Los monólogos del asesino de Manzanares grabados por un micrófono oculto en su coche: “Ya no hay escapatoria”

Los guardias civiles los llaman “canarios” porque a veces consiguen que los investigados “canten”. A Antonio Caba, el intermediario de Manzanares (Ciudad Real), encarcelado por matar al empresario Juan Miguel Isla, le colocaron un canario, un micrófono, en el coche que solía usar, un BMW X5.

Caba, que se sabía investigado, tomaba muchas precauciones y no hablaba casi por teléfono móvil. Pero cuando se quedaba solo, al volante del coche, pensaba en voz alta. Esos “soliloquios“, como los define la Guardia Civil en el sumario del caso al que ha tenido acceso CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, sirvieron para encontrar el cadáver del empresario desaparecido, tirado en un pozo de una finca de Valdepeñas. Y para detener a Caba y a su amigo, Gaspar Rivera, por el crimen. Ambos están en prisión.

Juan Miguel Isla había desaparecido el 22 de julio de 2022 después de acudir a Manzanares para cobrar un pago por la venta de una finca. Antonio Caba, que había sido el intermediario, le acompañó. En su día, prestó declaración como testigo. Caba contó entonces que había dejado al hombre sano y salvo después de que cobrara los 50.000 euros y continuó con su vida, pero la investigación se relanzó a finales del mes de enero.

El cadáver del empresario Juan Miguel Isla fue hallado dentro de un pozo en Valdepeñas. Su coche fue llevado a Albacete para despistar a los investigadores | CASO ABIERTO

CASO ABIERTO difundió entonces que se le vinculaba con la desaparición de dos empresarios, entre ellos, Juan Miguel Isla. La Guardia Civil pidió ayuda para localizar su coche. El vehículo fue encontrado en Albacete días después.

El acusado del crimen no hablaba casi por teléfono móvil y lo dejaba en casa cuando trataba de no dejar rastro de los lugares a los que iba

Desde entonces, Antonio Caba se sabía en el ojo del huracán. Amante de las armas, tomó muchas precauciones. No hablaba casi por su teléfono móvil e incluso lo dejaba en casa o en otro pueblo cuando no quería dejar huellas de los lugares a los que iba, como revela el sumario. Lo que no sabía Caba es que la UCO de la Guardia Civil le había colocado un micrófono (“un canario”) en su coche para tratar de averiguar dónde estaba el cadáver del empresario desaparecido. En sus viajes en coche, solo, Caba se desahogaba y hablaba en voz alta. Esos “soliloquios”, como los define la Guardia Civil, dan muestra de su estado de ánimo y también de sus nervios por los avances en las investigaciones.

“Eres muy tonto…”

El 2 de marzo, un empleado de una inmobiliaria avisa a Gaspar, el jubilado amigo de Caba. Le explica que la Guardia Civil anda preguntando por una finca que le compraron al empresario desaparecido. En un pozo de esa finca está el cadáver del empresario, pero eso aún solo lo saben ellos dos. Tras la llamada de Gaspar, son las 14:35, Caba conduce su coche y no puede contenerse, sabe que la llamada de su amigo les pone en el punto de mira de la Guardia Civil.

“Ya nos hemos… Porque eres tonto, eres tonto, llama de… ¡Que tengo el teléfono intervenido, muchacho!. Pero, ¿tú estás bien de la cabeza, ¿tú estás bien de la cabeza? Te acabas de echar el delito encima, ¿eres tonto o te falta un agua?…”.

El intermediario, que piensa que nadie le escucha, sigue hablando mientras conduce, teme que los investigadores estén cerca de descubrir dónde dejaron el cadáver y los detengan. Reprocha a su amigo Gaspar que no se acercara a verle en persona para no dejar huella de sus contactos.

“Eres muy tonto, tío, muy tonto, lo que has hecho no tiene nombre, eres tonto y medio, pero si yo lo sabía… Ahora ya, prepárate… pegarte un tiro… Coge el puto coche y acércate, coño, que eres más tonto, a ver qué es lo que pasa. Eres el tonto del pueblo, eres más tonto que un botijo… Ahora ya sí que no te los vas a quitar de encima, ahora ya, ahora es cuando ya, ya me da todo igual, que ya, después de lo que has hecho ahora mismo…”.

Sin cadáver, sin condena

Antonio Caba está furioso con su amigo Gaspar. Solo ellos dos saben dónde dejaron el cadáver del empresario desaparecido. Y sin cadáver no habrá delito ni condena. A solas en su coche, sigue pensando en voz alta. No entiende cómo ha podido cometer ese error. Y lo achaca a una debilidad de su amigo. Su pasión por las máquinas tragaperras.

“Está todo el mundo hablando de…Y coges y me llamas. Qué urgente ni qué pollas… Está todo intervenido”.

“Qué cojones me llamas con la que hay… Y coge y me llama y me dice que vaya urgente, pero, ¿tú te crees que es normal?… Ahora ya no hay escapatoria, ya no. Está todo el mundo hablando de… y coges y me llamas. Qué urgente ni qué pollas… Y todo intervenido. ¿Me llamas para esto? ¿es que no puedes coger el puto coche y acercarte? Que estás siempre igual, ¿qué has hecho con el dinero? Pues te lo voy a decir, ¿quieres que te lo diga? Lo que me dijeron a mí en el cuartel, que eres ludópata, eso me dijeron, que eres un ludópata”.

La Guardia Civil recuperó el cadáver de Juan Miguel Isla en ese pozo de Valdepeñas. |

Finalmente, esa tarde, Antonio Caba y Gaspar Rivera se encuentran siete minutos en un aparcamiento de una gasolinera de Valdepeñas. Tras el breve encuentro, Caba vuelve a coger el coche. Cree que, en cualquier momento pueden descubrir dónde está el cadáver del empresario desaparecido y detenerlo. Y vuelve a hablar consigo mismo pensando que nadie le escucha. Pero el micrófono instalado por la Guardia Civil lo está grabando todo.

“Bueno, Antonio, hasta aquí hemos llegado, amigo mío. Hasta aquí hemos llegado, pues hasta aquí hemos llegado, amigo”.

Al día siguiente, Caba y Gaspar van a ver si hay guardias civiles en la finca donde está escondido el cadáver de Juan Miguel Isla. No llevan teléfonos móviles para evitar dejar rastro. Así lo dicen en el coche. Y así queda registrado.

“Hay que tener cuidado con ese mierda… Nos acercamos ahora que no llevamos móviles, un momento. Vamos a acercarnos un poco, es que ahora mismo, viernes por la tarde… Vámonos, vámonos y que sea lo que Dios quiera”.

Guardias Civiles de la UCO les siguen los pasos. En el informe recogido en el sumario del caso escriben: “La única finalidad que les conduce a desplazarse por la autovía A4 en sentido Andalucía rebasando la localidad de Valdepeñas para cambiar poco después de sentido es visualizar la parcela ubicada en el polígono 97 parcela 123 de la que existe contrato de compraventa por Antonio Caba con fecha 20 de julio de 2022“.

Caba y Gaspar realizan dos pasadas con el coche a la altura de la finca. Caba reduce la velocidad para pasar más despacio y poder ver con nitidez si hay guardias civiles dentro de la parcela.

“Listo para sentencia”

Cinco días después, el 8 de marzo, Antonio Caba regresa a la finca, de nuevo va sin su teléfono móvil. El dispositivo colocado en su coche lo capta otra vez hablando solo, “como en soliloquio, reflejo de la inquietud o desasosiego que la situación le está generando”, escriben los guardias civiles. Está muy desanimado y pesimista. Falta muy poco para que decidan registrar esa finca. A las 10:48, Caba dice en voz alta:

“Esto está ya, listo para sentencia”.El 14 de marzo, la Guardia Civil registra la finca. Están presentes Gaspar y Antonio Caba, los dueños. Antes de entrar, un guardia civil le ha quitado a Caba un “arma de fuego” y un “arma corta” que llevaba en su coche. Dentro de un pozo van a encontrar el cadáver de Juan Miguel Isla. Gaspar y Caba son detenidos. El primero, el jubilado ludópata, confesará que Caba mató a Isla y luego le pidió ayuda para deshacerse del cuerpo y del coche. Le prometió, dijo, 25.000 euros que nunca le dio. Caba se negó a declarar. Los dos están en prisión.

 

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