PARÍS.– Conscientes de que Rusia prepara una gran ofensiva en Ucrania para los próximos meses, los ministros de Defensa occidentales decidieron ayer en la ciudad alemana de Ramstein dar un masivo apoyo militar a Kiev, pero sin superar los obstáculos que bloquean la entrega de los sofisticados tanques de combate necesarios para cambiar la naturaleza de la guerra y poder pasar a la contraofensiva. Principal obstáculo: la reticencia de Alemania, fabricante del Leopard 2. Ayer, sin embargo, el nuevo ministro de Defensa alemán afirmó que su país no está lejos de levantar el veto.
A pesar de la insistencia de Kiev y de numerosos países europeos, Alemania se ha resistido hasta ahora a entregar a Ucrania sus tanques Leopard 2, considerados los mejores del mundo, o permitir que lo hagan algunos de los 13 ejércitos europeos que los tienen en sus arsenales, como Polonia, Finlandia o España y se han declarado dispuestos a entregarlos. Kiev asegura que necesita esos sofisticados tanques occidentales para hacer frente a la esperada ofensiva rusa, que muy probablemente se produzca en la primavera boreal.
Sin esperar ese momento, los enfrentamientos en el este y sur del país son cada vez más violentos. El dirigente de la autoridad de ocupación de Zaporiyia, Vladimir Rogov, reconoció que se ha producido un fuerte aumento de la intensidad de los combates. “En este momento se combate en todas partes de la línea de frente. Como nunca antes”, dijo el funcionario a la agencia rusa Ria Novosti.
Zelensky habla durante la cumbre de ministros de Defensa (Boris Roessler/)
El gran interrogante es si esos tanques de combate serán los “war changers” de 2023. En diciembre, el jefe del Estado Mayor del Ejército ucraniano, Valeri Zaloujny, aseguraba que, con 300 de esos blindados, sabía cómo “vencer al enemigo”. Por su parte, la revista especializada Military Balance estima que “apenas” un centenar podría tener un sensible impacto en el conflicto.
Para esos especialistas, una vez en posesión de decenas de esos tanques, los ucranianos podrían hacer mucho más que resistir a los ataques rusos y lanzar una verdadera contraofensiva, para recuperar por ejemplo partes del Donbass que, por el momento, están bajo control ruso o sus mercenarios. Lo mismo sucedería con la península de Crimea, anexada por Moscú en 2014. En otras palabras: pasar de la defensa al contraataque.
“Aliados a los Marder, blindados de concepción alemana capaces de transportar tropas hacia el frente y traerlas detrás de las filas en caso de peligro, los tanques de asalto podrían hacer evolucionar efectivamente la situación militar en el terreno. Con sus municiones pesadas y su resistencia al fuego adverso, pueden hacer frente a los blindados rusos y golpear con eficacia las posiciones de artillería enemigas”, explica el general Jean-Paul Paloméros.
Impacto en el frente
Otros expertos consideran que serán necesarias muchas semanas para que los tanques de asalto tipo Leopard 2 tengan un impacto significativo en el frente.
“Hay cerca de 2000 tanques Leopard disponibles en varios países europeos. Son mucho más que los Leclerc franceses –que Francia decidió por el momento no entregar– y los Challenger británicos, 14 de los cuales Londres enviará a Kiev en los próximos días. Ese tipo de blindados no puede circular por todas partes pero es potente y resistente. En campo raso, es el rey de la batalla. Desde un punto de vista táctico, es muy superior a todo lo que tiene enfrente”, afirma el coronel (RE), historiador y estratega Michel Goya.
Olaf Scholz pasa frente a un tanque Leopard 2 (RONNY HARTMANN/)
El problema reside en que el Ejército ucraniano tendrá que formarse y eso llevará semanas. También será cuestión de mantenimiento, repuestos, combustible, etc. Esa es la razón por la cual los expertos militares consideran necesario limitarse a un solo tanque de combate, para evitar que Kiev se vea confrontado a una pesadilla logística.
Después de la reunión de Ramstein que contó con la participación de representantes de más de 50 naciones donantes y concluyó con una impresionante lista de sofisticados armamentos a Kiev, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, defendió la posición de su gobierno –una coalición tripartita con diferentes ideas sobre la cuestión–, pero afirmó haber ordenado una revisión de los stocks nacionales en caso de cambio de política.
“No tenemos dudas. Solo tratamos de ser muy cuidadosos midiendo los pros y los contras”, explicó. “Esta sería para nosotros una medida totalmente nueva”, agregó.
Si Alemania cambiara de posición, Ucrania podría recibir cantidad de esos blindados rápidamente. Persiste, sin embargo, la cuestión del giro político que tomaría el conflicto, detrás de lo cual se planteará el envío de aviones cazabombarderos, como los F16 norteamericanos, un tema ya en discusión en los estados mayores occidentales.
“¿En qué engranaje nos estaríamos lanzando? Desde el comienzo de la invasión, los Estados miembros de la OTAN y sus aliados entregan a Kiev medios para defenderse. Pero los tanques de asalto representan un cambio en la naturaleza de la guerra. Suficiente como para que Moscú nos acuse de cobeligerancia”, advirtió el exdiputado conservador francés Pierre Lellouche.
Si bien la duda existe en algunos, el argumento es desechado por gran parte de las fuerzas democráticas europeas, que consideran que la violencia insensata de Moscú ha llevado al continente a un punto de no retorno. “Los occidentales han comprendido que el conflicto ruso-ucraniano no es solo una guerra bilateral, sino que compromete el futuro de todos, del derecho internacional y de la estabilidad a largo plazo en toda la región”, dijo el filósofo Bernard Henri-Lévy.
A su juicio, una victoria rusa lo sería también para las autocracias y las dictaduras, a comenzar por China y por Irán, que también tienen –por otras razones– los ojos puestos en la guerra. Para Henri-Lévy, “esa victoria de Moscú sería una derrota para Occidente y sus valores, en un momento en que retrocede en todo el mundo, cuestionada en Medio Oriente, en África e incluso en Asia”.