En 2018 se publicó un estudio según el cual, por primera vez, un pez había superado la prueba del espejo, es decir, un experimento en el cual se habría reconocido a sí mismo como individuo en una imagen reflejada. Se trataba de un lábrido limpiador (Labroides dimidiatus), un pez de entre 10 y 14 cm. de longitud que vive en arrecifes y se alimenta de parásitos y tejidos muertos en la piel de otros animales marinos. Aunque realmente no era el primero, ya que en 2016 unas mantarrayas también pasaron la prueba.
La noticia estaba en el hecho de que este diminuto pez había superado una prueba que han fallado numerosos animales considerados más inteligentes, como los perros, los gatos, varias especies de simios y pájaros considerados entre los más listos que hay, como los loros y los cuervos. Y es que la capacidad de reconocerse en el espejo no necesariamente es relevante a la hora de valorar la inteligencia de una especie.
En qué consiste la prueba del espejo y qué animales la han superado
La prueba del espejo fue diseñada por el psicólogo Gordon Gallup en 1970 para determinar si un animal es capaz de reconocerse a sí mismo en su reflejo. Consiste en dormir al animal y marcar, con un tinte o gel inodoro, una parte del cuerpo que normalmente no puede verse, como la cara. A continuación se le coloca un espejo delante y, si al ver la marca reacciona examinándola repertidamente en su propio cuerpo – no en el reflejo –, se interpreta como una señal de autorreconocimiento: se ha dado cuenta de que el individuo del reflejo es él mismo y de que hay algo extraño en su cuerpo.
En el caso del lábrido limpiador del experimento, se marcaron ocho ejemplares con un gel de color rojo y se les colocó en tanques de agua con un espejo. Al principio, los peces reaccionaron atacando a su reflejo, tratándolo como un intruso; pero al cabo de unos días cambiaron de comportamiento y varios de ellos intentaron quitarse la mancha frontándose contra la pared del recipiente.
Hasta el momento, pocas especies han superado la prueba del espejo. Entre los mamíferos han pasado varias especies de primates como el bonobo, el chimpancé, el orangután de Borneo y el gorila occidental; cetáceos como los delfines nariz de botella, las orcas y falsas orcas; los elefantes asiáticos y, recientemente, los caballos. Entre las aves, la urraca común y algunas especies de palomas que habían sido entrenadas; y entre los peces, solo las mantarrayas y el lábrido limpiador.
Por el contrario, varias especies no han pasado la prueba, entre ellas algunas consideradas muy inteligentes. Entre los mamíferos se encuentran los perros, los gatos, los leones marinos, los osos panda y numerosas especies de primates, más de las que han “aprobado”. Los pájaros que han “suspendido” son el loro gris, el cuervo de Nueva Caledonia – considerado el ave más inteligente que existe –, la grajilla y el carbonero común. Otros peces, así como los pulpos, tampoco han aprobado.
Una prueba engañosa
Varios expertos han criticado la poca fiabilidad de la prueba del espejo a la hora de interpretar las reacciones de un animal, por dos razones: que el hecho de que un animal no reaccione al ver la mancha no implica que no se reconozca y que, para empezar, la capacidad de reconocerse en un reflejo no es indicativo del grado de inteligencia.
En el primer aspecto, varios estudiosos han criticado que la prueba del espejo se interpreta desde una perspectiva antropocéntrica, es decir, que se espera que cualquier especie reaccione como lo haríamos los seres humanos al ver nuestro reflejo, y señalan otras posibilidades: el animal puede reconocer que la mancha está en su cuerpo y no por eso debe considerarlo un motivo de preocupación, o puede reconocerse pero no por eso sentir la necesidad de examinar su reflejo. En especies territoriales, como algunos primates que no pasaron la prueba, el solo hecho de ver un individuo puede hacer saltar sus alarmas y hacer que reaccionen instintivamente como si fuera un intruso; no se paran a pensar que podría tratarse de ellos mismos porque, simplemente, no tienen ningún motivo lógico para suponer eso.
Según numerosos expertos, que una especie no reaccione como los humanos ante su reflejo no es indicativo de su inteligencia.
También hay que tomar en consideración que no todas las especies miran a sus semejantes de manera directa como lo hacemos nosotros: los perros tienden a mirarse ligeramente de soslayo; mientras que, para los gatos, la mirada directa es una señal de amenaza y, al verse reflejados, pueden reaccionar agresivamente o apartarse. Por lo tanto, no se puede determinar que un animal no reconoce su reflejo sólo porque no reacciona como los humanos supondríamos que lo haría.
En cuanto a la segunda crítica, la prueba del espejo basa el autorreconocimiento en un solo sentido, el de la vista, ignorando que muchas especies usan otros sentidos de forma prioritaria. Los perros, por ejemplo, se reconocen a sí mismos y a otros mediante el olfato: un estudio de 2017 sostiene que la identificación de la propia orina puede ser un equivalente olfactivo a la prueba del espejo y que, en este caso, los perros la pasarían. Por su parte, otros animales que han “suspendido”, como los cuervos de Nueva Caledonia, pueden diferenciar rostros humanos y son capaces de resolver rompecabezas complejos.
Se puede decir, por lo tanto, el hecho de que una especie supere o no la prueba del espejo no implica que sea capaz de autorreconocerse, simplemente que no lo hace a través de la vista o que, aunque lo haga, no demuestra ningún interés por su reflejo.