El Gobierno anunció una recompra de deuda externa por US$1000 millones como parte de una política de manejo de pasivos, que trae entusiasmo en el mercado y baja el riesgo país, pero a la vez genera muchas preguntas.
Las dudas son tanto por el momento como por las razones por las que se hace. Recientemente se hicieron otras operaciones de manejo de pasivos que eran justificables porque buscaban mantener la estabilidad financiera. El Banco Central, a mediados del año pasado, asistió al Tesoro comprando bonos en pesos en momentos en que el mercado era reacio para refinanciar los vencimientos de la deuda de corto plazo. En ese caso la intervención estaba más que justificada, porque se trató de evitar un nuevo reperfilamiento de la deuda local, lo cual hubiera significado el golpe de gracia para un mercado que apenas sobrevive.
La recompra que se anunció hoy es un caso muy diferente. Primero porque no hay un peligro inminente de default de la deuda externa. Este año sólo faltan pagar intereses sobre los bonos por US$1000 millones y no parece que 2024 sea una amenaza en ese sentido. Tampoco se espera que con esta transacción se logre acceder nuevamente a financiamiento externo, porque los bonos siguen rindiendo tasas por encima del 20% anual, mientras que el riesgo país ronda los 1800 puntos, con lo cual el mercado de capitales sigue cerrado.
Se puede argumentar que lo que busca el Tesoro es comprar bonos que están muy baratos porque no hay compradores. Pero los bonos estaban mucho más baratos (casi un 60% menos) hace sólo unos meses y en ese momento no se hizo nada. Además, la recompra se anuncia en medio de una suba de precios que estuvo impulsada por un mayor interés por parte de los inversores en bonos y acciones argentinas.
También cabe preguntarse si conviene usar un sexto de las reservas netas cuando muchas industrias no consiguen autorizaciones para importar insumos que son necesarios para que no paren las industrias y no falten productos en la góndola. ¿Acaso es más importante bajar el riesgo país 200 puntos que mantener los niveles de producción y de empleo?
La sospecha es que hay otra preocupación en danza, que muy posiblemente esté detrás de la recompra: la disparada de los dólares paralelos desde principio de año que los acercaba peligrosamente a los $400. Lo curioso es que el dólar subía en medio de la mayor caída del riesgo país en más de un año y de subas en los precios de los bonos y las acciones.
Lo más sorprendente de este período es que mientras por un lado los inversores acumulaban bonos, por el otro huían del peso y compraban dólares. La conclusión es que las subas de precios de los bonos no llevan necesariamente a una caída del contado con liquidación (CCL).
¿Puede esta recompra llevar a una caída del CCL? Sólo indirectamente, en la medida que ayude a generar confianza en el peso. En el primer día el objetivo se logró y el CCL bajó alrededor de 3%. Pero no alcanza para cantar victoria, porque en simultáneo se anunció otra medida que seguramente fue más poderosa a estos efectos: una suba en la tasa de interés de corto plazo que históricamente ha tenido un impacto importante en el CCL.
La solución al problema del dólar, de la brecha cambiaria, como así también de las reservas, de la deuda y la inflación pasa por implementar un programa macroeconómico integral de largo plazo que sea creíble. La recompra de deuda es una política aislada, como fueron el dólar soja, los préstamos del BID y tantas otras medidas. Es una medida controvertida, especialmente porque se usan reservas, que son muy escasas, en un momento en que los bonos ya están subiendo y no cambia en forma drástica el riesgo país.
Seguramente seguirán saliendo medidas para evitar una crisis que pueden dar un alivio temporario y ayudan a sobrellevar el año electoral, pero que difícilmente alcancen para revertir la coyuntura compleja que vivimos.