Ahora que la Liga está vista para sentencia y solo es cuestión de esperar a que el Barça la gane de forma matemática, es el momento de constatar que el triunfo se ha cimentado en el descomunal rendimiento defensivo del equipo.
Miren, los números no engañan: Esta temporada, el Barça ha marcado 49 goles y ha encajado 9, mientras que en la misma jornada de la pasada campaña, había transformado 46 y recibido 29. Como ven, prácticamente los mismos goles a favor que solo le daban para ir cuarto en la clasificación, mientras que ahora, con solo tres goles más, es líder destacadísimo con doce puntos de ventaja sobre el Madrid. La clave está en la defensa. ¡20 goles menos en contra! Una barbaridad. Cuando esto ocurre, se personifica el éxito en la figura del portero, en este caso un Ter Stegen excepcional, pero el mérito hay que hacerlo extensivo a todo la defensa, defensa nueva, con Koundé, Christensen y Balde.
DEPENDENCIAS…
Es indiscutible que los refuerzos en la línea defensiva han sido acertados, que Busquets, como mediocentro, también sale reforzado y que al éxito del empeño también ayuda la presión, concentración y equilibrio de todo el equipo. Bravo por Xavi, en este sentido. Pero hay otra lectura que no se puede obviar. La producción goleadora se ha encallado. Solo tres goles más a pesar de contar con Lewandowski. Y no les digo nada si vamos tirando temporadas atrás: 57, 62, 66, 69… Claro que entonces estaba Messi y Leo pulverizaba todas las estadísticas. Messidependencia le llamábamos, y lo era en tanto en cuanto lo más normal es depender del mejor futbolista de todos los tiempos. Por cierto, parecía que esta temporada iba a ser la de la Lewydependencia, pues el polaco marcó trece goles en los doce primeros partidos, pero a partir de ahí solo ha marcado tres dianas, hecho que invita a una reflexión interna. En cualquier caso, algo se ha ganado, siempre es mejor depender del equipo que de un futbolista. La fiabilidad es infinitamente superior, a excepción de cuando se depende, dependía, de Messi, que aquello era una bendita dependencia