Ni el amor ni el cariño son sentimientos únicamente humanos, de hecho, son emociones que se repiten en diferentes especies en la naturaleza. Ahora, un estudio de la Universidad de California y publicado en la revista Neuron se ha basado en este hecho para comprender de forma más profunda esos comportamientos sociales y observar la verdadera influencia de la famosa ‘hormona del amor’, la oxitocina, en ellos.
La investigación tomó como protagonistas a los topillos de la pradera (Microtus ochrogaster), unos pequeños roedores llevan despertando la curiosidad de los científicos desde hace 40 años, debido a los comportamientos monógamos que presentan: mantienen una misma pareja durante toda su vida.
Sin embargo, los resultados fueron de lo más inesperado, pues a pesar de inhibir la oxitocina de sus cerebros, descubrieron que los vínculos con su pareja y con el resto de la comunidad no sufrían cambios.
Este hecho les llevó a poner en duda el pensamiento popular de que esta hormona es la única responsable de la creación de vínculos sociales y sentimientos amorosos en las diferentes especies, incluidos los humanos.
Una especie muy humana
Para realizar este estudio de forma efectiva, era necesario recurrir a una comunidad que realmente destacara por el sentimiento de apego social, por lo que los topillos de la pradera se convirtieron en la elección perfecta. Estos roedores, distribuidos por toda Norteamérica, destacan por mantener un fuerte vínculo con su pareja y mantenerla de por vida. De hecho, la relación es tan fuerte, que si un individuo de la pareja fallece, el otro no adquiere nunca una nueva pareja.
Además, se caracterizan por ofrecer un cuidado biparental
a sus crías. Esto es, tanto el padre como la madre se responsabilizan de igual manera del cuidado y protección. Estos grupos familiares de hembra, macho y cría, son los que forman las comunidades de topillos en la naturaleza, sumándose a ellos ocasionalmente algunos familiares no activos reproductivamente.
Estos actos y comportamientos sociales sirven de modelo a la hora de realizar estudios como este, pues permiten extrapolar los resultados a otras especies como la nuestra, debido a las grandes similitudes que se presentan.
desmitificando la oxitocina
Para estudiar de forma efectiva la influencia de la oxitocina en los vínculos sociales de los roedores, los investigadores alteraron la forma en la que el cerebro de los topillos la detectaba. Así, mediante la administración de un fármaco consiguieron inhibir por completo la señalización de la hormona. La sorpresa llegó cuando observaron que sus comportamientos no variaban: las parejas se mantenían unidas, el apego por familiares no se alteraba y la forma de actuar de los padres no sufría ningún tipo de cambio.
Es decir, el estudio confirmó que la inhibición de la oxitocina del cerebro no altera la conducta social de los individuos. El afecto, la paternidad o el amor son comportamientos que ocurren de igual forma en ausencia de la hormona.
los sentimientos son algo complejo
Los resultados llevaron a los científicos a afirmar que la oxitocina no es la única responsable de la creación de vínculos amorosos en las comunidades. Todo apunta a que los sentimientos de apego provienen de reacciones mucho más complejas
, que aún no han sido determinadas por completo.
Es necesario seguir con el hilo de investigación para conseguir entender íntegramente todas las sustancias químicas que se involucran en esos comportamientos de cariño en las especies. Y es que, todo apunta a que algo tan complejo como los sentimientos, debe proceder de algo más que la dependencia de una simple hormona.