Croacia adoptará el domingo el euro y se integrará en el espacio Schengen de libre circulación, dos hechos mayores para este pequeño país de los Balcanes independiente desde 1991 y miembro de la Unión Europea (UE) desde 2013.
A media noche del sábado (23H00 GMT), los croatas no solo se despedirán de 2022, sino también de su moneda nacional, la kuna.
El país se convertirá así en el vigésimo país de la zona euro, de los 27 que forman la UE.
También será el 27º país del espacio Schengen, una amplia zona de libre circulación para los 400 millones de habitantes que comparten sus fronteras internas. Esa zona está integrada principalmente por países de la UE y por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein.
La presidenta de la Comisión Europea (Ejecutivo de la UE), Ursula von der Leyen, viajará al país balcánico el domingo para celebrar estos dos acontecimientos, indicó el viernes el gobierno croata.
Croacia se independizó en 1991 de Yugoslavia tras una guerra en que murieron unas 20.000 personas y desde julio de 2013 forma parte de la UE.
La entrada en la zona euro y el espacio Schengen representan “dos objetivos estratégicos para lograr una mayor integración en la UE”, destacó el miércoles el primer ministro conservador, Andrej Plenkovic.
“El euro aportará seguramente una mayor estabilidad y seguridad” económica, dijo a la AFP Ana Sabic, una dirigente del banco central croata.
Ante la actual crisis energética, acentuada por la guerra de Ucrania, la economía croata sufrió en noviembre una inflación del 13,5%, superior al 10% de media de la zona euro.
– Temor de una subida de los precios –
Según Babic, todos los sectores de la sociedad, tanto los particulares como las empresas, se beneficiarán de la adopción del euro gracias a la disminución del riesgo en los tipos de cambio y a mejores condiciones en los préstamos.
El euro ya está muy presente en un país turístico como Croacia, donde el 80% de los depósitos bancarios están en esa divisa y la mayoría de clientes internacionales de sus empresas proceden de países que utilizan la moneda única.
No obstante, la población de a pie teme que el cambio de moneda acentúe la inflación.
“Echaremos en falta nuestra kuna, dado que los precios aumentarán de manera explosiva”, lamenta Drazen Golemac, de 63 años, un habitante jubilado de la capital Zagreb.
“Nada cambiará el 1 de enero, todo está calculado en euros desde hace dos décadas en cualquier caso”, replica Neven Banic, un empleado.
En cambio, la mayoría de los croatas se felicitan por el final de los controles fronterizos con la entrada en el espacio Schengen.
Esta decisión también fortalecerá el sector turístico en un país que durante el último año recibió un número de visitantes cuatro veces superior al de su población, de casi 4 millones de habitantes.
Un total de 73 puestos fronterizos cerrarán el domingo.
En el caso de los aeropuertos, el final de los controles se producirá el 26 de marzo, por motivos técnicos.
Pero Zagreb vigilará en cambio de manera restrictiva la llegada de migrantes clandestinos desde países vecinos que no forman parte de la UE, como Bosnia, Montenegro y Serbia.
Croacia se encuentra en medio de la ruta de los Balcanes occidentales, utilizada por muchos migrantes, así como por traficantes de armas, de drogas y de seres humanos.
La migración clandestina disminuyó en los últimos años debido a la pandemia del covid-19.
El país registró, sin embargo, entre enero y octubre de 2022 la llegada de unos 30.000 migrantes en situación irregular, un 150% más respecto al mismo periodo del año pasado.
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