Cuando EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, entrevista al doctor Ramón Bataller, uno de los mayores especialistas mundiales en el impacto del consumo de alcohol sobre las enfermedades del hígado, el también Jefe de Hepatología del Hospital Clínic de Barcelona prepara su intervención en la gran cita anual que los hepatólogos tienen en Madrid. Revisa datos y lee, por ejemplo, una reciente encuesta sobre consumo en la Comunidad de Madrid: el 50% de los niños entre 14 y 18 años habían tomado alcohol en los últimos treinta días. El médico se echa las manos a la cabeza. “¡Son menores!”, exclama. Y repite una frase que oyó a un colega y que le hizo pensar mucho -y, subraya, le parece “buenísima”- que es: “Cada vez que un niño bebe alcohol es que hay un adulto que lo ha hecho posible”.
La distancia entre las evidencias científicas disponibles en relación con el impacto sobre la salud del consumo del alcohol y la percepción de ese impacto por parte de la población ha sido uno de los grandes temas de debate del recién celebrado Congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), que acaba de reunir a más de 800 especialistas. La que causa más mortalidad en España es la hepatopatía relacionada con la ingesta de alcohol. Según datos del Ministerio de Sanidad, el 93% de los españoles ha consumido alcohol alguna vez en su vida, el 77,2% durante el último año, el 63 % durante el último mes y más del 8,8% lo consume a diario.
El doctor Bataller es uno de los mayores especialistas mundiales en el impacto del consumo de alcohol sobre las patologías del hígado. Tras su paso por la Universidad de Pittsburg, en Estados Unidos, donde ha vivido casi 12 años, el Jefe de Hepatología del Clínic dice que su misión ahora, de vuelta a España, es alertar sobre el riesgo de beber en exceso en un país donde, le asombra, es facilísimo que los menores adquieran alcohol y las autoridades sanitarias no hagan nada para impedirlo.
“En Estados Unidos, cuando uno está enfermo, tiene dos misiones: curarse y pagarlo”
Se declara optimista y dice que no hay nada que le produzca mayor satisfacción personal que “ayudar a la gente a que sobreviva. Ayudar a las personas vulnerables, que son adictas, es una motivación en mi vida“. Asegura que, tras su regreso a nuestro país valora como nunca el sistema público de salud: “En Estados Unidos, cuando uno está enfermo, tiene dos misiones: curarse y pagarlo”.
El médico habla de pacientes con una predisposición genética para desarrollar hepatopatía alcohólica o daño al órgano inducido por el alcohol, lo que explica por qué bebiendo lo mismo dos personas, una tiene problemas y la otra no. La población está muy lejos de asimilar este riesgo al ser un fenómeno cultural muy aceptado, advierte.
P. Usted ha vivido muchos años en Estados Unidos, un país donde está prohibida la venta a menores de 21 años. ¿Cómo ha encarado la aceptación que la sustancia tiene en España?.
R. Es un país que, a pesar de que tiene sus problemas de salud pública, hay algo que va a misa y es que no se puede vender alcohol antes de los 21 años. Cuidado, no lo quiero poner como ejemplo de muchas cosas, en las que España es más saludable, pero uno de los choques contraculturales que tuve al volver después de tantos años es que en cualquier supermercado o cualquier bar, vendían bebidas a menores sin pedirle ningún carnet. Allí existe el miedo a vender alcohol porque te cierran el establecimiento.
“Es curioso porque (en Estados Unidos) una persona de 18 años, se puede comprar una metralleta pero no puede tomar alcohol”
P. ¿A qué atribuye que en Estados Unidos las políticas en ese sentido sean tan restrictivas?
R. El alcohol es un problema gravísimo porque hay problemas sociales muy graves. De inseguridad y de todo tipo: más drogas, más adicciones a los opiáceos, etc. Es curioso porque una persona de 18 años, se puede comprar una metralleta pero no puede tomar alcohol. Quizá es exagerado a veces los de 21, pero lo que no puede ser es lo de España. Los hepatólogos tenemos que hablar en voz alta: no se hace lo suficiente para que nadie venda alcohol a menores, un cartelito no es suficiente.
P. ¿Qué debe cambiar en nuestro país?
R. En España, me gustaría crear más concienciación sobre el alcohol que no sólo es violencia, abuso, enfermedades de transmisión sexual y accidentes, sino que a largo plazo te crea problemas de salud. Hay que tener en cuenta que es intrínsecamente adictivo. Tiene una potencia adictiva superior al cannabis por ejemplo. Hay personas que nacen con una predisposición genética y, por mucho que lo intenten, la adicción les supera. Ahora que he vuelto, la parte dura la quiero poner en los jóvenes. Y quiero ser más activo y que la sociedad lo sea también dando una voz de alarma de que la ley no se sigue y no hay la sensación de transigirla ni existe el miedo de que si vendes alcohol a menores, te puedan cerrar la tienda.
P. ¿Y por dónde empieza ese trabajo?
R. Me gustaría empezar a trabajar junto a las empresas y las federaciones de vino, etc. Y, llámeme idealista, pero quiero hacerlo. No para demonizar el consumo del alcohol; especialmente cuando es ocasional y moderado, que no hay problema, pero que esas federaciones que dedican recursos a hacer investigación, no sólo lo dediquen a demostrar que es bueno para la salud, sino a paliar también el daño que hacen. Y en algún momento estoy a favor de poner unas medidas dado que es una sustancia muy adictiva y crea problemas de salud. No como las campañas de tabaco, pero sí decir: ‘Oiga, esto sólo se puede hacer con moderación’. Hay que ser muy duro con lo de los niños, colaborar con las empresas y no pelearnos por el bien de la sociedad.
“Lo primero es detectar la enfermedad del hígado antes de que (el órgano) te esté fallando, que te pongas amarillo”
P. Uno de sus mensajes que lanza es que la detección precoz es fundamental. Que muchas veces el daño causado por el alcohol es irreparable.
R. Me dedico desde hace muchos años a ver la causa número uno de muerte asociada al hígado, en España y en el mundo, y es el alcohol. A pesar de ser la causa más importante, hay muy pocas campañas de detección precoz y se suele detectar cuando la gente está muy enferma. Por cada diez enfermos que se ven tarde, uno se ve pronto. Por tanto, lo primero es detectar la enfermedad del hígado antes de que (el órgano) te esté fallando, que te pongas amarillo; es decir, la detección precoz de la hepatopatía alcohólica, aunque la palabra alcohólica ahora se usa menos porque es estigmatizador. La mejor medicina es la prevención primaria. En ese aspecto hay estudios que demuestran que la gente joven, cuando consume en atracón, tiene más números luego de tener cirrosis hepática o convertirse en adictos al alcohol.
P. ¿Cuánto podemos beber?. ¿Lo recomendable es el consumo cero?
R. Hay un estudio enorme sobre el alcohol publicado en ‘The Lancet’ que cogía un popurrí de muchas fuentes públicas y llegaba a la conclusión de que hasta una copa de alcohol aumenta la mortalidad sobre todo por cáncer y patología cardiovascular y, a partir de ese estudio. se empezó a decir que el consumo debe ser cero. Pero creo que ese estudio tiene problemas metodológicos. No existen datos prospectivos (en estudios) que indiquen que un consumo ocasional y moderado vaya a aumentar la mortalidad y el decir, cero, a una persona sin ningún problema de salud, es exagerado. Quiero dejarlo claro porque, en mi opinión, cuando dices cero, es que casi incentivas algo. No impactas. En personas que no tengan, por ejemplo, otras enfermedades como diabetes u obesidad, beber de manera moderada y ocasional, parece que no va a ser muy perjudicial. Todo lo que sea consumir diariamente más de un par de bebidas o meterse atracones, es peligroso.