Magnetares, las estrellas de neutrones más potentes del Universo

De todos los objetos estelares conocidos, las estrellas de neutrones representan, probablemente, uno de los más interesantes. Formadas como el resultado de la explosión de una estrella gigante en forma de supernova, son cúmulos de partículas extremadamente calientes y densas: reúnen una masa equivalente a la del Sol en un diámetro de tan solo 20 km. Pero dentro de ellas, existe una variedad que fascina especialmente a los científicos: los magnetares.

La estrella de neutrones más potente

Los magnetares son un tipo de estrellas de neutrones que se diferencian del resto por el gran campo magnético que poseen. Incluso en periodos donde el magnetar se encuentra inactivo, el campo puede llegar a ser hasta 1 billón de veces más poderoso que el de la Tierra.

Además, como acción de ese magnetismo, sufren violentas erupciones de energía en su corteza, en las cuales, expulsan enormes cantidades de rayos X y rayos gamma en cortos periodos de tiempo de forma agresiva. Los científicos creen que el origen de estas erupciones se debe a fenómenos de ruptura en los polos magnéticos de la estrella, lo cual genera cambios en la dinámica de la estrella y modificaciones abruptas en el campo magnético. Son estas alteraciones las que darían lugar a esas emisiones que, en muchos casos, igualan en una décima de segundo a la energía liberada por el Sol en 100.000 años.

Los mayores, los magnetares destacan por tener una vida corta. En tan solo 10.000 años la intensidad del campo magnético provoca un colapso de la propia estrella. Esto es debido a que el poder del propio campo decae tras expulsar cantidades enormes de energía en forma de rayos X y rayos gamma.

Un hallazgo en medio del caos

El descubrimiento de este tipo de objetos se produjo durante plena Guerra Fría. En aquel momento, tanto EEUU como la URSS trataban de controlar mutuamente el arsenal militar con el que contaba el oponente.

En 1960, los Estados Unidos lanzaron lanzaron una flota de satélites conocida como el Proyecto Vela, con la intención de espiar la actividad nuclear rusa. Para su sorpresa, el conjunto de satélites comenzó a captar ráfagas de rayos X y rayos gamma. Estos flashes de energía pertenecían, nada más y nada menos, a esa energía liberada por la estrella durante las erupciones que sufre.

Sin embargo, el hallazgo fue secreto hasta el año 1973, cuando se relajó la tensión entre las dos potencias y la comunicación de este tipo de descubrimientos podía hacerse de manera más efectiva.

Una posibilidad entre diez

Aunque la teoría sobre la formación de magnetares no está verificada, hasta el momento satisface todas las observaciones realizadas por los científicos. Así la hipótesis, formulada por los investigadores C. Duncan, de la Universidad de Texas, y por Thomson, del Instituto Canadiense de Física Teórica,  considera que de cada 10 explosiones de supernova, solo una da lugar a un magnetar.

Según este supuesto, existen dos requisitos indispensables que la supernova debe cumplir para que se forme el magnetar: mantener una rápida rotación y que su campo magnético sea alto.

De esta forma, una rotación veloz consigue que el campo magnético se expanda a toda la estrella y no quede únicamente en un área. Además, si ese campo es muy grande, conseguirá comprimir en su interior mucha materia, dando lugar a esa gran densidad que caracteriza a las estrellas de neutrones y, por lo tanto, a los magnetares.

Extrañas ráfagas de radio en la Vía Láctea

En 2020, los magnetares cobraron una nueva importancia dentro de la comunidad científica, pues consiguieron dar explicación a observaciones que carecían de ella. Y es que, desde desde los primeros años del siglo XXI laboratorios de todo el mundo captaban de forma repentina ráfagas de radiación que rebotaban por el Universo, pero cuyo origen no conseguían entender.

Gracias al avance tecnológico, los investigadores consiguieron finalmente observar diversos magnetares en toda la Vía Láctea, justo en el momento de máxima agresividad, expulsando grandes cantidades de energía en forma de rayos X y gamma. La coincidencia de esas ráfagas con las que los científicos captaban consiguió dar explicación a esos fenómenos de radiación.

Actualmente, se conocen solo una veintena de magnetares en la Vía Láctea. Aún así, su estudio y la observación del ritmo de formación y evolución, lleva a los científicos a estimar que en los 10.000 millones de años de edad de nuestra galaxia, se han formado alrededor de 30 millones de magnetares.

 

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