Ya contábamos con diversos estudios que sugerían que hacer ejercicio mejora el estado de ánimo y los síntomas de la depresión, como este del año 2020, en el que se señalaba que el ejercicio aeróbico logró reducir los síntomas de depresión mayor en un 55% de los sujetos. O este de 2021 en el que se señalaba que el consumo de frutas y verduras y el ejercicio pueden aumentar los niveles de felicidad.
Sin embargo, la mayoría de estos estudios eran pequeños. Ahora, un metaanálisis (combina y analiza los resultados de varios estudios independientes) que ha analizado datos de 41 estudios que dieron seguimiento a 2264 personas lo ha confirmado: hacer ejercicio ayuda a combatir la depresión.
De hecho, los resultados publicados son “algo mejores” que los tratamientos que se recetan regularmente para la depresión en la actualidad, como medicamentos y terapia de conversación. Tanto es así que el metaanálisis, publicado en British Journal of Sports Medicine, sugiere que el ejercicio debería ser una opción de tratamiento de primera línea contra la depresión.
LA MAYOR EVIDENCIA DISPONIBLE
Los estudios que analizaron los investigadores incluyeron una variedad de diferentes tipos de ejercicio, desde caminar hasta el entrenamiento con pesas, entre otros. Todos ellos ayudaron a mejorar los síntomas, según lo medido por la Escala de Calificación de Depresión de Hamilton y el Inventario de Depresión de Beck, dos pruebas estándar que miden la gravedad de los síntomas depresivos en los pacientes.
Con todo, si bien los investigadores afirmaron que sus descubrimientos constituyen el estudio más amplio realizado hasta el momento sobre el impacto del ejercicio en la depresión y los síntomas depresivos, también señalaron que se requiere de más investigación para considerar el ejercicio como un “tratamiento de primera línea” para la depresión, prescribiéndolo al mismo nivel que la psicoterapia y la medicación, en lugar de ser un tratamiento complementario como se percibe actualmente.
Los científicos, provenientes de instituciones como la Universidad de Potsdam en Alemania, la Universidad de Santa María en Brasil y la Universidad de Manchester en Inglaterra, entre otras, mencionaron que las futuras investigaciones deberían examinar si el ejercicio es efectivo como tratamiento a largo plazo y si podría no ser adecuado para ciertos grupos.
Añadieron que los estudios revisados incluían participantes dispuestos y motivados para realizar ejercicio, excluyendo a aquellos para quienes el ejercicio podría representar un riesgo debido a problemas de salud preexistentes. Además, destacaron que no todos tienen acceso a formas de ejercicio de calidad.