Por qué son fluorescentes los escorpiones

Si todas las especies capaces de emitir fluorescencia se juntaran en un mismo hábitat sería como recrear, salvando las distancias, un ecosistema digno de Pandora, el planeta ficticio de la película Avatar. Sin embargo, a diferencia de Pandora, en donde los hongos, las plantas y los animales producían su propia luz (son bioluminiscentes), el resplandor característico de los organismos fluorescentes solo sería observado si, por ejemplo, se iluminasen con luz ultravioleta.

Los camaleones, los periquitos, algunas ardillas o incluso los ornitorrincos, son ejemplos de animales fluorescentes. O lo que es lo mismo, son capaces de recibir la luz con una longitud de onda y reemitirla en otra diferente, generalmente mayor, a través de un aparente brillo de tonos azulados, verdes o rosados.

Los animales fluorescentes son aquellos que son capaces de recibir la luz con una longitud de onda y reemitirla en otra diferente.

Al hablar de fluorescencia hay un grupo de animales especialmente relevante: los escorpiones. Mientras que en los vertebrados, o incluso en otros invertebrados arácnidos (como las arañas o los opiliones) la fluorescencia solo se da en algunas especies, en los escorpiones, un tipo de artrópodos arácnidos, es lo habitual (aunque existen excepciones como los escorpiones asiáticos de la familia Chaerilidae).

La función de la fluorescencia

La forma del pico, de las patas, el tamaño de los ojos, las púas, los cuernos… Teóricamente, en la naturaleza todo debe tener un sentido, cumplir una función determinada ya sea de protección, procreación, alimentación, etcétera. Sin embargo algunas funciones, en ciertas especies, no resultan tan evidentes. De hecho, uno de los mayores interrogantes en el estudio de la fluorescencia ha sido determinar cuál es la función de este fenómeno en los escorpiones. Si es que realmente la hubiese. Se han barajado varias hipótesis: como vía para la detección y el reconocimiento entre sexos o especies, para desalentar a depredadores, o para atraer a sus presas en la oscuridad de la noche. Incluso se ha propuesto que podrían usar la fluorescencia como mecanismo con el que transformar la luz de la luna a una longitud de onda mayor, la azul verdosa (450-570nm), en la cual los escorpiones tienen un mayor grado de sensibilidad visual. De este modo, sus cuerpos actuarían en la oscuridad como potentes amplificadores de la escasa luz nocturna, permitiéndoles obtener una mejor lectura de su entorno, ya sea para detectar presas, depredadores o escondites.

Desafortunadamente, los avances en este campo son escasos y muy controvertidos. 70 años después de los primeros estudios, la función de la fluorescencia en escorpiones continúa siendo un misterio.

La fluorescencia como herramienta

La fluorescencia se ha revelado como una herramienta muy útil con la que detectar escorpiones en ambientes en los que, de otro modo, sería muy complicado. La pregunta es, ¿para qué querría el ser humano encontrar escorpiones?

En primer lugar, los escorpiones se encuentran entre los artrópodos más venenosos del planeta. Anualmente se registran más de 1 millón de picaduras en humanos por parte de estos animales en todo el mundo, de las que alrededor del 3% acaban siendo mortales. Esto constituye un problema de salud pública, especialmente en países en vías de desarrollo localizados en zonas tropicales y subtropicales.

En segundo lugar, el veneno de los escorpiones es uno de los más empleados en el reino animal para el desarrollo de fármacos. Algunas moléculas en su composición sirven como antimicrobiales, antivirales, han servido para combatir la malaria y podrían ser una vía prometedora en la lucha contra el cáncer.

Los escorpiones se encuentran entre los artrópodos más venenosos del planeta, sin embargo su veneno se usa para desarrollar fármacos.

Finalmente, estudiar el comportamiento de los escorpiones también es más fácil gracias a la fluorescencia. Véase como ejemplo esta pareja (macho arriba, hembra abajo) fotografiada en la Estación de Biodiversidad ecuatoriana de Tiputini. Previo al apareamiento, los machos buscan minuciosamente una superficie en la que depositar su saco de esperma (o espermatóforo). A continuación, empieza una danza nupcial en la que el macho y la hembra se agarran por las pinzas en medio de un disputado tira y afloja. Durante el baile, lejos de ser desinteresado, el macho trata de situar a la hembra encima del espermatóforo para que este entre en contacto con el aparato reproductor de ella, y acabe siendo fecundada. Un proceso que en total puede llevar horas o apenas unos minutos.

Por lo tanto, ya sea para evitar sus picaduras, para estudiar su veneno en busca de medicinas, o para conocer más sobre su comportamiento, detectar y observar a estos elusivos animales es mucho más sencillo mediante el uso de tecnología asociada a la fluorescencia.

 

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