Algo tan sencillo como una nariz de payaso cambió por completo la vida de Wendy Ramos. Cuando acudió a su primer taller de clown descubrió algo sorprendente: ser payaso significaba mirar a los demás de una forma más humana. Lo comprobó años después, visitando hospitales y cárceles con su grupo de clowns: “El payaso no solo se viste como en el circo, no solo hace chistes. El payaso se desviste por dentro, debe quitarse todas las etiquetas y prejuicios que todos tenemos”, explica. Para ella, esta es la única forma de ayudar al otro, desde la aceptación de la propia fragilidad: “Gracias a eso puedes ver la verdadera belleza que hay en cada persona”, destaca.
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La comunicadora estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima, Perú y trabajó varios años en medios, pero descubrió que el clown era su pasión y podía transformar vidas. Fue una de las fundadoras de la compañía teatral “Patacláun”, cuyo espectáculo de comedia ácida dio el salto a la televisión peruana a finales de los 90. En 2001 creo la “Fundación Bolaroja”, un proyecto educativo y de transformación social. Con él puso en marcha el proyecto de clowns hospitalarios “Doctores Bolaroja”, con el que realizó numerosas intervenciones culturales y sanitarias en Perú, Nicaragua, Rusia, Isla de Pascua y España. También en cárceles, áreas marginales y poblaciones afectadas por desastres naturales.
Siempre destaca que esta técnica la ha ayudado muchísimo a conocer lo que está fuera de ella, a entender la problemática humana. “Estoy todo el tiempo usando lo que me dio el payaso para conocerme a mí misma y poder ayudar a otros a que hagan lo mismo. Siento que el “clown” es una herramienta poderosa para todos.” expresa Wendy. Y cuenta que uno de sus proyectos es sumar clases de clown en los colegios, ya que siente que el bullying y las conductas agresivas desaparecerían si los chicos tuvieran las herramientas del payaso. “La gente que toma los talleres termina amándose y teniendo empatía con el otro, porque se ven en ese momento de fragilidad, de vulnerabilidad, de juego”.
Tomar nuestras propias decisiones
Wendy plantea que es un momento donde las mujeres tenemos que estar muy atentas porque hay cosas que toda la vida hemos escuchado o creído cosas que ahora son inconcebibles. “Son tantas y muchas tan naturalizadas, que a veces te descubres siendo muy feminista”.
Y relata la trama de su espectáculo “Cuerda” en la que como payasa se ataba a una soga que salía del escenario y en un momento se daba cuenta de que esa atadura no la dejaba bajar de allí “me peleo con ella hasta que la cuerda se cae y se entiende que yo toda mi vida he estado atada a ella. Entonces entro en desesperación y busco estar atada a algo”. Me acerco a alguien del público, le doy la cuerda y le digo tú vas a ser mi esposo, yo voy a girar en torno a ti y cuando vos estés feliz yo voy a estarlo y cuando estés triste, estaré peor. Y siempre te voy a decir que si tú te vas yo no voy a saber qué hacer, te voy a dar esa responsabilidad.
Luego me acerco a otra persona y le digo tú vas a ser mi madre y siempre te voy a ir a visitar. Pero si un día no voy, tú lloras, me manipulas y me haces sentir horrible. Y yo te voy a contar todos mis problemas y mis secretos y tú vas a ir corriendo y se los vas a contar a tus amigas.
Sigo avanzando, le doy la cuerda a otra mujer y le digo: tú vas a ser mi hija y yo voy a hacer todo por ti, hasta cosas que no quiero hacer. Y cuando mis amigos me digan: ‘Oye, ¿por qué has hecho eso?’, yo les voy a decir: ‘Es que tengo una hija’, tú vas a ser mi gran excusa”.
Y de ahí me acerco a otro hombre y le digo: tú vas a ser mi jefe, mándame mucho trabajo, que no te importe nada. Mándamelo en mi cumpleaños, en Navidad, en las madrugadas, en mis vacaciones. Yo siempre te voy a responder. Voy a renegar un poco, voy a decir: ‘Ay, qué pesado este hombre, lo odio. ¿A qué hora son las cinco para largarme a mi casa? ¿Cuándo llegan mis vacaciones? Ya no soporto más’. Pero no te preocupes que no voy a renunciar”.
Con esta teatralización me gusta graficar que todos tenemos ataduras. Lo importante es “agarrar la sartén por el mango”. Y reflexionar si esa sartén fuera tu vida… ¿Quién está tomando el mango de tu sartén? ¿Lo tienes tú? ¿O alguien lo tiene y tú estás esperando que ese alguien decida? Es tu fiesta, no la de tus invitados.
Wendy Ramos, comunicadora y artista peruana (captura de video/)
El poder del humor
Wendy afirma que el humor es un sentimiento básico y no se imagina una vida sin él. Y cuenta la experiencia que lleva adelante con sus alumnos. “Yo creo que nos ayuda a entender las cosas, a quitarle drama también a la vida. Cuando les pido a mis alumnos que piensen en alguna historia graciosa de sus vidas, de lo que les haya pasado, ya sea ahora o cuando eran niños, la mayoría de esas historias tienen que ver con cosas terribles, con vergüenzas inauditas, con cosas que no queríamos que pasaran, pero sucedieron y en el momento fueron muy feas. Pero después, cuando ya las puedes contar y te puedes reír de eso es porque ya sanaste, es liberador”.
Para la comunicadora y artista peruana, tener cerca gente con energía positiva es fundamental. Y lo explica de esta manera: “Creo que es importantísimo rodearse de gente que tenga un buen sentido del humor. Eso siempre lo hago: cuando siento que alguien se victimiza mucho y es negativo, por supuesto trato de ayudarlo pero en general busco rodearme de personas que tengan buen humor, que quieran salir adelante, que traten de ver la vida de otra manera a pesar de todo y no se victimicen”.
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Podés disfrutar de la charla completa que compartió la comunicadora y artista en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo, se emiten en forma exclusiva por LA NACION.