Las directoras de orquesta piden paso

En el mundo del arte las mujeres han ocupado históricamente un lugar residual. En la música ocurre igual, especialmente en la música sinfóncia. Las grandes y mejores orquestas formadas principalmente por hombres se han mostrado alérgicas a las batutas femeninas y también a la presencia de intérpretes del otro sexo en sus formaciones.

En la segunda mitad del siglo XX la mujer ha ido avanzando y en el mundo de la clásica cada vez son más las directoras que se abren camino. Marin Alsop, Susana Mälkki, a quien recientemente bordó ‘Il trittico’ en el Liceu, Simone Young, que ha dirigido la OBC y otras batutas como Annu Tali, Mirga Grazinyte-Tila, Alondra de la Parra, Joana Mallwitz o la española Inma Shara, entre otras, han demostrado que el género no influye a la hora de interpretar una partitura y hacer llegar su mensaje al público.

Sin embargo, por más que avancen las mujeres en el podio, el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, que se retransmite cada 1 de enero a un montón de países sigue es un coto cerrado para ellas. Los responsables de la orquesta alegan que es tal la responsabilidad que implica que los músicos necesitan de unos 10 años de relación mínima con quien vaya a dirigirles.

“Si el criterio principal es que el director tenga una relación de larga duración con la orquesta, y la orquesta nunca contrata a mujeres directoras invitadas… ¡el resultado está predeterminado por la institución misma, no por el talento y la capacidad de mis maravillosas colegas femeninas!”, señala Marin Alsop, directora norteamericana con un impresionante currículum que ha debutado como titular de la Sinfónica de la Radio de Viena, la primera directora de su historia.

En el documental sobre su vida ‘The conductor’ queda claro que el podio no es terreno exclusivo para hombres. Sin embargo, en los 84 ediciones del tradicional concierto de valses desde el Musikverein nunca una directora ha llevado la batuta. Entre sus discípulas actuales figura una española, Irene Delgado Jiménez, que disfruta de una beca Taki Alsop impulsada para ayudar a futuras directoras a cumplir su sueño. Ahora ya nadie puede decirle a una niña que no puede dirigir una orquesta, pero todavía son muchas más las dificultades ante las que se encuentran en un mundo tradicionalmente dominado por hombres donde son minoría.

“Menos del 10% de los directores son mujeres”, recuerda Delgado-Jiménez. Y en las orquestas top, poquísimas. “Tradicionalmente ellos han ocupado los puestos de liderazgo. Cuando entré en la ESMUC me recibieron diciendo: ‘Has roto la maldición’. Fui la primera en estudiar allí dirección de orquesta”, explica. Actualmente, Delgado-Jiménez está en Viena perfeccionando sus conocimientos, trabajando como asistente de Marin Alsop en la Sinfónica de la Radio de Viena, cuyos conciertos tienen lugar en el Musikverein y el Konzerthaus.

“Los vieneses son muy conservadores, temí que el primer concierto de Marin con música difícil del siglo XX y XXI no llenara. Pero lo hizo y fue una fiesta”, recuerda. Tiene esperanzas de poder desarrollar su futuro en la música. “No hay una receta única para dirigir. Cada persona es un mundo. Lo importante es tener algo que aportar a la música y comunicarlo con respeto pero sin que éste se te coma”, señala a sus 32 años esta directora de Algeciras.

Muchas mujeres en el mundo del arte se han quedado apartadas. “¿Cuántas cosas nos hemos perdido por culpa del machismo? Antonia Brico, una directora a la que Sibelius adoraba, nunca pudo grabar la obra del compositor. ¡Menuda lástima!”, resalta la joven batuta andaluza respecto a la maestra en el que se basa el filme ‘La directora de orquesta’. Tampoco, pese a las buenas críticas obtenidas en las mejores orquestas en Europa, logró la titularidad de una formación en su país y en 1935 presentó su propia orquesta, la New York Women’s Symphony, que contó con el apoyo de Eleanor Roosevelt, primera dama dama de EEUU y el alcalde de Nueva York. “Hoy hay directoras estupendas. Solo hay que dejar que brillen”. Y eso no es fácil. Las orquestas de primera división no suelen dar muchas oportunidades. Sólo cuatro de las 129 orquestas profesionales de Alemania están dirigidas por mujeres.

Diferencia abismal

Para David Albet, coordinador de las Departamentos Instrumentales de la Esmuc, la Escuela Superior de Música de Catalunya, es inexplicable el escaseen el número e directoras al frente de orquestas. “La OBC se ha ido poniendo las pilas y cada vez invita a más directoras, sin embargo, su última apuesta como titular ha vuelto a ser un hombre”. Eso sí, cuenta con Marta Gardolińska como principal directora invitada a partir de esta temporada.

La dirección musical implica lidiar con un montón de egos y la empatía es fundamental. Es una colaboración mutua la que se establece con los músicos pero la que marca la pauta es la batuta. “Antes la mayoría de chicas querían ser directora de coro. Pero esto ha cambiado radicalmente. El panorama para las directoras están hoy mejor que hace años. Hay más que antes y se ha avanzado pero no es suficiente. Aún hay cierto miedo a dejar que una mujer lleve una orquesta”.

Los hombres siguen siendo mayoría en los estudios de dirección. En la Esmuc desde el curso 2004-05 hasta hoy se han graduado 6 directoras de coro frente a 23 directores. En dirección de orquesta la diferencia todavía es mayor: 5 graduadas frente a 36 graduados.

En abril Irene Delgado Jiménez dirigirá en el Palau de la Música con formaciones de la Esmuc el ‘Oratorio Isacco’ de Marian von Martínez, una compositora del siglo XVIII de origen español discípula de Haydn. “Hemos hecho un trabajo de recuperación muy grande. Es una obra de 1781 que vale la pena redescubrir y presentaremos semi-escenificada”, comenta la directora, con ganas de brillar en este concierto. Y en muchos más.

 

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