Si viajara desde el Ártico canadiense y se dirigiera hacia el sur de los Estados Unidos por las Montañas Rocosas, cuanto más al sur se dirigiera más probabilidades tendría de avistar un lobo negro, algo que en un principio puede parece una simple anécdota, pero que entraña un hecho que ha desconcertado a los científicos durante mucho tiempo.
El color negro del pelaje de los lobos de América del Norte se remonta una única mutación que ocurrió entre hace 1.598 y 7.248 años, y hasta ahora ha sido un misterio por qué la frecuencia de lobos negros varía en América del Norte a pesar de que no existen barreras geográficas que impidan el flujo de genes. “En la mayor parte del mundo, los lobos negros están ausentes o son muy raros, pero en América del Norte son comunes en algunas áreas y están ausentes en otras”, explica el profesor del departamento de Biología de la Universidad de Oxford, Tim Coulson, autor principal de un artículo que bajo el título Disease outbreaks select for mate choice and coat color in wolves, se publicaba recientemente en la revista Science. “Ahora, no obstante, tenemos una explicación basada en censos de lobos en América del Norte y modelos basados en datos extraordinarios recopilados por investigadores que trabajan en el Parque Nacional de Yellowstone”.
Lobos negros, la evolución impulsada por una enfermedad
El color del pelaje de los lobos –Canis lupus– está determinado por un gen llamado CPD103, y dependiendo de la variante del gen que tenga un lobo, su pelaje puede ser negro o gris. Lo que ahora postulan los investigadores en su trabajo, es que este gen también juega un papel en la protección contra enfermedades respiratorias como el virus del moquillo canino. Esto se debe a que la región del ADN que contiene el gen también codifica una proteína que desempeña un papel en la defensa contra las infecciones en los pulmones de los mamíferos. De este modo, el equipo de Coulson predijo que tener un pelaje negro estaría asociado con la capacidad de los lobos para sobrevivir a una infección por el moquillo canino.
Para comprobar esta hipótesis, los investigadores analizaron 12 poblaciones de lobos de América del Norte y así examinar si la probabilidad de que un lobo fuera negro podría ser predicha por la presencia de anticuerpos del virus del moquillo canino (CVD). Si un lobo tiene anticuerpos contra el CDV, significa que en el pasado contrajo la enfermedad y sobrevivió. Fue así que descubrieron que los lobos con anticuerpos tenían más probabilidades de ser negros que grises y encontraron que los lobos negros eran más comunes en áreas donde habían tenido lugar brotes de la enfermedad.
Los investigadores analizaron más de 20 años de datos de la población de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone, descubriendo que los lobos negros tenían más probabilidades de sobrevivir a los brotes del virus canino del moquillo en comparación con los lobos grises. Estos resultados los llevaron a plantear la hipótesis de que en áreas donde ocurren brotes de moquillo, los lobos grises deberían elegir compañeros del color de pelaje opuesto para maximizar la posibilidad de que sus cachorros tengan pelaje negro.
Usaron un modelo matemático simple para probar esta idea. De manera emocionante, las predicciones de su modelo coincidieron estrechamente con las observaciones de que los lobos negros y grises tenían más probabilidades de emparejarse en áreas donde los brotes de CDV son más comunes, una ventaja competitiva se pierde en áreas donde no tienen lugar brotes del la enfermedad y unos resultados consistentes con la idea de que la frecuencia de los brotes de CDV en América del Norte es responsable de la distribución de los lobos negros, ya que tener el gen del pelaje oscuro también puede brindar protección contra el virus. También explica por qué las parejas reproductoras en Yellowstone en que tienen lugar los brotes de moquillo canino, tienden a ser de color negro grisáceo.
“Estamos aprendiendo que la enfermedad es un factor evolutivo importante que afecta muchos aspectos de las poblaciones animales”.
“Es intrigante que el gen para la protección contra el virus del moquillo canino proceda de los perros domésticos traídos por los primeros humanos que vinieron a América del Norte, ya que el virus de la enfermedad surgió en el continente cientos de años después, una vez más de los perros”, comenta el profesor de biología en la Universidad de Penn State, Peter Hudson. “Lo que me encanta de este estudio es cómo hemos podido reunir a expertos de diversos campos y una variedad de enfoques para mostrar cómo las enfermedades pueden tener un impacto notable en la morfología y el comportamiento de los lobos. Estamos aprendiendo que la enfermedad es un factor evolutivo importante que afecta muchos aspectos de las poblaciones animales”.
Sin embargo, los investigadores especulan con que el caso del lobo puede no tratarse de un hecho aislado, y que otras especies podrían mostrar seguir un patrón similar al de los lobos a este respecto, ya que muchos insectos, anfibios, aves y mamíferos presentan asociaciones entre el color y la resistencia a las enfermedades.