Con la cabeza de tigre tatuada en su antebrazo, la bielorrusa Aryna Sabalenka es una fuerza de la naturaleza en las pistas de tenis, pero le ha llevado años domar los nervios y levantar su primer título de Grand Slam.
Nacida hace 24 años en Minsk, Sabalenka comenzó a jugar a tenis con seis años y por casualidad, al pasar en coche con su padre Serguéi, un jugador de hockey sobre hielo, por delante de unas pistas y decidieron probar.
Y los recuerdos de sus primeros partidos de tenis profesional son algo difusos.
“Me acuerdo vagamente de un partido entre Kerber y Serena, en la final (del Abierto de Australia 2016), ¿no? Había pedido un chocolate en un café y había un televisor. Pero en realidad, yo no miraba realmente tenis. No sé por qué. Me da vergüenza ahora”, explicó.
Ese mismo año, ella comenzaba en el circuito profesional WTA en Rabat y perdía en la ronda calificatoria del Abierto de Estados Unidos.
En 2017 entra en el top 100 y acaba la temporada en el ranking 78º tras una final perdida en Tianjin contra Maria Sharapova. Ese mismo año se da a conocer llevando a Bielorrusia a la final de la Fed Cup.
– Primeros títulos –
Y el año siguiente ya empezaron a caer los títulos, en New Haven y en Wuhan, y a nacer su confianza en poder ganar algún día un Grand Slam.
“Empecé a tener un poco más de confianza en mí misma. Empecé a entender que con trabajo, con los años, puede que fuera capaz de hacerlo”, explica.
Y ese trabajo lo ha cumplido, desplegando un juego muy agresivo. Se convirtió en una jugadora potente, con golpes pesados y un servicio devastador, pero que cometía constantes dobles faltas que la hundían en abismos de dudas.
Entonces añadió a su entrenamiento un trabajo psicológico, aunque finalmente prescindiera de él antes de llevarse su título más importante, el Abierto de Australia.
“En el parón entre temporadas decidí dejar de trabajar con un psicólogo. Me di cuenta de que era la única en poderme ayudar. Le dije a mi psicólogo que pensaba que tenía que gestionar todo esto sola porque contar cada vez con alguien para solucionar mis problemas, a fin de cuentas no solucionaba nada”, explicó.
– “Gritar menos” –
Discutiendo con su familia, su equipo, al final ella es su “propia psicóloga”, bromeó en Melbourne. “Me conozco bien y sé gestionar mis emociones”, aseguró.
Prueba de ella es su entereza en los momentos tensos en el Abierto de Australia, en el que apenas le ha fallado el servicio, tan traicionero en el pasado.
“He intentado gritar menos cuando jugaba mal algunos puntos o cometía faltas. Intentaba simplemente de contenerme, mantener la calma y pensar en el punto siguiente”, explicó.
Una actitud completamente nueva. Ella misma reconocía que hace simplemente unas semanas, hubiera estallado tras un inicio de partido como el encajado contra la polaca Magda Linette en semifinales, concediendo un break en blanco de entrada con tres dobles faltas.
“Me hubiera puesto a gritar contra todo el mundo, a sentirme mal, a darle demasiado fuerte a las pelotas. Esta vez, me dije: ‘Vale, esto pasa, no hay problema’. Y encontré mi ritmo”, expuso.
Y este es el credo de la nueva Aryna Sabalenka: “Es normal sentirse nerviosa”.
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