Nébula. Un viñedo boutique para sentirse en la Toscana en plena sierras cordobesas

Solo hay que desviarse un poco de la ruta que trascurre entre La Cumbre y Villa Giardino y luego andar escasos kilómetros por el campo para encontrar este viñedo con restó. Allí, Sean Towers comenzó en 2015 la tarea de implantar vides de Malbec, Cabernet Franc y Sauvignon Blanc, principalmente, en un campo donde su madre se dedicaba al cultivo de las frambuesas.

LUGARES llegó al sitio un soleado mediodía de fin de la primavera. “Soy agrónomo y empecé conocer la industria del vino acá en Argentina, mi país, nos cuenta Sean con un entusiasmo fuera de lo habitual. ¨Después estuve un tiempo en EEUU y en Alemania y terminé haciendo un post grado sobre biotecnología del vino en Sudáfrica¨, concluye.

Sean Towers, creador y alma mater del viñedo Nébula (Jade Sivori/)

En aquellas latitudes descubrió otros conceptos referidos al consumo del vino, una aproximación más relajada, menos formal.

Esas ideas fueron tomando forma en su cabeza de a poco hasta que decidió empezar con este emprendimiento que lleva un nombre poético y muy astronómico, Nébula. Algo parecido sucedió a la hora de bautizar su primer y por el momento única etiqueta – hasta hoy llevan dos cosechas vinificadas– a la que llamo Meteorito. Todo muy lejos de las convenciones vitivinícolas y muy cerca de su pasión por el cosmos.

Sierras, viñedo y restó

Una vista de Nébula junto a la barra. (Jade Sivori/)

Hace unos años, cuando la vides estaban en sus inicios y todavía faltaba mucho para elaborar el vino propio, Sean decidió que el sitio podía tener otro destino. La preciosa ubicación, en medio de la nada con las sierras a lo lejos como telón de fondo, resultaba una locación ideal para instalar allí un emprendimiento gastronómico. Con la ayuda de su hermana Virginia trajeron un container y lo convirtieron en cocina. Durante dos veranos ofrecieron picadas y vinos cordobeses, mientras esperaban sus propias uvas.

Delicioso, el risotto de quinoa. (Jade Sivori/)

Ya hace dos años que Sean vivifica sus vinos, Meteorito, con la cosecha propia: un Malbec, un Cabernet Franc con un toque de Syrah y un blend. Se trata de una producción de pequeña escala porque solo tienen dos hectáreas implantadas. “Próximamente quiero lanzar otra etiqueta con uvas de viñedos amigos, todos cordobeses por supuesto”, nos cuenta.

El negocio gastronómico creció y se trasformó. Durante el último año Sean se asoció con Joaquín Fraga, un joven empresario mendocino, creador del archiconocido restó Azafrán.

Sean y su nuevo socio en el restó, Joaquín Fraga. (Jade Sivori/)

Así, las mesas se multiplicaron, la cocina se amplió y se diseñó un lindísimo bar; además este verano estrenan bear garden , un sitio ideal para el atardecer. Porque si bien ellos sirven almuerzo, la hora soñada aquí es el momento en que el sol comienza a descender sobre las sierras. De tanto en tanto se suma también un DJ o alguna banda de jazz, de rock, incluso en una oportunidad se animaron a traer una orquesta sinfónica que fue todo un éxito. Entonces, el sitio se llena de música.

En cuanto a la carta, la idea es comer sencillo pero muy rico en un menú que cambia con frecuencia, pero mantiene tres pasos con tres opciones, todo al horno de barro, a la parrilla o la plancha. Matambre, tapa de asado, algún risotto de quinoa son algunas de alternativas que suelen aparecer en la pizarra y se suman a la antesala de las provoletas, sopas de calabaza, empanadas y tempura de pejerrey. Por supuesto, siempre están los tres postres de rigor.

Aquí las empandas se preparan rellenas de carne, quinoa o un mix de acelga y queso azul. (Jade Sivori/)

También organizan catas de vinos, una actividad que pone énfasis en la faceta lúdica para que todos puedan disfrutar. La idea es que los participantes conozcan la historia del emprendimiento, caten vinos a ciegas y se dejen llevar por un análisis que apunta, principalmente, al aspecto sensorial.

Para almorzar es conveniente reservar, así se uno se asegura mesa a la sombra. De noche la cuestión va por libre ya que el planteo es self service y los espacios se multiplican. Eso sí, hay que llegar temprano para no perderse la caída de sol y también porque la cocina no se extiende hasta muy tarde. Los comensales, obviamente, pueden quedarse hasta que se cansen de contar estrellas o hasta que el sueño los encuentre.

Puro relax y buena mesa para compartir con amigos y disfrutar del aire serrano. (Jade Sivori/)

Nébula. Av. Constituyentes KM1, Barrio Santa Cecilia de Thea. Entre Villa Giardino y La Cumbre. C: 03548 15-63-9691. En verano abren todos los días para almorzar y al atardecer. En temporada baja solo sábados y domingos, mediodía y puesta de sol. Atención: frente a una situación climática dudosa, consulte antes de ir.

 

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