La Tierra formará un nuevo supercontinente

¿Cómo era la Tierra hace millones de años? ¿Había tantos continentes como en la actualidad? Pues en realidad, hace unos 200 millones de años existía un supercontinente llamado Pangea que en un momento dado se dividió creando los actuales continentes que hoy conforman nuestro planeta. En realidad, estas masas de tierra no son inmutables (ya que se desplazan debido a las placas tectónicas, unas placas de corteza que se asientan sobre el manto terrestre) y es muy posible que los actuales continentes acaben formando otro supercontinente dentro de aproximadamente unos 200 millones de años. Los investigadores especulan con que los supercontinentes se forman en ciclos regulares de una vez cada 600 millones de años. Así que como Pangea se formó hace unos 310 millones de años, y se comenzó a separar hace unos 180, los investigadores creen que el siguiente supercontinente se formará dentro de unos 200 o 250 millones de años, es decir, que actualmente nos encontramos en el ecuador del actual ciclo de formación (así que podemos estar tranquilos).

La Tierra se encamina hacia un solo continente

Al parecer, los científicos saben aproximadamente cuándo, pero también se preguntan cómo, se formaría el futuro supercontinente. De hecho, un equipo de investigadores de la Universidad de Lisboa ha planteado cuatro modelos distintos para la formación de supercontinentes, a los que ha dado los siguientes nombres: Novopangea, Pangea Última, Amasia y Aurica. Los dos últimos son los que, según estos modelos, tendrían más posibilidades de formarse. Así, Amasia se formaría si todos los continentes avanzaran hacia el hemisferio norte (la Antártida quedaría sola en el hemisferio sur), y Aurica se formaría alrededor del ecuador y se extendería hacia los hemisferios norte y sur.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Lisboa ha planteado cuatro modelos distintos para la formación de supercontinentes.

Tanto en el caso de la formación de Amasia como en el de Aurica, se produciría un cambio drástico en el clima global. ¿Y cómo sería? Para lograr arrojar luz sobre el tema, el equipo investigador ha llevado a cabo una simulación (en colaboración con el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA) para predecir el clima de este nuevo supercontinente. Entre otras cosas, los investigadores vaticinan que las temperaturas descenderían en picado, provocando una congelación nunca antes vista en nuestro planeta y que al menos se extendería durante los siguientes 100 millones de años. En el caso de Amasia, el modelo planteado pronostica una nueva Edad de Hielo y con ella la desaparición de la biodiversidad que actualmente se halla presente en las zonas tropicales (aunque es posible que pudieran surgir nuevas especies que se adaptaran al clima extremadamente frío de la Tierra). Por otra parte, en el escenario que prevé la formación del supercontinente Aurica, el resultado sería muy diferente. La Tierra absorbería la luz solar de esta zona causando un aumento de las temperaturas, lo que se vería agravado por la ausencia de casquetes polares, que son los encargados de reflejar el calor de la atmósfera terrestre.

Pero ¿tienen claro los expertos qué supercontinente se formará en la Tierra? De hecho, los científicos afirman que tras la ruptura de Pangea hace 175 millones de años, se formó el Anillo de Fuego, una zona de subducción a lo largo del perímetro del océano Pacífico del cual se alimentan todos los volcanes de la Tierra y que es el causante de devastadores terremotos. Durante su creación, Eurasia, el actual megacontinente (una masa de tierra más pequeña que un supercontinente) formado por Europa y Asia, ya se topó con esta peligrosa zona del planeta. Así que a medida que Eurasia se mueva lateralmente a lo largo del Anillo de Fuego, en algún momento chocará con el contiene americano con el que acabará formando un nuevo supercontinente en los próximos 200 a 250 millones de años. Este nuevo supercontinente es el que los científicos han bautizado como Amasia, y ¿dónde estará situado? No existe consenso entre los investigadores, aunque el estudio apuesta por el océano Ártico.

 

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