Cuatro enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti –dengue, fiebre chikungunya, zika y fiebre amarilla– están activando una alerta sanitaria en los países que comparten la Triple Frontera: la Argentina, Brasil y Paraguay. Un brote con más de 1000 casos de fiebre chikungunya en localidades paraguayas que frecuentan viajeros desde la Argentina, un aumento del 337% en lo que va del año de la cantidad de argentinos que cruzaron por tierra hacia playas brasileñas y las condiciones climáticas y ambientales favorables para la proliferación del mosquito vector potencian el riesgo este verano.
La aparición ya desde el mes pasado de por lo menos cinco casos de dengue autóctonos (personas sin antecedente de viaje) es una alarma temprana en ese sentido. Tres se confirmaron en la Ciudad de Buenos Aires y dos en Córdoba, con más de una decena de infecciones consideradas probables la semana pasada en el centro y norte del país, según pudo conocer LA NACIÓN.
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“Estos casos alertan sobre la presencia del virus en el país en un contexto favorecedor para la propagación del virus, siendo que nos encontramos en temporada de temperaturas altas y de mayor movilidad de personas dentro y fuera del país”, indicó anteayer el Ministerio de Salud de la Nación al actualizar los datos locales recién a la primera semana de este año.
Entre confirmados y probables son apenas el 2% de un total de 1191 casos notificados desde agosto pasado, que es cuando se considera el inicio de temporada de estas infecciones. Pero un 50% de todas esas notificaciones no se pudieron descartar o todavía siguen en investigación.
“El riesgo alto es entre febrero y marzo, cuando vuelven los que se fueron de vacaciones a Brasil u otros lugares donde se están detectando casos. El primer período de riesgo, que sería esta semana, por los viajes a Paraguay a fin de año y en la primera quincena para visitar a familiares, parecería que va a pasar”, dijo Juan Carlos Cisneros, subdirector del Hospital Muñiz.
En ese centro de referencia para el diagnóstico de dengue y otras infecciones transmitidas por mosquitos, como fiebre chikungunya, zika o fiebre amarilla, confirmaron recientemente un caso importado [con antecedente de viaje] de chikungunya. “Ese es un riesgo para toda la comunidad, por lo que es importante detectarlo rápidamente para evitar que aparezcan casos autóctonos”, agregó.
La última epidemia de dengue en la Argentina fue en la temporada 2019-2020, cuando la detección de casos se superpuso algunas semanas con la de los primeros infectados de Covid-19. Esa epidemia superó en poco más de un 40% (con más de 58.000 casos confirmados de dengue) la de la temporada 2015-2016. Anteayer, la cartera sanitaria nacional incluyó en su último boletín de vigilancia epidemiológica la alerta que se activó en la región con un aumento de casos de chikungunya en Paraguay, lo que también señalaron desde un centro de referencia de Brasil ante la consulta realizada por LA NACIÓN.
En ambos países, el movimiento turístico de argentinos se intensificó con las celebraciones de fin de año, las vacaciones y, el mes que viene, también durante el feriado de Carnaval. Solo por tierra, en las dos primeras semanas de este mes, cruzaron a localidades del sur brasileño 76.418 turistas argentinos, un 337% más que en la misma quincena de 2022, según publicó el diario O Globo.
“Se insta a reforzar la sospecha de esta enfermedad [por chikungunya] en todas las jurisdicciones del país y, en particular, en los casos con antecedentes de viaje a la zona afectada, en conjunto con las acciones de prevención y control pertinentes”, difundió la cartera sanitaria argentina.
Como el dengue, es una enfermedad que depende de la higiene ambiental cualquiera sea el nivel socioeconómico. Se estima que por cada persona enferma, se infectan entre 8 y 15 personas más que, a la vez, continúan el ciclo de transmisión a través del mosquito vector.
Criaderos activos
El viernes pasado, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social de Paraguay dio a conocer que más del 90% de las viviendas relevadas en ocho ciudades del departamento Central y 22 barrios de Asunción –las áreas críticas– tenían criaderos activos de Aedes aegypti. Ahí, próximo a la frontera con la provincia de Formosa, se está concentrando el brote de chikungunya. En tres semanas, la Dirección General de Vigilancia de la Salud registró 1244 nuevos casos de chikungunya, comparado con solo nueve de dengue. Falleció una mujer de 73 años por fiebre chikungunya y hay 15 internaciones, incluidas tres en terapia intensiva.
“Nos preocupa el ascenso principalmente de chikungunya”, dijo Guillermo Sequera, director de esa dependencia, a través de un comunicado. “Estamos teniendo también casos de dengue, pero la cantidad de chikungunya es mucho mayor y está centralizada en el área metropolitana de Asunción y Central –continuó–. En el resto del país [Cordillera, Concepción, Paraguarí, Guayrá y Chaco] también tenemos casos, pero de manera más dispersa.”
En Brasil, también registraron “un aumento importante” de los casos de chikungunya en algunas regiones, sobre todo en Minas Gerais y el noreste del país vecino, según indicaron a LA NACIÓN desde InfoDengue, el sistema de monitoreo de arbovirosis que desarrollaron investigadores de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y la Fundación Getúlio Vargas. “Sin embargo, el dengue prevalece como la principal enfermedad transmitida por Aedes aegypti”, aclaró Sara Oliveira, asistente de investigación.
Los principales síntomas de consulta entre los pacientes con chikungunya están siendo fiebre, dolor articular moderado a grave, erupciones en la piel, cefalea y dolor corporal generalizado, con casos de conjuntivitis e inflamación y rigidez articular. En aquellos con dengue, hay, también, aparición de dolor detrás de los ojos (retro ocular), en las articulaciones y los músculos.
Las autoridades sanitarias paraguayas también están recomendando a residentes y turistas consultar de inmediato ante ciertos signos de alarma: dolor abdominal, somnolencia, vómitos, debilidad y sangrado de mucosas. En Misiones, una provincia que comparte el 90% de su frontera con Brasil y Paraguay, el Ministerio de Salud intensificó en las últimas semanas la comunicación para que la población se vacune contra la fiebre amarilla y elimine potenciales criaderos para el mosquito.
“Es importante utilizar protección individual, como repelentes, y colectiva, como evitar la acumulación de agua en lugares abiertos”, insistió Oliveira.
Para Cisneros, lo más importante, ahora, es que la población esté atenta a la consulta inmediata ante la aparición de síntomas y a no tener reservorios aptos para la reproducción del mosquito en viviendas, jardines, balcones, terrazas, lugares de trabajo, obras en construcción. Lo mismo se aplica al espacio público, incluidos cementerios, plazas, hospitales, escuelas, trabajos en la vía pública, entre otros, y depende de las autoridades locales.