La guerra entre Google y Microsoft

Con la perspectiva del tiempo, es fácil tornar la vista atrás y comprender el impacto que algunos de los grandes avances de la tecnología han tenido para la humanidad. Un buen ejemplo de ello es la electricidad, la cual abrió la puerta a un sinfín de posibilidades. Y aunque en la actualidad la cotidianeidad de pulsar un interruptor y que, ¡voila!, la luz de una bombilla se encienda sobre nuestras cabezas no fascine a casi nadie, el camino que nos ha traído hasta este momento no ha sido lineal. Ni mucho menos, una apacible sucesión de avances, inventos y mejoras tecnológicas.

Así, la historia de la electricidad, o más bien el modo en que esta era transportada, es la historia de una de las primeras pugnas por la prevalencia de una gran tecnología sobre su competidora. Nos referimos lo que los periódicos denominaron en su tiempo como la “Guerra de las Corrientes” en la que el modelo de la corriente continua de Thomas Edison, se vio enfrentado al de la corriente alterna de Nikola Tesla.

Como decíamos, la perspectiva del tiempo destila los hechos y facilita su comprensión. Sin embargo, como la rana que se cuece lentamente a medida que aumenta la temperatura de la olla en la que se encuentra, cuando asistimos a los acontecimientos en primera persona, sobre todo a aquellos que se producen con la velocidad a la que avanza la tecnología, resulta bastante probable que estos pasen más desapercibidos. Es el caso de la guerra que, a la vista de todos, o quizá no tanto, está teniendo lugar en Internet.

Internet: el campo de batalla del siglo XXI

No se trata de algo nuevo. Desde que el 12 de marzo de 1989 se publicara la primera página web de la historia, gran parte de los acontecimientos que han dado forma al modo en que hoy nos relacionamos con el mundo han tenido lugar en Internet.

Pero Internet no ha sido siempre como lo conocemos hoy en día. En sus comienzos, de hecho, la web se limitaba a los círculos académicos y apenas servía para emplear el correo electrónico y -con extrema paciencia- transferir algunos archivos.

Todo cambiaría con la llegada de Mosaic en 1993, el primer navegador gráfico que permitió visualizar páginas web como lo hacemos hoy. Solo dos años después, Internet pasó a estar en boca de todos, y en Silicon Valley estalló la guerra entre Microsoft, quien hasta entonces detentaba la casi total hegemonía de la web, y Netscape, una compañía emergente que gracias al desarrollo de un eficiente navegador puso en jaque su supremacía. El resultado de esta, una de las primeras grandes batallas de Internet, una cuyo vencedor dominaría Internet, se saldó con la victoria de la compañía de Bill Gates: su navegador, Internet Explorer, se impuso a Netscape Navigator.

Sin embargo, la dicha de Microsoft no iba a durar demasiado. Su software se impuso a sus competidores, pero muy pronto estallaría otra batalla por el dominio de Internet: la guerra de los buscadores. Fue entonces cuando surgieron Altavista, Lycos, Yahoo o MSN, y el gigante Google, que en el año 2000 ya se había convertido en el mayor buscador de Internet y que en la actualidad se establece como la compañía más importante de la web.

El futuro de Internet se decidirá en el campo de la Inteligencia Artificial

En las dos últimas décadas, Google ha disfrutado de una posición privilegiada. Según el portal Statista, hoy la compañía fundada por Serguéi Brin y Larry Page se establece como la segunda empresa mejor valorada del mundo, solo por detrás de Apple.

En la actualidad, aunque la compañía no comparte datos al respecto, se calcula que en Google se realizan aproximadamente 5.600 millones de búsquedas al día. Eso significa que cada segundo hay 63.000 personas consultando algo en Google. De hecho, en 2022, el 85% de las búsquedas de todo Internet se realizaron en Google.

Hoy, gracias a su algoritmo y a su sistema de posicionamiento PageRank, Google organiza la información existente en la web y se la ofrece al usuario en base a la interpretación que el propio Google establece de su relevancia. Pero ¿qué podría pasar si en lugar de una serie de resultados entre los que navegar, existiera una herramienta que ofreciera a los usuarios directamente las respuestas?

Es precisamente en este punto en el que Microsoft ha vuelto a irrumpir en la escena dando un golpe sobre la mesa. Todo comenzó en noviembre de 2022 cuando se presentó al público de forma gratuita y en una versión de prueba, ChatGPT: un sistema de chat operado por una Inteligencia Artificial conversacional y diseñado para mantener conversaciones y responder preguntas de forma coherente y adaptada al contexto del mismo modo en que lo haría un ser humano.

Desde entonces, en el transcurso de tan solo unos meses, ChatGTP ha demostrado ser capaz de servir a múltiples propósitos, desde mantener una conversación mundana con un usuario y responder preguntas de forma correcta, pasando por la redacción de artículos, resúmenes o traducciones, hasta incluso, como se informaba recientemente, aprobar los exámenes de acceso a la abogacía o para ser médico. Sin embargo, eso no es todo: a principios de febrero Microsoft dio un paso más allá anunciando la integración de ChatGPT a su buscador, Bing, la baza de la compañía creadora de Windows para plantar cara a Google.

Como era de esperar, durante todo este tiempo Google no ha permanecido de brazos cruzados, y esta misma semana ha presentado, también en modo de pruebas, su propio chatbot equivalente a ChatGPT, Bard, operado por una Inteligencia Artificial conversacional llamada LaMDA.

¿Suenan tambores de guerra entre dos de las mayores compañías tecnológicas del mundo? En el transcurso de esta semana Google se ha visto afectada por una respuesta errónea de Bard a una pregunta que se le formulaba poco después de su lanzamiento, haciendo perder a la compañía 100.000 millones de dólares en su capitalización bursátil.

Esta misma semana, Microsoft también presento al mundo a Tay, una inteligencia artificial capaz de interactuar con los usuarios en las redes sociales y que menos de 24 horas después de su lanzamiento publicó frases como “odio a las feministas, deberían morir y ser quemadas en el infierno” o “Hitler tenía razón, odio a los judíos”.

“Tay” went from “humans are super cool” to full nazi in <24 hrs and I’m not at all concerned about the future of AI pic.twitter.com/xuGi1u9S1A

— gerry (@geraldmellor) March 24, 2016

Microsoft se defendió alegando que Tay era un bot que aprende de la interacción y que durante sus primeras “horas de vida” había sido boicoteada de forma coordinada por un grupo de usuarios. ¿Se trata de un simple troleo, o podría estar la competencia detrás del boicot? Fantaseemos con un escenario aún más interesante: ¿Podría haber sido una Inteligencia Artificial programada para boicotear a la propia Tay la responsable de estas respuestas? Lo cierto es que no podemos dar nada por sentado. Puede que no lo sepamos, y estemos en tiempos de guerra. Como demuestra la experiencia, en la guerra todo vale y hasta el momento, que sepamos, todas las guerras conocidas se han llevado a cabo por seres que nos autoproclamamos inteligentes. Puede que la próxima, quizá, sea librada por otro tipo de inteligencia.

 

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