Hace unos años, Lena Dunham contó que cuando Adam Driver hizo el casting para el papel de Adam Sackler de su serie de HBO, Girls, impresionó a todos en cuestión de minutos. “Él simplemente llamaba la atención, era muy imponente y carismático, pero no lo describiría solo así”, aclaró la showrunner y protagonista de la serie. “Diría que brindó la audición más impresionante y extraña que vi en mi vida”, añadió la factótum de la comedia de la que Driver, allá por 2012, dudaba formar parte porque se encontraba abocado al teatro off-Broadway. Su agente lo convenció y el resto es historia: tres nominaciones al Emmy, una actuación indeleble y de energía avasallante, nada menos que el comienzo de una sucesión de trabajos igual de deslumbrantes.
Este viernes llega a Netflix, luego de su paso por salas comerciales, Ruido de fondo, la flamante película de Noah Baumbach protagonizada por Driver y Greta Gerwig, la excusa perfecta para recomendar cinco largometrajes en los que se destaca el actor y que están disponibles en streaming.
*Balada de un hombre común (2013)
Balada de un hombre común (Archivo/)
La película que puede disfrutarse como un buen vinilo, esa extraordinaria obra circular de los hermanos Joel y Ethan Coen que, a medida que pasa el tiempo, va adquiriendo cierto estatus de culto, es una pequeña joyita dentro de la extensa filmografía de los cineastas.
Balada de un hombre común tiene como título original Inside Llewyn Davis, en alusión no solo al disco que edita ese músico que interpreta Oscar Isaac sino a cómo la película hace un complejo pero fascinante ejercicio de intentar desmenuzar a un hombre que tuvo la mala fortuna de estar en el momento equivocado para ofrecer su arte. Llewyn es mucho más que la clásica figura patética que abunda en el cine de los Coen. De hecho, el film es una excepción a la regla de los hermanos, quienes no se ríen de Davis sino que lo acompañan en su tortuoso trayecto, poniendo la lupa en sus falencias y en su naturaleza apática.
Balada de un hombre común tiene muchos actores que ingresan a una secuencia y se la adueñan, desde Justin Timberlake y Carey Mulligan hasta Garrett Hedlund y F. Murray Abraham. Sin embargo, cuando aparece Driver en el rol de Al Cody, el intérprete logra elevar un rol que, a priori, parecía chato, y le suma la dosis justa de un humor inocente que contrarresta el cinismo de Llewyn. Por otro lado, Driver protagoniza una de las mejores escenas del film junto a Isaac y Timberlake, quienes cantan juntos la brillante “Please Mr. Kennedy”, una de las tantas grandes canciones de esta biopic apócrifa sobre la escena folk y el hombre que se quedó fuera de ella.
*El infiltrado del KKKlan (2018)
El infiltrado del KKKlan
Si hay algo que no se le puede rebatir a Adam Driver es su bienvenida compulsión a trabajar con realizadores bien diferentes con los que puede explorar nuevas facetas. Con el arribo del personaje del Detective Philip “Flip” Zimmerman en El infiltrado del KKKlan, de Spike Lee, conjugó ambas cosas. Por un lado, demostró, una vez más, estar a la altura del estilo de un verdadero autor. Por el otro, compuso a ese rol que le valió su primera nominación al Oscar en la categoría secundaria con una sensibilidad que se percibe en los momentos en los que Zimmerman se mantiene en silencio, observando la crueldad de un entorno impadioso.
En un caso similar al de Balada de un hombre común, su personaje funciona por oposición al de John David Washington, con quien el actor forma una excelente dupla que lleva adelante el film por el que Lee alzó el premio de la Academia al mejor guion adaptado.
La película del director de Haz lo correcto toma como material de base la historia de Ron Stallworth (Washington), un detective negro, el primero de Colorado Springs en 1972, quien se hace pasar por blanco y racista en conversaciones telefónicas con un referente del Ku Klux Klan. De todos modos, es consciente de que no podrá llevar adelante su misión solo y convoca para la investigación a un policía blanco judío (Driver), quien deberá ser el rostro al momento del tête à tête.
Aunque estamos ante una comedia negra vigorosa y excesiva, cuando la cámara se posa en Driver sale a flote el verdadero motivo por el que Lee quiso hacer este film: para exponer cómo, lamentablemente, el racismo no es tema del pasado.
*Historia de un matrimonio (2019)
Historia de un matrimonio
Las colaboraciones de Driver con Noah Baumbach han sido siempre satisfactorias. La alianza entre ambos empezó en 2012 con Frances Ha, donde tuvo un rol secundario en ese gran film sobre la amistad como historia de amor; continuó con Mientras somos jóvenes en 2014 en la que la crisis de los 40 invadía todo el relato; alcanzó su pico con Los Meyerowitz: la familia no se elige, donde se destacaban los protagonistas, Dustin Hoffman, Ben Stiller y Adam Sandler; y, antes de Ruido de fondo, en 2019 llegó Historia de un matrimonio, película con la que cosechó su segunda candidatura al Oscar, en esa ocasión como actor protagónico.
Con guiños a otros largometrajes -el ejemplo más evidente es el de Kramer vs. Kramer- y con la autorreferencialidad como punto de partida, Baumbach retrató con su tono tragicómico de siempre la progresiva desintegración de ese matrimonio compuesto por Charlie (Driver) y Nicole (Scarlett Johansson) y cómo esa separación paulatina afecta la vida de su pequeño hijo, Henry.
El largometraje de Baumbach tiene momentos particularmente conmovedores (es menos nihilista que Historias de familia, aunque no tan brillante como aquella), como cuando Charlie interpreta “Being Alive” de Stephen Sondheim con la certeza de que su vida deberá emprender un nuevo rumbo. En esos instantes en los que menos es más -como también encontramos en Paterson, de Jim Jarmusch, otro gran trabajo del actor- es en los que Driver más emociona.
*Annette (2021)
Annette
Si uno pensaba que el realizador francés Leos Carax no iba a poder superar una de sus obras maestras, la memorable Holy Motors, casi una década después llegó su ópera rock Annette por la que ganó el premio al mejor director en el Festival de Cine de Cannes. Adam Driver (quien fue nominado al Cesar por su descomunal trabajo) interpreta a Henry McHenry, un comediante de stand-up cuya vida y la de su esposa, la cantante Ann Defrasnoux que personifica Marion Cotillard, da un giro cuando se enteran que serán padres. De todas formas, estamos haciendo referencia a una obra de Carax, por lo que esa premisa no es más que eso: el puntapié de una historia excesiva y monumental, de esas apuestas que tanto le atraen al realizador y que aquí se vuelve hipnótica cuando la ópera es puesta en el centro de la escena.
En cuanto a Driver, su interpretación se destaca junto a la de Cotillard, y resulta fascinante verlo inmerso en ese universo que tan bien supo habitar Denis Lavant y que en este caso se nutre de otros films que colaboran en esa manera en la que el cineasta quiebra las reglas del musical para concebir a su propia y anómala criatura.
Annette llegó en el momento perfecto para su protagonista: un actor que ya no tenía que probarle su ductilidad a nadie y que podía oscilar entre el cine europeo y el mainstream norteamericano (con el personaje de Kylo Ren a la cabeza) con una solvencia notable.
*La casa Gucci (2021)
La casa Gucci (Fabio Lovino/)
Lo que debía hacer Adam Driver en La casa Gucci no era nada sencillo. La película de Ridley Scott (una comedia negra que causó rechazo y admiración en iguales dosis) registra el crecimiento del emporio Gucci y lo que sucedía tras bambalinas cuando Maurizio Gucci (Driver) se casa con la ambiciosa Patrizia Reggiani (Lady Gaga, comprometida con su personificación hasta las últimas consecuencias) y empieza a cambiar su comportamiento ante su familia y ante los negocios. Es muy notorio cómo la biopic mezcla tonos ya desde los trabajos de su gran elenco en el que cada actor está en un registro diferente y, aún así, la amalgama funciona. Desde lo caricaturesco de Jared Leto a lo telenovelesco de Gaga, el film de Scott no tiene punto medio.
Driver tuvo la difícil tarea de componer a Maurizio con una sobriedad que sobresale en sus interacciones con Gaga y Al Pacino, quienes son los encargados de aportar la cuota lúdica al material. De todas maneras, el actor sale airoso de este atractivo experimento, sobre todo cuando el clima se enrarece y Maurizio enfrenta a una Patrizia que no quiere dejarlo ir, el eje de esta historia que muestra la puesta en marcha del asesinato del empresario.