privado. Pero me ha pasado mil veces. Mil ejemplos. Yo firmé un lateral izquierdo del Swansea que había jugado para Roberto Martínez. Ok, lo conozco como jugador porque lo veo, pero llamó a Roberto y le pregunto, ¿este qué tal? Y te dice: pa-pa-pa. No es que lo vayas a descartar por lo que te diga, ya estás preparado. En este caso era un fenómeno, pero ¿y si te dice que está un poco loco de la cabeza? Capaz que lo firmas igual, pero ya sabes que vas a tener que manejarlo y esa información es importante, porque solo conoces al jugador, pero no conoces a la persona hasta que lo tienes.
“En las jugadas a balón parado el balón siempre le iba a Jules; tiene el timing de salto de un jugador de baloncesto”
Gustavo Poyet durante su etapa como entrenador del Betis
| EFE
Hay otro aspecto de su juego que llama la atención pero del que se habla menos: su claridad. La sencillez para escoger siempre la mejor opción es muy productiva para el equipo. El menos es más…
Lo has definido perfecto. Uno porque entiende el juego y eso es fundamental, pero lo principal es que la mayoría de veces hace lo simple, y en el fútbol de hoy en día, eso es lo más complicado. La gente quiere hacer todo complicado, ¿me entiendes? No quieren hacerlo simple. Y él hace lo simple muy bien. Si la puede pasar de primeras, la pasa de primeras. No hace cuatro toques para pasarla después a la misma persona. Y lo primero es lo simple pero la gente no quiere soltar la pelota. Dos toques, tres toques ¡diez toques! Y él lo hace natural porque entiende el juego. Con menos hace muchísimo. más.
Una cosa sorprendente es cómo a pesar de su envergadura llega a balones aéreos que parecen imposibles, ¿cómo te lo explicas?
Es verdad que no tiene una gran altura pero fíjate en su explosividad. Tiene una potencia de piernas increíble. Además tiene una ventaja: le gusta mucho el baloncesto, le gusta mucho la NBA. Él tiene la característica del doble ritmo de saltar del jugador de baloncesto. De la potencia de ir a por el balón. Y eso lo tiene desde chico y con su potencia física lo realiza. Es muy potente en el salto. Nosotros trabajábamos situaciones a balón parado… más que tácticamente buscábamos la agresividad de ganar situaciones en área contraria y era impresionante verlo ¡El balón siempre le iba a Jules! Tenía ese timing de salto y esa cosa de los jugadores de baloncesto que no sabes cómo, pero siempre cogen el rebote. También es algo bastante natural pero fortalecido por el baloncesto. Sé que le encanta. Si está en un entrenamiento y ve una canasta, cien por cien que se pone a jugar. No lo puede dejar pasar. si él ve un aro, él tira. Seguro, te lo digo.
Hay distintos tipos de líderes; hay líderes vocales, hay líderes que lo son más desde el ejemplo, ¿cómo es Jules en ese sentido?
Yo lo tuve de muy joven y hay que tenerlo en cuenta. Pero creo que la misma tranquilidad que transmite cuando tiene con el balón, también la tiene fuera del campo. No sé si después de cinco años sigue igual o si tomó ese mando que te da la experiencia. Pero es más un líder a través del ejemplo, de entrenar bien, de cuidarse, que por lo que habla en un vestuario.
Su ambición es otra cosa que siempre destacas; cómo te pedía más trabajo para mejorar individualmente…
Sí. Me pidió que quería entrenar por la tarde, que quería trabajar cosas particulares en la salida del balón. Hicimos una tarde con mi asistente y estuvimos trabajando solos. Él quería eso y es de profesional top.
¿Qué trabajabais especialmente con él?
Nosotros queríamos hacer unas cosas en la salida del balón que en el Barcelona son normales. Que el defensa se sume al mediocampo a crear superioridad. Y él además es algo que hace de forma muy natural. Pero después se te presentan distintas contextos: ya sea el movimiento de un compañero o lo que te pide el entrenador. Y había un movimiento en particular que él la quería trabajar más. Entendía que de todas las opciones había una donde no se veía tan confiado. Entonces hicimos bárbaro, preparamos un calentamiento y empezamos a trabajar esa parte de esa salida cuando llegaba al mediocampo con la pelota controlada y a partir de ahí él vio que podía mejorar con ese trabajo táctico.
¿Cuándo fue la primera vez que oíste el nombres de Jules Kounde?
Mira, a mi me contacta el Girondis un martes que el equipo pierde y se mete en zona de peligro. No en zona de descenso pero muy cerca. Y deciden echar al entrenador. Empiezo a hablar con ellos el miércoles, el jueves viajo y el viernes llegó a Francia y me reúno con el dueño. Y sin estar cerrado el tema, el equipo juega el sábado con un interino en el banquillo. Yo ya había analizado un poco el juego de Jules pero había jugado solo tres partidos. Lo vi en ese partido contra el Nantes, se ganó y estuvo espectacular. Entonces llegó el lunes, primer entrenamiento, lo veo y me digo: ‘este juega’. El martes, después del primer entrenamiento táctico, nos fuimos a casa con mi asistente y nos dijimos: ¿cómo puede tener solo 19 años este pibe?”.