Tras presentar ‘Deprisa, deprisa’ en el Festival de Berlín de 1981, donde logró el Oso de Oro a la mejor película, Carlos Saura se apresuraba a decir que ‘Los golfos’, el largometraje con el que debutó en 1959 –centrado en unos amigos del extrarradio madrileño que cometen diversos atracos para ayudar a otro compañero que quiere ser torero–, no se parecía en nada al que había hecho ahora.
El director de ‘La caza’ y ‘La prima Angélica’, entre otros títulos crípticos y metafóricos rodados durante la dictadura franquista, cambiaba de tercio y afrontaba con un estilo medio documental las andanzas de otros jóvenes delincuentes.
El filme, estrenado en el festival berlinés el 19 de febrero de 1981, fue muy bien recibido, galardón al margen, tanto por los seguidores de Saura, que le reclamaban un viraje en su estilo habitual, como por los que lo entendieron como una aproximación distinta al cine sobre la marginalidad y la delincuencia juvenil española. Saura no partía de cero. La filmografía sobre el tema era notoria. Pero su mirada podía ser catalogada de más ‘arty’ en comparación con los títulos en bruto realizados hasta la fecha.
José Antonio de la Loma con su trilogía sobre ‘El Torete’, realizada entre 1977 y 1980 e inaugurada con ‘Perros callejeros’, con un estilo más directo y epidérmico, casi ‘exploit’, había sentado un precedente claro. Eloy de la Iglesia se había sumado a la corriente, desde unos postulados más marxistas, en ‘Navajeros’, su filme más explícito –inspirado en las andanzas de El Jaro–, aunque en alguna de sus obras anteriores –‘Los placeres ocultos’, ‘El diputado’– ya había retratado el mundo lumpen. Gracias al éxito comercial de algunos de estos filmes, más el prestigio crítico del de Saura, el cine quinqui se convirtió en un género social en sí mismo.
Una larga preparación
Saura invirtió mucho tiempo en la preparación de ‘Deprisa, deprisa’. Según confesaba entonces, tenía montones de carpetas con recortes de prensa sobre temas similares. El guion no dejaba de ser un simple punto de partida, que el cineasta enriqueció en las sesiones de trabajo con sus actores. Durante meses visitó distintos barrios buscando no solo los intérpretes no profesionales más adecuados; quería también que los escogidos fueran amigos entre ellos y vivieran en la misma zona. Los ensayos se rodaron en vídeo y Saura empezó a substituir los diálogos del guion original por lo que le sugerían Berta Socuéllamos, José Antonio Valdelomar, José María Hervás Roldán y el resto del reparto.
‘Deprisa, deprisa’ costó 36 millones de las antiguas pesetas y se rodó en nueve semanas. Consagró el cine quinqui en los márgenes del cine de autor. La canción de Los Chunguitos utilizada al final del filme, ‘Me quedo contigo’, se convirtió en emblema de lo que es también la película, una poderosa historia de amor.