La primera vez que el Gobierno ofreció la Casa Rosada para que el seleccionado nacional de fútbol pudiera festejar su podio ya asegurado en el Mundial Qatar 2022 fue en el atardecer del martes 13. La Argentina acababa de superar a Croacia y se encaminaba a la final. En el Gobierno aseguran que el ofrecimiento lo hizo Sergio Massa, a través de Pablo Toviggino, secretario ejecutivo de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y hombre cercano a Claudio “Chiqui” Tapia. Cerca del tigrense lo desmienten de plano.
Más allá del contrapunto, la incomunicación entre Tapia y el presidente Alberto Fernández, quienes tienen una “mala relación”, como definen sin eufemismos en el primer piso de Balcarce 50, fue total. De hecho, Tapia y Fernández tampoco hablaron en los días subsiguientes, incluso en medio de la masiva movilización de este martes, en la que el Gobierno estuvo todo el día sin saber finalmente qué haría el plantel. Si aceptarían o no la invitación o qué sucedería.
El jefe de Estado siguió el devenir de “la Scaloneta” desde la residencia oficial de Olivos en contacto permanente con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, quien en las últimas horas se había convertido en el interlocutor del Gobierno con Tapia. En una relación cuyo epílogo se terminó de escribir en la mañana de hoy, con fuertes epítetos del funcionario tras las críticas que Tapia había dedicado por Twitter, cuando la caravana de la selección interrumpió su recorrido y los jugadores fueron subidos a varios helicópteros. “Cachivache de pacotilla”, fue lo menos que le dijo Fernández a Tapia.
Aníbal Fernández y Chiqui Tapia (Archivo/)
El ofrecimiento para que el equipo se mostrara desde el balcón de la Casa Rosada se reiteró en varias oportunidades a lo largo de los días siguientes a ese martes 13. Las respuestas que llegaron desde Doha, Qatar, siempre fueron evasivas, coinciden en la sede de Gobierno. Primero les explicaban que los jugadores querían esperar hasta el partido con Francia, por una cuestión de cábala antes de decidir cualquier tipo de festejo. Pero pasada esa final histórica que colocó a Argentina en lo más alto del podio mundial tampoco llegaron noticias. “Lo único que trascendía siempre es que querían pasar por el Obelisco. Tapia insistía con eso”, completaban desde Balcarce 50, que volvió a abrir sus puertas tras el cierre de ayer.
“Nunca nos dijeron ni sí, ni no”, agregaban en el Gobierno, desmintiendo así a otras fuentes institucionales que cerca de la medianoche del lunes alentaban la versión de que habría novedades positivas el martes y que la foto de la selección en el balcón de la Casa Rosada estaba al caer. “Inexplicable por qué alguien pudo decir eso, nunca lo supimos. Si lo sabíamos no íbamos a especular con una multitud en calle”, aseguraron a LA NACION fuentes de altísimo nivel de la Presidencia, que en la previa se habían mostrado cautas. “No sé quién da por hecho esas cosas en esta coyuntura”, replicaron en la mañana de ayer desde la AFA ante la consulta de este diario.
Los más de cinco millones de personas que salieron a recibir al seleccionado y que en su enorme mayoría terminaron desconcentrándose sin conflictos de gravedad, llevaron alivio a los colaboradores de Fernández, entre los cuales aún reina el agotamiento por lo vivido durante las últimas 72 horas en las que realizaron preparativos para que la Casa Rosada recibiera a Lionel Messi y los dirigidos por Lionel Scaloni.
Casa Rosada. Selección Argentina
“Nos llegaron versiones de distinto tipo, incluso llegó la de que Messi había dicho que sí [a la invitación]”, completaban. El limbo en el que quedó sumido al Gobierno fue comparable incluso con lo que sucedió en noviembre de 2020, cuando la administración de Fernández ofreció a la familia de Diego Maradona la Casa Rosada para la despedida final del astro y se terminó acomodando a las directivas de sus seres queridos, a pesar de que se sabía que no eran las ideales teniendo en cuenta la enorme cantidad de gente que se preveía que se acercaría, como finalmente sucedió.
Fue precisamente esa experiencia la que, explican, marcó parte de lo que sucedió ayer. Por ejemplo, se montaron pantallas gigantes en la Plaza de Mayo para transmitir la caravana de los jugadores: “para tranquilizar a la gente” -explican en el Gobierno- y tener listo el sistema de sonido por si finalmente el conjunto salía al balcón, pasó con los campeones de 1986 y los subcampeones de 1990.
En paralelo, el Ministerio de Seguridad colocó vallas más resistentes para cercar la Casa Rosada y evitar desmanes. “Imagínate si no lo hacíamos”, completaban, en referencia a la multitud que terminó asistiendo a la zona tras escuchar las múltiples versiones que se alentaban desde los medios más cercanos al Gobierno que, desde la noche del lunes, dieron por hecho que el plantel llegaría a la Casa de Gobierno. Adentro se desplegaron banderas y catering.
Los hinchas observan los helicópteros que transportan a los jugadores de la Selección durante su recorrida por la ciudad (Fabián Marelli/)
Tal era la incertidumbre oficial el martes que cuando se conoció públicamente que los jugadores tomarían helicópteros, desde Casa Rosada mandaron a averiguar -a través de una de las subsecretarías a cargo del helipuerto de la sede de Gobierno- cuál era el plan de vuelo, porque a esa altura si aterrizaban en la Casa Rosada todo podía volverse un caos.
La tranquilidad -y la decepción- llegó enseguida, por vía del Ministerio de Seguridad, que informó que los helicópteros iban al predio de la AFA en Ezeiza. Esa fue también la confirmación para el Gobierno de que el contingente no iría finalmente a la Casa Rosada. En el medio, uno de los helicópteros de la Presidencia se sumó al operativo, lo que abrió paso a las versiones de que Fernández iría a Ezeiza. Algo que tampoco sucedió porque nunca recibió una invitación desde allí.
Más temprano, en las primeras horas de la mañana del martes, Tapia y Aníbal Fernández se habían reunido en el predio de Ezeiza y luego se mantuvieron en contacto telefónico. El resultado de esas conversaciones y desencuentros fue una nueva interna a cielo abierto para el Gobierno.
La copa mundial en un país sin Estado
Los tuits críticos de Tapia, que solo elogió el trabajo del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, abrieron un compás de espera que primero se manifestó con el silencio del Gobierno, para luego dar espacio a las vehementes respuestas de Aníbal Fernández.
“Nadie vota ni deja de votar por una foto”, repetían este miércoles en Casa Rosada, para relativizar lo sucedido y pese al fastidio por las horas de trabajo e indefinición. Desde allí también aseguraban que la foto que Lionel Messi se sacó hoy con el gobernador santafesino, Omar Perotti, fue “de pura casualidad”, para descartar cualquier tipo de animosidad contra Fernández. En la misma línea, usaban como ejemplo la imagen del ministro Eduardo “Wado” de Pedro, que recibió en la pista de aterrizaje al avión de la selección pero no consiguió la foto con los jugadores. “Ahí se vio lo que es Tapia”, afirmaban, para señalar cómo el titular de la AFA cortó el paso para que Messi no quedara cerca de ningún funcionario. “Y eso que Wado es de La Cámpora y Tapia se apalanca ahí”, completaron, en referencia a la propia interna del Frente de Todos como telón de fondo.