Frenesí en las profundidades

Los leones marinos de California –Zalophus californianus– son miembros icónicos del ecosistema de la Bahía de Monterey, y al fotógrafo David Slater le encanta bucear con ellos. “Pasan corriendo junto a ti con tanta belleza y gracia que te dejan atónito”, explica. Pero durante una inmersión en septiembre del año pasado, Slater fue testigo de una escena de leones marinos más sombría. En un tramo sucio del fondo marino, un león marino muerto había caído en su lugar de descanso final, donde un colorido grupo de estrellas de murciélago –Patiria miniata– se esparcían por su cuerpo como flores arrojadas a una tumba.

Las estrellas de murciélago son omnívoras y con frecuencia se alimentan de cadáveres que caen al fondo del océano. “He visto piezas de vídeo de estas hurgando en erizos de mar muertos, peces y casi cualquier cosa que sea comestible”, relata el experto en estrellas de mar del Museo Smithsonian de Historia Natural, Christofer Mah. 

Los quimiorreceptores en los brazos de las estrellas les ayudan a captar el olor de la carne en descomposición y se arrastran en la dirección de la comida. Si bien no se mueven rápidamente, en muchas ocasiones los vídeos de timelapse han revelado la feroz pelea que se produce cuando estos carroñeros compiten por la posición en un cadáver, empujándose y quitándose los brazos unas a otras como si estuvieran involucradas en un combate a cámara lenta.

Una vez que se han asegurado un lugar para alimentarse, las estrellas de mar extienden sus estómagos sobre sus presas y secretan enzimas para digerir la carne. “Este es un proceso lento, según nuestros estándares de tiempo que puede durar horas, días o semanas”, señala el experto. Sin el beneficio del timelapse para revelar el frenesí de alimentación en curso, la escena parecía pacífica para Slater, quien se conmovió por la pintoresca mezcla de vida y muerte que encontró. “Nunca había sabido que la muerte fuera tan hermosa”, dice Slater, “y me sentí humilde por poder ser testigo de la caída de este león marino”.

Esta imagen fue publicada originalmente en bioGraphic, una revista independiente sobre naturaleza y conservación impulsada por la Academia de las Ciencias de California y socio del concurso de fotografía BigPicture: Natural World.

 

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