Flamencos a las puertas de Valencia

Que haya flamencos en la Albufera de Valencia no es ninguna noticia. Lleva pasando varios años. Pero sí lo es el hecho de que cada vez sean más numerosos (el último censo hablaba de 11.000 ejemplares) y que cada vez se acerquen más a la gran ciudad, a sus grandes infraestructuras viarias y a su intenso transitar de personas y vehículos, por no hablar de los habituales niveles de contaminación. Pues bien, eso está pasando y no es difícil ver estos días grandes concentraciones de estas zancudas rosas a las puertas de València, en los humedales más próximos al Saler, ofreciendo un espectáculo natural muy poco común en zonas de alta densidad demográfica.

La explicación de este fenómeno creciente es simple. Hay abundante comida todo el invierno y los flamencos no son aves temerosas. Además, entre los últimos puntos de los que se retira el agua está el Saler, por lo que estas aves no tienen inconveniente en acercarse cada vez más a la gran ciudad.

Flamencos junto a Valencia. | Germán Caballero

¿Por qué Valencia?

Según el biólogo y guía de turismo ornitológico Virgilio Beltrán, los flamencos pueblan las lagunas de todo el Mediterráneo occidental, desde Italia hasta el norte de África. En España están ya en casi todos los humedales, incluso en lagunas de Albacete o Teruel. Para reproducirse suele elegir, explica este experto, lagunas saladas, donde hay más alimento. Es el caso del Delta del Ebro, la laguna de Fuente de Piedra en Málaga o Santa Pola. Pero cuando termina el periodo de cría se desplazan a otros humedales para pasar todo el invierno. Y cuanta más comida mejor, de ahí que la Albufera sea un espacio cada vez más atractivo para estos periodos.

“Valencia es ideal para los flamencos por el mantenimiento del arrozal, que hace que amplias zonas inundadas se mantengan varios meses”

“Valencia es ideal para los flamencos por el mantenimiento del arrozal, que hace que amplias zonas inundadas se mantengan varios meses”, explica Beltrán. Eso hace que cada vez las concentraciones sean mayores. “Y se acercan cada vez más a la ciudad porque es donde más tiempo aguanta el agua. Los campos cercanos al Saler aguantan más inundados y por eso se les puede ver por ahí”, añade.

En realidad, la gran población de flamencos se distribuye por numerosos puntos de la Albufera, concentrándose luego para dormir en dos pequeñas lagunas junto al Racó de l’Olla que están declaradas reserva y les permite pernoctar con tranquilidad.

Una especie sin riesgos

Un elemento clave para esta expansión es el hecho de que sea una especie absolutamente fuera de peligro y que su carácter les permita convivir con los coches. “A ellos no les molestan las carreteras ni el tráfico, lo que les interesa es comer“, asegura Virgilio Beltrán. Ahora bien, eso no significa que se les pueda molestar intencionadamente, ni para verlos, ni para que levanten el vuelo y ofrezcan esas estampas salvajes que acostumbramos a ver en los documentales. “La gente no les puede molestar y más si agitan los brazos o hacen alguna otra cosa para que levante el vuelo. Les molesta porque interrumpen su alimentación”, advierte.

Todo el año

Lo normal es que los flamencos se pasen en la Albufera todo el invierno y se marchen a los puntos de cría en el mes de abril aproximadamente. En cualquier caso, siempre hay ejemplares que deciden quedarse en València, de manera que en verano también es posible verlos en algunos parajes.

El vicealcalde y concejal de Medio Ambiente, Sergi Campillo, ha añadido como elementos positivos la mejora del agua en cuanto a elementos contaminantes. “Vienen aquí porque es un sitio seguro y con alimento. Son animales que se mueven varios kilómetros para comer y luego vuelven a un punto a dormir. Por eso es necesario recuperar humedales perdidos en el pasado y la conservación de la Albufera, que en los últimos años ha mejorado mucho pero que aún tiene un largo recorrido”, ha explicado.

Campillo también ha hecho un llamamiento a la población para que respeten a las aves. “La conservación de la biodiversidad es lo más importante”, dijo.

La alimentación es la clave

La alimentación es el principal elemento que mueve a los flamencos, de ahí que València sea un punto muy atractivo fuera de las épocas de cría. En los arrozales encuentran grandes espacios encharcados donde pueden alimentarse fácilmente. Hay que señalar que estas aves se alimentan por filtración. “Remueven el limo con las patas y luego se meten el agua sucia el boca, donde tienen dos orificios por los que expulsan el agua a presión y se quedan con los pequeños crustáceos, gusanos u otros organismos. No comen ni peces ni cangrejos. Precisamente su color rosado se debe a la ingesta mayoritaria de la “artemia salina“, un crustáceo que está en las lagunas salobres y que por eso hace que esta especie opte por este tipo de humedales para criar.

 

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