Una paciente de cáncer de ovario: “Me dieron una esperanza de vida tan corta que desde el hospital vendí mi casa”

Cuando a Tiffany Pérez le diagnosticaron hace un año cáncer de ovario, le dijeron que su esperanza de vida no pasaría de unos pocos meses. De momento son doce los que han pasado y sigue aquí. No quiere irse sin avisar a otras mujeres para que estén atentas a los síntomas de este tumor, que ataca de manera silenciosa. Lamenta también que en estos dos años de pandemia diagnósticos como el suyo se han retrasado.

¿Cuándo le detectaron la enfermedad y cuáles fueron los síntomas?En 2019 me trataron de un cáncer de tiroides y me dieron radiación en el Hospital de Sant Joan. En octubre de 2020 consulté a mi médico porque no me había venido la regla y me dijo que podía ser por la edad, 47 años, o por la radioterapia, así que no le dio más importancia. En febrero de 2021 volví a consulta porque seguía sin regla y sentía dolor cuando tenía relaciones sexuales. Me dio cita con el ginecólogo para un año después. Ese mismo mes me empezó a doler mucho el estómago, como si tuviera agujetas. Notaba presión en los ovarios y empecé a tener dolor en un costado. En marzo me hicieron un TAC y conforme salí del hospital empecé a encontrarme muy mal, volví a Urgencias del Hospital General para ver qué me podía estar pasando. Al ver la prueba que me acababan de hacer, al médico de Urgencias le cambió la cara y llamó a Digestivo para que los médicos hablaran conmigo. Directamente me dijeron que me estaba muriendo. ¿Qué pronóstico de supervivencia le dieron entonces?La oncóloga que me atendió me dijo que no tenía una bola de cristal para saberlo, pero que tenía mucha carga de enfermedad y que si no me ponía inmediatamente quimioterapia, no pasaría de los dos meses. En abril empecé la quimioterapia y la acabé en agosto. Entonces acudí a Consejo Genético en Elche y allí volví a preguntar cuánto viviría, me dijeron que pocos meses.

¿Dónde tiene extendido el tumor?Al colon y estómago. Es tan grave que no tiene operación ni nada, es estadio IV. En Elche me mandaron pruebas genéticas para ver si había una medicación más dirigida y no hay nada. Me dijeron que lo bueno de que no sea genético es que mi hija puede estar libre de la enfermedad.¿Cómo se asume un diagnóstico de esas características? ¿Qué le pasó por la cabeza?Lo primero que pensé es “vale, en dos meses tengo que vender la casa y conseguir dinero”. Pensé que lo tenía que dejar todo bien organizado, desde quién se iba a hacer cargo de mi hija hasta el tanatorio en el que iba a estar. No me hundí, porque lo importante para mí era que mi hija, que sufre una grave discapacidad, se quedara bien. Hace muchos años pensaba que una muerte como la que iba a tener yo al menos te dejaba tiempo para despedirte de la gente, pero luego te das cuenta de que no es tan bueno eso, porque estás despidiéndote de la gente continuamente. Nadie sabe cuándo va a pasar y todos los días te levantas diciendo “aquí estoy aún”. Es agonizante, es estar como en el corredor de la muerte todo el tiempo.¿Cómo son esas despedidas?Con mis amigos llegué a celebrar una fiesta. Iba en silla de ruedas porque en aquel momento, cuando salí del hospital, me encontraba fatal. Mis amigos lloraban y yo les decía que esto es una fiesta, que no llorasen, que me quería despedir con alegría.

No me he venido abajo porque lo que más me preocupaba era saber con quién se iba a quedar mi hija”

¿Cómo cree que ha influido la pandemia en enfermedades como la suya?Ha influido mucho, los médicos no te ven cómo antes, no te escuchan tanto y muchas cosas se intentan resolver por teléfono. Además, en el caso del cáncer de ovario, todo se confunde con la menopausia.

¿Qué mensaje quiere dar a las mujeres?Que estén más atentas a los síntomas, que nos pueden parecer tonterías y que siempre tiramos para adelante. Que estén bastante atentas, sobre todo cuando han tenido familiares que han muerto de cáncer. Este es un cáncer al que no llegas a tiempo. No se detecta en una citología y hay síntomas muy silenciosos y que se confunden con otros problemas. De repente tienes dolor de espalda o de estómago y cuando te das cuenta ya es tarde. También pido a los médicos que tengan todos estos síntomas en cuenta para poder acelerar los diagnósticos.¿Cómo contempla el futuro?No lo tengo, no puedo proyectar nada a largo plazo, ni a dos semanas, porque cada día te vas encontrando peor. Cuando me dieron la noticia tiré la ropa de invierno, vendí mi casa y me deshice de todo. Vivía en un cuarto y no podía subir porque en aquel momento necesitaba oxígeno. Desde la cama del hospital me puse en contacto con una inmobiliaria y la vendí. No pude despedirme de mi casa en la que viví 25 años. Mis amigos bajaron las cosas y yo lo iba repartiendo todo entre ellos. 

 

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