Lula se compromete a echar definitivamente a la minería ilegal de los territorios indígenas

Luiz Inacio Lula da Silva obtuvo casi el 100% de los votos en muchas comunidades originarias en las elecciones que pusieron fin a la era de Jair Bolsonaro. “No fue fraude sino un pedido de socorro”, explicó el geógrafo y activista Aiala Colares. Lula acaba de participar de la 52ª Asamblea General de los Pueblos Indígenas del estado amazónico de Roraima. Allí escuchó otra vez reclamos desesperados de ayuda. “Vamos a expulsar definitivamente a los mineros (ilegales) de estas tierras”, garantizó el presidente brasileño. Nunca antes un jefe de Estado había formulado semejante compromiso en este tipo de reuniones y menos frente a de 2.500 representantes de nueve etnias, entre ellas las yanomami, macuxi y wapichana. “Aunque haya oro en Roraima, ese oro no pertenece a nadie. Está ahí porque la naturaleza lo puso ahí. Nadie tiene derecho a tocarlo sin permiso de los indígenas”, dijo.

“Cumpla su palabra”, le rogó Maria Betânia Mota, de la etnia macuxi, y reclamó en nombre de las mujeres indígenas de Roraima indemnizaciones para los pueblos que padecieron las invasiones mineras. “Los yanomami nunca murieron de hambre. Yo estoy aquí, tengo 66 años y cuando era pequeño nadie atravesaba esas situaciones. Ahora la minería está matando a mi pueblo y también a mis parientes Munduruku y Kayapo. Cuando los indígenas enferman, no pueden trabajar (en el campo) ni cazar”, se lamentó Davi Kopenawa, chaman y portavoz de esa comunidad. Sus tierras han sido invadidas por más de 20.000 ‘garimpeiros’, como se conocen a esos mineros. El Gobierno ha lanzado una Operación Liberación que puede demorarse un año en tener los resultados que se esperan. “Ellos siguen escondiéndose ahí“, advirtió Kopenawa. De hecho, el mismo día en que Lula aterrizaba en Raposa Serra do Sol se había verificado a la presencia de garimpeiros en camino hacia las minas en región fronteriza con Guyana.

Em janeiro, estive em Roraima para somarmos esforços e enfrentarmos a crise contra o povo Yanomami. Hoje volto ao estado para o encontro de povos indígenas em Raposa Serra do Sol e para reafirmar nosso compromisso com a preservação ambiental e com os povos originários. Bom dia.

— Lula (@LulaOficial) 13 de marzo de 2023

Narcoecología

Raposa Serra do Sol es una tierra yanomami demarcada en 2005, durante el primer mandato de Lula. Esa comunidad, reconoció el presidente, ha sido “masacrada”. El pasado 20 de enero, el Gobierno declaró el estado de emergencia de salud pública en tierra yanomami como consecuencia de la explosión de casos letales de malaria y enfermedades asociadas al hambre, como desnutrición severa, diarrea aguda, neumonía e infecciones respiratorias. Esas enfermedades afectaron especialmente a los menores. Los sufrimientos son en parte derivados de la fragilidad que han enfrentado las comunidades. El mandatario prometió levantar hospitales de campaña y mejorar la situación sanitaria de todas las regiones. Kopenawa: “Tenemos que salvar a los niños que quedan. Sigue habiendo mucha desnutrición en las zonas donde hay ‘garimpo’ y donde no aterrizan aviones que no sean suyos”, insistió el chaman.

Los especialistas consideran que las comunidades originarias fueron sacrificadas con la expansión de la frontera económica minera, una tarea de destrucción que solo pudo hacerse en connivencia entre el Estado y los ‘garimpeiros’. Los ríos han sido contaminados por el mercurio. La reducción de la biodiversidad ha impactado en la pesca artesanal, vital para la supervivencia de esos pueblos. Colares habla de un nuevo fenómeno, la “narcoecoglogía”, que vincula a la extracción de oro, el contrabando de madera talada, el manganeso y la biopiratería. “Todo empeoró con Bolsonaro”.

mas, apesar disso, os índices têm demonstrado que somos as mais atingidas pelas mudanças climáticas e pela falta de políticas públicas adequadas. Precisamos e vamos fazer com que este cenário mude.

— Sonia Guajajara (@GuajajaraSonia) 8 de marzo de 2023

Demarcaciones urgentes

La falta de delimitaciones de los territorios indígenas y la minería ilegal han sido dos caras de la moneda que circuló con brutalidad los cuatro años que gobernó la ultraderecha. Un territorio demarcado y protegido es el primer paso para proteger los derechos de las mujeres indígenas, aseguró Sonia Guajajara, la ministra de Pueblos Indígenas. Ella recibió la instrucción presidencial de acelerar los procesos pendientes que afectan a otras etnias. “Necesitamos demarcar pronto, antes de que la gente se apodere de ellas, inventando documentos falsos”, sostuvo por su parte Joenia Wapichana, presidenta de la Funai (Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas).

Las comunidades originarias quieren que el Gobierno no solo persiga a los garimperios. Le exigen que frene las invasiones de sus territorios por agricultores, especialmente los interesados en las plantaciones de soja. Lula aseguró que es consciente de la “necesidad de cuidar el clima” porque, de lo contrario “la humanidad desaparecerá por irresponsabilidad”. Entonces tuvo que volver a escuchar el rechazo a las hidroeléctricas en territorio amazónico, promovidas por él y su fallida heredera Dilma Rousseff en el río Xingu medio, en el estado Pará. El “viejo” Lula y su versión actual no tienen al parecer los mismos valores ambientales.

 

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