Palestina, entre la ocupación israelí y el Gobierno autocrático de Abás

En Palestina, no se pronuncia apenas la palabra esperanza. La rabia ha substituido al optimismo excepcional que, en ocasiones contadas, ha ilusionado a los palestinos. Cada vez más el sonido de las balas amortigua el eco de discursos vacíos de futuro, de paz. La violencia se enquista en los titulares, alcanzando cuotas de hartazgo que cruzan fronteras. Atrapada entre un mandato autocrático y la feroz ocupación israelí, la sociedad palestina trata de salir a flote de la peor crisis fiscal de su historia, de acuerdo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Dividida y sin perspectivas de unión, Palestina sobrevive a duras penas.

A la hora de apuntar a culpables de su crítica situación, los palestinos no son escrupulosos y señalan a dos artífices de su ruina. Por una parte, la ocupación israelí suma su 56º año más expansiva que nunca. El territorio de Cisjordania ha perdido toda continuidad debido a la propagación de asentamientos israelís que no se detiene. Estas colonias judías, ilegales de acuerdo al derecho internacional, ya albergan a 500.000 israelís. Esparcidas por todos los territorios ocupados, los 2,5 millones de palestinos ven sus movimientos constantemente restringidos por el Ejército israelí, mientras sus nuevos vecinos se mueven por carreteras construidas para su uso exclusivo.

Economía inexistente

La ocupación israelí también se hace presente en los más de 600 kilómetros que enmarcan Cisjordania. El “muro del apartheid” cumple dos décadas privando a los palestinos del 10% de su territorio y forzando a los agricultores a estar a la merced de los soldados israelís. Sobre el terreno, la humillación diaria a la que están sometidos los palestinos toma distintas formas. En su Hebrón natal, Muhanned Qafesha la conoce de cerca. Este activista del grupo Jóvenes contra los Asentamientos denuncia que “no hay trabajo”. “Por eso, los palestinos acaban trabajando en los asentamientos israelís” entre aquellos que, fuera de su horario laboral, les atacan, añade este también periodista.

Muhanned Qafesha, activista de Jóvenes contra los Asentamientos, frente a uno de los checkpoints de Hebrón. | Andrea López-Tomàs

Israel ha destruido la economía palestina hasta el punto de que es inexistente”, explica Qafesha frente a uno de los checkpoints que desmiembran su ciudad. “Han hecho que los palestinos necesiten la ocupación para poder trabajar, es decir, los controlan a través de la concesión de permisos de trabajo por parte de la administración civil de Israel, ya que si pasa cualquier cosa, si la violencia escala, detienen las licencias, lo que significa que los palestinos dejan de recibir ingresos“, cuenta a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica. Qafesha ya está acostumbrado a descubrir a amigos y conocidos que desean que las cosas le vayan bien a Israel y que condenan los ataques perpetrados por sus compatriotas. “No tienen otra opción si quieren trabajar”, apunta.

Crisis de legitimidad palestina

Pero este dominio no sería posible sin un cómplice fiel. Todos los ojos miran hacia la Autoridad Palestina (AP), con especial suspicacia hacia su líder, Mahmud Abás. “El problema es que la AP no tiene ningún poder, no es ninguna autoridad, ya que no se puede ni proteger a sí misma”, analiza Qadesha. Abás, conocido popularmente como Abu Mazen, está enfrascado en una crisis de legitimidad desde hace más de una década. El líder de Fatah tiene el mandato agotado desde 2009 y el Parlamento disuelto. Gobernando a golpe de decreto, ha firmado 350 órdenes presidenciales a la vez que ha oprimido a la disidencia y a las voces críticas con su perpetuidad en el poder. 

Hace 16 años que Abu Mazen debería haber convocado elecciones, pero en abril de 2021 fueron pospuestas de forma indefinida. A la crisis de legitimidad se le suma un mayor apoyo popular a Hamás, que los palestinos ven como el único actor que se enfrenta a Israel de forma directa. El último sondeo del Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas (CPIPE) muestra que el 74% de los participantes quiere la dimisión de Abás y un 57% tacha a la AP de estorbo. Mientras, el líder palestino de 87 años sigue sin designar a un sucesor para el día que muera o el día en que se retire, un escenario menos probable.

Dos mujeres caminan junto al muro de Cisjordania en el puesto de control de Belén. | Andrea López-Tomàs

Nuevos grupos armados

“Nuestro Gobierno tiene la responsabilidad de lo que está pasando, de la mala situación en la que somos forzados a vivir”, denuncia Abu Mujahed. Bajo el alias de “padre de los luchadores”, este miliciano palestino buscado por las autoridades israelís es uno de los líderes de la rama en el campo de refugiados de Yenín de la Brigada de los Mártires de Al Aqsa, un grupo armado palestino considerado terrorista por Israel, la Unión Europea o Estados Unidos. “Queremos una nueva intifada en Cisjordania y Gaza para detener esta ocupación que trabaja al servicio de los colonos”, declara a este diario.

El clima de violencia en el que viven los palestinos se ha agudizado durante el último año. Este 2023, al menos 36 palestinos han sido asesinados por fuego israelí siguiendo la tendencia de los meses anteriores. En 2022, alrededor de 170 palestinos sufrieron la misma suerte en los territorios ocupados y 49 gazatís murieron en la Franja durante los bombardeos israelís de la Operación Amanecer en agosto. Naciones Unidas lo ha considerado el año más violento desde 2006

Parte de la juventud palestina, sin nada que perder, ha decidido responder a la violencia. Abu Mujahed es uno de ellos. “Los estudiantes en la universidad en lugar de llevar libros, portan pistolas“, cuenta desde un lugar seguro sobre el campo de refugiados de Yenín. “Hay tantos muchachos de familias muy ricas que tienen una buena vida pero eligen ir al centro de Israel e inmolarse para matar al máximo de israelís posibles”, explica, citando los nombres de los “mártires” que han muerto como héroes en los últimos meses. “Abu Mazen nos metió en esto cuando adoptó el proceso de paz”, señala.

El miliciano palestino Abu Mujahed, en el campo de refugiados de Yenín. | Andrea López-Tomàs

Millones de refugiados

Gran parte de la población aplaude los gestos de esta juventud. Otra encuesta del CPIPE de diciembre muestra que el 72% de la ciudadanía apoya la formación de nuevos grupos armados en Cisjordania. La trágica situación económica y de seguridad explica estas cifras. Alrededor del mundo, hay 5,9 millones de palestinos refugiados alejados durante décadas de su patria y que reciben los servicios de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA). Más de 1,5 millones de ellos siguen viviendo en 58 campamentos refugiados en Palestina, Jordania, Líbano y Siria. 

Además, aquellos que viven en Gaza y Cisjordania se enfrentan a una situación económica devastadora. Los más de tres lustros de bloqueo israelí en la Franja la convierten en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, donde languidecen sin agua, sin electricidad y sin futuro millones de palestinos. A su vez, sus compatriotas de los territorios ocupados sufren la peor crisis fiscal de su historia, según la ONU, debida en gran parte a la falta de apoyo internacional. La ausencia de un mañana sigue siendo la mayor condena para los palestinos hoy.

 

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