Sin hacer mucho ruido y bailando samba en silencio, por su característica timidez fuera de la cancha, Geyse Ferreira llegó en verano al FC Barcelona para ocupar la posición de ‘9’. El estilo de juego al que estaba acostumbrada en el Madrid CFF o incluso en el Benfica era muy diferente al azulgrana. Allí era solista y venía aquí como una componente más de la orquesta. Eso sí, con un rol fundamental: marcar goles.
Contra todo pronóstico, la brasileña se ha adaptado con relativa facilidad a los esquemas de Giráldez. Más allá de los goles – el último, en el Allianz Arena- está entendiendo lo que busca el técnico, es precisa en apoyos y pases y lee bien lo que pide cada partido, ya sea desde la punta o una de las bandas. Hace lo que le dicen pero a la vez es un verso libre que siempre se las apaña para sorprender. Justo lo que necesitaba el Barça.
Solista de una orquesta
En Múnich fue la mejor del equipo. Cuando la orquesta no acompañaba, Geyse volvió a vestirse de solista. Incluso con un marcaje individualizado para frenarla, la ‘Pretinha’ no dio un balón por perdido. Fue la más lista de la clase para robarle la cartera a Grohs y anotar el único tanto del Barça, clave para depender de si mismo para pasar como primera de grupo a la siguiente fase de la Champions.
Es la ‘pichichi’ de un equipo sin Alexia, en proceso de recuperación, que perdió en verano a Lieke Martens y Jenni Hermoso. Las tres máximas goleadoras de la temporada pasada. Suma nueve tantos y tres asistencias entre todas las competiciones. Y cada vez se siente más a gusto en su nueva casa.
Como todas y como siempre, todavía tiene que pulir algunos aspectos del juego. Como la temporización de los controles o aprender a soltar el balón en el momento justo. Pero tiene margen para hacerlo. Geyse ya ha enamorado a la afición. Por su velocidad, sus giros, sus regates, sus goles, su carisma… Y su samba. Que no deje nunca de bailar. Al fin y al cabo, eso significará que las cosas van viento en popa.