Vox afronta su prueba de fuego con la moción de censura y lo hace, finalmente, a las puertas de la precampaña electoral. El resultado político que deje el debate (el parlamentario ya se conoce, los números no dan y Pedro Sánchez saldrá reforzado de la mano de sus socios de legislatura) dejará al partido ultra en una situación de mayor o menor debilidad y marcará su hoja de ruta hacia las urnas. En la comparecencia conjunta con Ramón Tamames esta semana, Santiago Abascal afirmó que la iniciativa no busca “rentabilidades” ni pretende hacer “cálculos” de lo que mejor les viene.
Sin embargo, el anuncio llegó en el mes de diciembre en un momento de debilidad para su formación, sin ser capaces de levantar cabeza tras el fracaso de las elecciones andaluzas antes del verano y con el PP de Alberto Núñez Feijóo liderando todas las encuestas. Y, sobre todo, sin tener protagonismo mediático e institucional más allá de las polémicas generadas de vez en cuando por su vicepresidente en Castilla y León, Juan García-Gallardo. “Somos la tercera fuerza política de España y quién lo diría”, reflexionaba un dirigente de peso.
La reforma del Código Penal (eliminando el delito de sedición y reformando el de malversación), que después sumaría la modificación exprés para cambiar el Tribunal Constitucional (vía enmienda) que el Gobierno tuvo que frenar, dio alas al partido ultra para censurar a Sánchez. “Frente a la inacción del PP, nosotros tomamos las riendas”, reflexionan en la cúpula casi tres meses después.
Ahora lo que está por ver es el comportamiento de los electores de Vox y las consecuencias que pueda tener en la cita de mayo la idea de la moción de censura. Abascal intenta trasladar a los suyos “tranquilidad total”, presumiendo además de tener un partido “unido” a pesar de las turbulencias provocadas por este movimiento.
En el partido ultra hay dirigentes que estos días han utilizado ese adverbio para poner en valor el nivel que siguen manteniendo en las encuestas, en las que no se aprecia un derrumbamiento. “En las elecciones autonómicas y municipales nos irá bien a pesar de la moción”. Aunque rápidamente corrigieron la expresión, “a pesar de lo que se está intentando trasladar, no de la moción”, lo que trasluce de sus reflexiones son a todas luces que hay dudas.
En el PP miran con satisfacción la escena. A pesar del llamamiento expreso de Tamames y Abascal para que Feijóo cambie su posición de la abstención al voto afirmativo, los conservadores tienen claro, “y ahora más que nunca”, que no se moverán. “Cada día el espectáculo es mayor. Afrontaremos el debate con naturalidad porque sabemos cómo va a empezar y cómo terminará. Nos abstenemos porque ni estamos con Abascal ni tampoco con Sánchez”, recalcan en Génova.
La cuestión es que los populares creen que saldrán favorecidos por la imagen “de poca seriedad” que ha terminado aportando Vox en esta operación. “Ahora más que nunca, voto útil. La gente sabe lo que es el PP y lo que representa Vox”, repiten como un mantra. De fondo, un solo objetivo: que los ultra tengan menos fuerza en beneficio de su partido (entienden que el trasvase en la mayoría de los casos es directo y que los electores de Abascal no se quedarán en casa) para exigir la entrada en gobiernos municipales y autonómicos donde necesiten sus apoyos.
“La comparecencia salió muy bien”
En todo caso, la moción de censura les ha devuelto al foco, como pretendían, y la elección de Tamames (con una gira mediática que en Vox no esperaban) no les ha dejado fuera de los principales titulares en muchas semanas. El exmilitante del PCE no ha escatimado esfuerzos en mostrar discrepancias ideológicas con el partido que le propone como candidato a la presidencia del Gobierno en periódicos, televisiones y radios.
El “lucimiento personal”, en palabras de diputados de Vox, es obvio. Y, aunque Abascal insistió en tapar cualquier atisbo de malestar por esa sobre exposición mediática que, de hecho, su partido intentó frenar, la situación ha estado fuera de control casi todo este tiempo.
Hasta el jueves. La rueda de prensa, pocas horas después de que ‘eldiario.es’ revelara el contenido del discurso que Tamames en la moción (es un borrador y aseguró a los medios que introducirá novedades y desarrollará algunos aspectos más) cumplió ampliamente los objetivos pretendidos desde Vox: atar en corto al candidato y dar una imagen, por fin, de coordinación entre las dos partes, dejando claro que ni el partido es Tamames ni Tamames es de Vox. Surtió efecto. No sólo minimizaron las discrepancias evidenciadas en entrevistas, sino que compartieron algunos guiños e incluso lenguaje como la frase “autocracia absorbente” de la que el candidato hablará, según el discurso publicado, y que Abascal hizo suya.
Los dos se empeñaron en demostrar sintonía. Tamames respondió en varias ocasiones que “lo importante” es lo que sí tiene en común con el partido que le propone como candidato y mencionó expresamente tres cuestiones: la unidad de España, la monarquía y la bandera. De fondo, como también aparece en el borrador de su discurso publicado, acabar con el Gobierno de Sánchez lo antes posible y con sus alianzas parlamentarias “que ponen en riesgo “la arquitectura constitucional de 1978”.