Quaoar, el planeta que replantea una teoría del siglo XIX

El planeta enano Quaoar acaba de desconcertar a toda la comunidad científica desafiando una teoría vigente desde 1850. La Agencia Europea Espacial ha desvelado que este curioso planeta enano, ubicado más allá de Neptuno, presenta anillos a una distancia donde, teóricamente, no podrían existir

La investigación, en la que participaron laboratorios internacionales, incluido el Instituto de Astrofísica de Andalucía, pone en entredicho el llamado límite de Roche, aquel que determina la distancia máxima para la existencia de anillos para su propio planeta.

Planetas con anillos en el sistema solar

Hasta 2013, los únicos planetas conocidos con anillos eran los gigantes del Sistema Solar: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. En ese mismo año, su descubrimiento en el objeto estelar Centauro Clarico, y en 2017, en el planeta enano Haumea, confirmó la existencia de anillos en otros cuerpos más pequeños. Aún así, todos ellos respondían a la teoría establecida por Eduard Roche en el siglo XIX.

Ahora, el hallazgo de anillos en Quaoar a una distancia a la que no deberían aparecer, ha sorprendido y obligado a los astrónomos a replantearse por completo esa teoría vigente.

La realidad desafía a la teoría

El planeta enano Quaoar tiene un tamaño equivalente a la mitad de Plutón y se ubica a una distancia de 43 unidades astronómicas, es decir, 43 veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Lo verdaderamente sorprendente es el anillo que lo rodea: el radio de la órbita es de 4.100 km, equivalente a más de 7 veces el radio del propio planeta.

Ese curioso dato es el que obliga a replantear el límite de Roche. Este científico estipuló en 1850 que existía una distancia máxima para la formación de anillos alrededor de un cuerpo celeste. Sería una distancia en la que las fuerzas del objeto, conocidas como fuerzas de marea, impedirían que las partículas que orbitan a su alrededor se unieran formando satélites. Por el contrario, más allá de esa distancia, no habría ningún problema en que esas mismas partículas se agruparan y crearan satélites que orbitaran a su alrededor.

En cambio, el anillo observado en Quaoar se encuentra en una órbita situada más allá de esta distancia límite estipulada. Es decir, según la teoría establecida por Roche, debería haberse formado ya un satélite. Y sin embargo, según los datos recopilados ahora por los científicos, la realidad es diferente.

Un horizonte de nuevas investigaciones

A raíz del descubrimiento, los científicos creen que es necesario cambiar el enfoque con el que se estudian estos fenómenos astronómicos.

Hasta el momento, este tipo de estudios utilizaba leyes clásicas de colisión que explicaban cómo las partículas se acumulaban rápidamente para formar los satélites, siempre y cuando las fuerzas del planeta no interrumpieran el proceso.

Sin embargo, simulaciones en el laboratorio han demostrado que, a bajas temperaturas, las velocidades de las partículas del anillo podrían ser tan altas que escaparan de la tendencia a aglomerarse y dar lugar a satélites, incluso por encima del límite de Roche.

Lo que queda claro para los astrónomos es que existen mecanismos más complejos involucrados que han sido pasado por alto y que necesitan revisarse. Serán necesarias nuevas investigaciones y diferentes enfoques para lograr a comprender por completo los entresijos de estos fenómenos del cosmos. 

 

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