De la doble llave al sistema robotizado. Cada vez más argentinos recurren a las cajas de seguridad y ya no solo guardan dinero y objetos valiosos

Alejandro (es un nombre de fantasía para preservar su identidad) tenía algo muy preciado que no quería guardar en su casa: los pasajes para poder asistir a la Copa del Mundo en Qatar. Quizás por temor a perderlos o a que se los robaran decidió llevarlos a una caja de seguridad de las que se ofrecen en un local en el shopping Alto Palermo. Hace algunos años hubiera sido impensado que un centro comercial ofreciera esta opción. Hoy crecen las alternativas, pero también la demanda. El colchón o los escondites caseros no convencen a los argentinos, que quieren preservar lo mucho o poco que tengan.

En la Argentina hay unas 900.000 cajas de seguridad, de las cuales el 35% está en la ciudad de Buenos Aires. El principal actor del sector son los bancos, pero en el último tiempo viene aumentando la oferta de empresas que alquilan cajas de seguridad privadas.

El 35% de las cajas de seguridad del país se encuentran en la ciudad de Buenos Aires

La demanda se explica por distintos motivos: la inseguridad, la desconfianza en inversiones financieras -sobre todo después del 2001- y la baja cantidad de cajas de seguridad por habitante: mientras que en Europa habría una cada 14 personas, en nuestro país el ratio sería de una cada 52. A esta situación se suma que en los últimos años hubo cierres de sucursales bancarias, lo que habría hecho descender el número.

Sin embargo, fuentes de distintos bancos aseguran que la cantidad de cajas disponibles es estable, es decir, que si unifican sucursales, no baja la cifra. Las entidades ofrecen más cajas chicas y medianas porque son las más requeridas, con valores que parten de $2200 mensuales.

Nuevos sistemas

El negocio se extiende al ritmo de las necesidades de los argentinos, que guardan desde dinero a pasajes o papeles importantes. Hausler es la empresa líder de este segmento, con sucursales en Alto Palermo, Unicenter, microcentro, Belgrano, Pilar y Córdoba. Y se siguen expandiendo con próximas aperturas en Paseo Alcorta y Santa Fe y Callao.

“A partir de ahora estamos apostando al modelo robotizado. Los nuevos clientes se sienten más cómodos con este tipo de servicios que con la doble llave y el modelo suizo del guardia que saca la llavecita del reloj y abre la bóveda”, cuenta el CEO Carlos Gesino.

En las sucursales robotizadas, la persona tiene que pasar una serie de controles biométricos (que incluyen hasta la lectura de vasos sanguíneos) para certificar su identidad y recibe sus posesiones a través de un robot que cumple con las opciones elegidas en la pantalla.

Controles biométricos para acceder a las cajas de seguridad robotizadas

Con 15.000 cajas, Hausler factura $1200 millones al año y está teniendo un crecimiento interanual del 45%, que atribuye a las mudanzas de cajas que están llevando adelante algunos bancos. Cuando se trasladan las cajas por el cierre de sucursales, no son pocos los clientes que se pasan a las empresas privadas para no resignar cercanía y ganar comodidad (las empresas tienen horarios más extendidos que los bancos).

“Hay alta demanda y poca oferta, y es una costumbre comercial bastante usual que, si alguien puede acceder a una caja de seguridad en un banco, le pidan comprar otros productos transaccionales como seguros. Por eso, en 2014, aparecen las empresas de cajas privadas”, suma Juan Piantoni, CEO de Ingot, con sucursales en el microcentro, Flores, Nordelta, Córdoba, Punta del Este y próximamente en Quilmes.

Contratar una caja en Ingot sale desde $6000 al mes. En tanto, en Hausler los precios varían entre $10.000 y $12.000 mensuales. Por defecto Hausler otorga un seguro de US$50.000, pero si la persona quiere contratar un seguro más alto puede pagar una cuota más cara.

“Además de bóveda, tenemos salas de negocios o de escrituras protegidas que es una unidad de negocios súper exitosa. Hoy hacemos entre el 7 y el 10% de las escrituras de la ciudad de Buenos Aires”, asegura Gesino.

Los sistemas de identificación más modernos permiten que los clientes de las cajas de seguridad no interactúen con personal para depositar o retirar sus pertenencias

Una de las alternativas a alquilar una bóveda es comprar una caja fuerte e instalarla en la casa, un negocio que parece tener una demanda más estable. “La realidad es que el mejor lugar para guardar el dinero es el banco o el cofre de alquiler. Por ahí hay gente que quiere tener algo en la casa para guardar valores menores, pero no es que se desesperan y quieren algo empotrado. Generalmente piden cajas fuertes por Mercado Libre o mismo se pueden comprar en supermercados”, afirma una fuente del sector. Las tres empresas de fabricación nacional más importantes son Borges, Oliva y la Guardiana, y también está la internacional Underlock con productos importados.

Otra posibilidad es guardar los ahorros y objetos preciados en el hogar con los riesgos que esto implica en términos de seguridad y los daños que puede ocasionar un mal escondite. “La gente muchas veces comenta que viene a regularizar situaciones como el guardado de joyas que tomaron humedad y entonces quieren que estén en un lugar seguro, apropiado para metales. También hay casos de gente que viene a abrir una caja porque encontró dinero de parientes fallecidos en lugares insólitos”, ejemplifica Gesino.

Conteo y verificación de billetes

Frente a esta realidad también apareció recientemente otro negocio: compañías que se dedican a contar y verificar el estado de los billetes. Una es Elwic Protect, que en realidad empezó como una importadora de máquinas para contar billetes y hace cuatro años sumó esta prestación. “Hay gente que no tiene las herramientas ni el conocimiento para hacerlo. Es una herramienta muy utilizada por las inmobiliarias”, afirma Uriel Wicnudel, CEO de la empresa.

Otra firma que se dedica a lo mismo es Conteo Seguro, de Javier Perez. “Acompañamos a la persona que va a recibir dólares a la sala donde va a hacer la operación. Llevamos nuestros equipos propios que son contadoras y clasificadoras. Es decir, a medida que van contando, van escaneando los billetes de frente y de dorso, los comparan con patrones que tienen cargados en su memoria de billetes buenos y de billetes falsos, y también verifican las medidas de seguridad que tienen que tener cada una de las series que están en circulación”, explica el empresario.

Contar dinero en grandes cantidades puede resultar engorroso, pero mucho más complejo es identificar el estado de los billetes (Grustock/)

Las contadoras se pueden programar o configurar para un conteo personalizado. Por ejemplo, si el cliente no quiere billetes menores a US$100 o de cara chica, esos papeles quedan separados. La máquina también aparta billetes mal preservados con agujeros, roturas, cinta adhesiva o escrituras.

Los honorarios son proporcionales al monto a contar y verificar, pero la tarifa mínima es de US$200 y abarca un conteo de hasta US$100.000. Prosegur también tiene una división que se llama Cash Today y que, entre otras prestaciones, hace conteo de billetes.

El crecimiento del negocio ligado a la preservación del dinero no solo se verifica en los distintos servicios que se suman, sino también en la expansión geográfica. Es el caso, por ejemplo, de Vastyon, que tiene un local en el Córdoba Shopping Center, de Villa Cabrera. “Abrimos en un mal momento, en febrero de 2020, justo antes de la pandemia, pero gracias a la demanda que tienen las cajas pudimos avanzar para consolidar la empresa. La demanda es simplemente por el caos del país: es directamente proporcional”, relata Agustín, uno de sus dueños.

Pero, más allá de la situación económica y de la inseguridad, Piantoni, de Ingot, habla de otra motivación en los clientes: el reconocimiento de la importancia de resguardar objetos de valor que son irrecuperables en caso de un robo o incendio.“En la Argentina se habla bastante del tema cajas de seguridad, pero si uno analiza Europa, hay una caja de seguridad cada 14 habitantes, una oferta superior a lo que se ofrece en la Argentina porque tienen una mayor consciencia de la importancia del resguardo. Sin embargo, en nuestro país estamos viendo un proceso lento de cambio cultural en el que los clientes valoran el servicio de proteger cosas materiales que deberían esta fuera del ámbito del hogar”, plantea.

Otra modificación es que ya no solo se trata de resguardar dinero u objetos valiosos. Aquello que se quiere preservar con la mayor seguridad posible puede variar de hogar en hogar. “Yo tenía un cliente de larga data que renovaba la caja todos los años, y un día me dijo que guardaba los comprobantes jubilatorios porque viajaba mucho y sabía que, en algún momento, podía tener un problema con los organismos estatales”, cierra Piantoni.

 

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