Cuando tienes tanto talento acumulado, tienes que reinventarte. Reciclar a futbolistas para poder dar cabida a los máximos posibles en el once titular. Y esto es lo que pensó en su momento Didier Deschamps. De hecho, no es algo que haya experimentado directamente en Qatar. Antoine Griezmann se ha reconvertido prácticamente en un interior. Con el tridente atacante Mbappé-Dembélé-Giroud, el de Macron es consciente de que su influencia pasa por situarse alejado del área contraria.
No solo ha aceptado y adoptado ese rol, sino que se ha erigido como el mejor centrocampista de todo el torneo. De exhibición en exhibición. Tanto a nivel de creación de juego como de trabajo y sacrificio. Griezmann está demostrando ser un pulmón, un jugador que domina el arte del ‘tackle’, que defiende bien, tácticamente inteligente. Y encima es capaz de desplazar, de lanzar contraataques, de caer a banda y poner centros peligrosos. Como el del gol de Giroud ante Inglaterra.
CONGENIA PERFECTO CON TODOS
Sin acaparar los focos, Antoine se ha convertido en una pieza indispensable del engranaje de Deschamps. Suma, suma y suma. Entiende los movimientos y la ascendencia de Mbappé. Con Dembélé y con Giroud tiene una conexión especial. Y junto a Rabiot y Tchouaméni está congeniando muy bien. Un ‘todocampista’, un hombre que todavía no ha visto puerta, pero que ni siquiera lo necesita para dejar claro que es mucho más que un delantero como quizás lo habíamos encasillado demasiado en el Barça.
Antoine Griezmann vs. Englandpic.twitter.com/BA7seUlndx
— ّ (@LSVids) December 10, 2022