El surgimiento de las primeras formas de vida en nuestro planeta sigue siendo un misterio, pero un descubrimiento reciente llevado a cabo por un equipo científico japonés podría arrojar nueva luz sobre los primeros organismos que prosperaron en la Tierra. Por primera vez se han encontrado los componentes básicos del ARN en un asteroide que lleva surcando el sistema solar desde su nacimiento, hace unos 4.500 millones de años.
Su estudio, publicado en la revista Nature, apuntan al descubrimiento de las cinco letras genéticas (o nucleobases) que conforman el ARN (el ácido ribonucleico, formado por una cadena de nucleótidos), en el asteroide Ryugu. Se trata de las cinco letras -adenina, guanina, citosina, timina y uracilo- que se combinan con la ribosa y el fosfato para formar el ADN y el ARN, las estructuras en forma de escalera que constituyen el código genético de toda la vida en la Tierra.
Para llevar a cabo esta detección pionera, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA, por sus siglas en inglés) envió la nave Hayabusa2 en un viaje de 322 millones de kilómetros hasta Ryugu, un asteroide que, según las investigaciones que se han hecho hasta la fecha, procede probablemente de la misma nebulosa que dio origen al Sol y a los planetas de nuestro sistema solar.
Tras aterrizar sobre la roca espacial en 2018, la sonda Hayabusa2 raspó unos 5,4 gramos de la superficie de Ryugu y tomó una serie de muestras que devolvió a la Tierra. Ahora, el análisis químico de esos restos han desvelado la presencia de uracilo (la ‘u’ de las cinco letras antes citadas, una molécula compuesta por cuatro átomos de carbono, cuatro de hidrógeno, dos de nitrógeno y dos de oxígeno (C4H4N202).
No se sabe muy bien cómo se formó la vida en Ryugu o en la nube interestelar que más tarde daría origen al asteroide y al resto de nuestro sistema solar. Los investigadores creen que los aminoácidos y los nucleótidos podrían haberse formado cuando el hielo interestelar fue bombardeado con intensos rayos cósmicos, descomponiendo las moléculas simples atrapadas en su interior y reconstituyéndolas en configuraciones más complejas. Después de permanecer atrapadas en estas rocas del cinturón de asteroides, estas moléculas podrían haber llegado a la Tierra a través del impacto de meteoritos, donde desencadenaron los primeros brotes de vida en los océanos primigenios.
Estudio de asteroides, una oportunidad para la ciencia
El asteroide Ryugu es una esfera de color negro de unos 900 metros de diámetro que orbita entre nuestro planeta y Marte. La nave Hayabusa2 fue la primera misión en devolver a la Tierra una muestra del subsuelo de un asteroide, lo que para la ciencia supone una oportunidad de oro para el estudio del origen del universo, pues esta roca estelar ha permanecido inalterable desde los orígenes del sistema solar. La materia rica en carbono que contiene es el resultado de un largo proceso químico que se desarrolló desde la formación de materia orgánica en aquellas nebulosas hasta la acreción de los protoplanetas.
Ryugu no es la única roca espacial que se ha investigado. En 2021, la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA recogió una muestra de otro asteroide con forma de diamante, llamado Bennu. Igual que ha sucedido con Ryugu, cuando las sondas devuelvan las muestras a nuestro planeta, lo que está previsto para el próximo mes de septiembre, los indicios de materia orgánica que contenga podrían proporcionar importantes pistas sobre la evolución del sistema solar y sus materiales, así como indicios de cómo surgió la vida a partir de ellos.