La noticia del violento terremoto que ha sacudido Turquía y Siria ha conmocionado al mundo. El seísmo ha provocado más de 16.000 víctimas mortales y ha reducido a escombros miles de edificios. Como en otras ocasiones, cada vez que tiene lugar un terremoto, abundan las noticias, reportajes, imágenes en los medios de comunicación, lo que da lugar a oleadas de solidaridad, pero también a confusión de términos, entre ellos, los de magnitud e intensidad.
La magnitud mide la energía liberada
La magnitud es una medida del tamaño de un terremoto. En concreto, mide la energía liberada por el seísmo. Se trata de una escala logarítmica que mide escalas como la de Richter (ML) o la del momento sísmico (Mw), y se emplea para cuantificar la energía liberada por un terremoto. En concreto, cada salto de unidad equivale a un desplazamiento del suelo 10 veces mayor, y a una liberación de energía unas 33 veces mayor.A veces se cae en el error de clasificarla entre el 1 y el 9, o entre 1 y 10, pero en realidad no tiene límites. Tampoco se trata de una escala lineal. Por ejemplo, la energía liberada por un terremoto de una determinada magnitud equivale, aproximadamente, a la energía liberada por una treintena de terremotos de la magnitud anterior. Lo que es lo mismo: un terremoto de magnitud 5 no es algo más grande que uno de magnitud 4, sino que equivale, aproximadamente, a 30 terremotos de 4 juntos. Ello explica, por ejemplo, por qué los grandes terremotos son muchísimo más devastadores que los pequeños.
Un terremoto de magnitud 5 equivale a 30 terremotos de magnitud 4 juntos.
La intensidad mide la fuerza del terremoto
La intensidad, sin embargo, es una estimación cuantitativa del potencial de destrucción de un terremoto. Es un cálculo estadístico, basado en los efectos que produce (sobre personas, objetos, construcciones). Varía en función del lugar en el que se mide o la distancia a la que se encuentre del foco del terremoto. Ello explica, por ejemplo, que un mismo terremoto no cause los mismos estragos en Japón que en Turquía o que una misma magnitud pueda dar lugar a distintas intensidades. La intensidad sí que se mide en grados, y se expresa en números romanos (del I al XII).