Si uno piensa en un animal raro, seguramente el primero que se nos viene a la mente es el ornitorrinco. Algo lógico, si tenemos en cuenta que estos mamíferos endémicos de Australia occidental y la isla de Tasmania, son parecidos a un castor, pero tiene un pico parecido al de un pato, pone huevos en lugar de parir crías vivas y produce leche. Pero existe otro pequeño mamífero similar con aspecto de musaraña y cubierto de espinas oriundo del Caribe, que captó la atención de los zoólogos y biólogos desde su descubrimiento en el siglo XIX,
Se trata del almiquí, un animal nocturno y solitario parecido a una musaraña equipado con una probóscide con la que se alimenta de insectos. Actualmente, solo quedan dos especies, el almiquí de Cuba (Solenodon cubansus), catalogado como ‘en peligro de extinción’, según la UICN (Unión para la Conservación de la Naturaleza) y el de La Española (Solenodon paradoxus), que vive en Haití y República Dominicana, catalogado como ‘preocupación menor’ por la entidad conservacionsita.
Un fósil viviente
El almiquí es el último representante de la familia Solenodontidae, de la que hoy solo existen las dos especies antes citadas. Por ejemplo, conservan algunas características de los mamíferos primitivos, como los australosfénidos, de los que actualmente se encuentran cinco especies vivas, incluidos los equidnas y los ornitorrincos. Sin embargo, hace años que se sabe que pertenecen a una rama evolutiva que se separó del linaje que dio lugar a los erizos, los topos, y las musarañas, antes de que sucumbieran a extinción del Cretácico-Paleógeno, hace unos 66 millones de años.
un animal amenazado
Este pequeño mamífero, de unos 30 centímetros de longitud y equipado con una cola casi del mismo tamaño, es además un animal muy esquivo, con lo que no fue descubierto hasta 1833. Lo hizo el naturalista alemán Johann Friedrich von Brandt. Durante mucho tiempo se pensó que se había extinguido por completo, aunque hoy sobrevive en pequeñas poblaciones dispersas y aisladas.
La pérdida de su hábitat natural, cada vez más fragmentado, y la depredación por especies introducidas, como los perros o los gatos, ha llevado a este animal a la amenaza de extinción. Una vulnerabilidad a la que ha contribuido la caza furtiva, pues en algunas regiones estos animales son perseguidos por sus espinas, a las que se otorga la capacidad de curar algunas enfermedades.
Un pequeño mamífero venenoso, y muy extraño
Igual que sucede con el ornitorrinco, los solenodones acumulan múltiples rarezas. Igual que los topos, tienen una mala visión, que compensan con un excelente sentido del olfato. Como los elefantes, tienen una larga trompa extensible que puede incluso moverse en ángulos de 90 grados, algo que le ayuda a alcanzar rincones imposibles para alimentarse de insectos. Por si fuera poco, es venenoso: cuando muerde, inyecta veneno procedente de una glándula situada en la mandíbula inferior. Es su defensa contra depredadores, como serpientes y aves de presa, y puede aumentar a placer la secreción de esta ponzoña frotándose con sus dientes para aumentar su toxicidad. Un veneno, sin embargo, que de poco le sirve para zafarse de su principal amenaza: el ser humano.