Estaban González Pons tiene 58 años. Vicesecretario general Institucional del PP. Diputado en el Parlamento Europeo desde 2014. Representa “a España” en el Parlamento Europeo.
“Yo quiero ser visto como escritor y no como político”, apunta durante esta entrevista.
Ha elegido muy mal momento.
Y muy mala profesión. Siempre procuro en los libros buscar políticos escritores. A mí me ha presentado Borja Semper. Maite Pagaza; en Valencia me van a presentar Marta Rivera de la Cruz y Carmen Amoraga (¿), que es del PSOE, y Mariano Rajoy es el Ken Follet de los políticos españoles, el único político que ha vendido cien mil ejemplares, y luego ya, es broma, encima está abriéndose paso como cronista deportivo.
En Pedro Sánchez no ha pensado.
No, porque lo suyo no es ser escritor. No cabía el negro en la mesa.
¿Ahora mismo en el PP hace de poli bueno o de poli malo?
De poli viejo [risas]. El poli bueno y el poli malo ya se han acabado para mí.
Dice que hay muchos muertos bajo el Hemiciclo. ¿Y encima?
La política es un juego de muertos que aparentan seguir vivos.
Acaba de publicar El escaño de Satanás. [Espasa]. ¿En quién pensaba cuando puso el título?
No fue fácil poner el título. De hecho, la obra se llamaba Rodamundo. Pensaba en un título que resumiese bien el contenido de la obra, que trata de que Satanás siempre ha tenido un escaño en la política española. Satanás no es un político. Satanás es la política. En la política conviven Dios y Satanás. En ella vemos lo peor del ser humano y también lo mejor, porque gracias a la política tenemos pensiones, educación y sanidad. El problema es que para conseguir lo bueno hay que pasar por lo malo.
Cuenta que el libro se le ocurrió en la bañera (en Bonn). Qué sexy.
Pero con la luz apagada. No me veía.
Igual por eso tuvo más claridad.
A lo mejor por eso se pasaron tantos pensamientos negativos por mi cabeza. Era noche de Halloween (¿) y estaba oyendo un programa de Radio Nacional sobre las noches de terror y escuchando música sin letra.
¿Encontró al vampiro que buscaba? ¿Estaba en las filas del PP?
El vampiro es la segunda marquesa del Valle de Oaxaca, que está, sin ningún género de duda, enterrada debajo del atril del Hemiciclo del Congreso de los Diputados, debajo del orador. Y sobre su losa soporta todos los discursos que llevan haciéndose en ese Hemiciclo desde mediados del siglo XIX.
Preferirá no hablar de clavarle astillas, dado el significado que tienen en los juzgados, y que enlazan con conocidos avatares de su partido.
A los vampiros hay que derrotarles haciendo el bien, no haciendo más mal.
¿Hay mucha peste debajo del Congreso, con o sin cripta?
Digamos que, sabiendo que hay un cementerio debajo del Congreso de los Diputados, la metáfora de que la política española ocurre sobre un cementerio lo explica todo.
Da muchas pistas sobre la existencia de ratas en el Congreso.
Me preocupa que la nueva Ley de Bienestar Animal va a convertir en delito el poder matar a una rata que aparece por tu casa, porque las ratas siempre traen la peste.
Dice que hay muchos muertos bajo el Hemiciclo. ¿Y encima?
La política es un juego de muertos que aparentan seguir vivos. No hay un político que haya llegado a nada que no haya muerto al menos un par de veces durante su carrera. Yo mismo estoy en mi enésima resurrección.
¿Y es la más gloriosa?
No. No hay resurrección gloriosa. Lo peor de las resurrecciones es que siempre conllevan una nueva adolescencia. Uno querría resucitar de adulto, y lo malo es que cada vez que uno resucita en la vida vuelve a hacerlo de adolescente.
¿Ha visto mucho fantasma en la Carrera de San Jerónimo?
De los fantasmas de verdad, no. De los fantasmas de la vida, en la Carrera de San Jerónimo y en todas partes. El mundo está lleno (de fantasmas vivos). En el Congreso los fantasmas son todos de ex diputados que ya murieron hace muchos años. Entre los vivos, los mordidos por el vampiro del orgullo, por el de la vanidad, por el del autoritarismo están tan claros que no necesito mencionarlos.
¿Están los escaños como el metro?
No, hay una diferencia entre el Congreso y el metro. En el metro se discute sobre el Consejo General del Poder Judicial y en el Congreso, no.
Es que algunos, los suyos no se dejan.
Jajaja.
“He contemplado mucha más crueldad en la política que en el infierno” (dice su narrador). Cuando vaya al infierno le va a parecer Hollywood.
Conociendo como he conocido la política, cuando vaya al infierno voy a tener una vida relajada.
¿Se sigue viendo en el papel de Mafalda? Aborrece la sopa y mantiene, (dijo), “un diálogo permanente con el globo terráqueo”. ¿Bruselas da para tanto?
(En la medida en que Bruselas vive dentro de una burbuja cambias el diálogo con el globo terráqueo…) Decía Antonio Machado que conversaba con el hombre que siempre iba con él. En Bruselas uno conversa con el eurócrata que lleva dentro. En la medida en la que Bruselas está dentro de una burbuja dejas de conversar con el globo terráqueo para conversar con la luna, que es un ejercicio inútil. Y cada día me siento menos Mafalda y más Felipe, y me levanto con la ilusión de que mi madre entre en la habitación y me diga: Un incendio terrible ha destruido el colegio y no vas a tener clase en los próximos cinco meses.
Pues ahora está en un mal sitio para no tener que venir al cole.
Es que la realidad y el deseo en mi vida solo han coincidido un par de veces y, por desgracia, no sé si esas veces estuve a la altura.
¿Ahora mismo en el PP hace de poli bueno o de poli malo? ¿Y con quién (Gobierno?)
De poli viejo [risas] El poli bueno y el poli malo ya se han acabado para mí. Y ahora soy el poli que está en la comisaría, que se las sabe todas y que no sale nunca a patrullar, porque está demasiado gordo y ya no cabe en el coche.
¿Por qué cree que le ha recuperado la nueva dirección del Partido Popular? ¿Por qué es el rey del ¡A por ellos!?
No. Yo estoy en la nueva dirección por Alberto Núñez Feijóo. Tengo una muy buena y antigua relación política y personal con él y a mí me ha devuelto a la política nacional su candidatura. Yo tengo edad para ser ex algo y no soy ex nada. Y Alberto Núñez Feijóo me ha vuelto a convertir en meritorio, casi con 60 años.
¿Qué es, como un becario?
No como un becario, porque soy vicesecretario general, pero sí soy el Antoñete de esta nueva hornada de políticos.
Rajoy no se fiaba mucho de usted. Era mutuo. (Desconfianza mutua) ¿Con Feijóo es amor o solo sexo?
(Jeje) Con Feijóo es una amistad de antes de la política. Hay otros de los que me he hecho amigo en la política. Feijóo tiene mi aprecio desde antes de que corriéramos ninguna aventura política juntos.
“Creo en el romanticismo como instrumento político”. ¿Se pasa el día haciendo odas a su presidente, a Gamarra o a Bendodo?
El romanticismo tiene mala prensa y está mal explicado. Yo no soy un romántico de las rimas, lo soy de las leyendas. Creo en la fuerza de Espronceda para hacer una política mejor. No estoy por versos donjuanescos, sino por pasión. La política o es pasión o es solo ambición, flatulencia verbal.
Califica a los políticos de conspiradores, trepas, vanidosos, oportunistas, aventureros, charlatanes… ¿Cuánto de ese retrato se lo ha devuelto el espejo?
La novela la he escrito mirándome en el espejo. No hay un escritor que termine una línea sin que le haya salido de adentro. Esta novela no es un libro de memorias, ni un ensayo. (En esta novela) no he querido retratar a nadie más que a mí mismo. Ahora, debo advertir que tiene un final feliz, y que los políticos al final son buenos. El malo es el vampiro. Todos los defectos, todas las enfermedades profesionales que conlleva la profesión de político de una manera u otra yo las padezco. Si no, no me atrevería a denunciarlas en los demás.
Una vez me dijo: “Soy de extremo centro”. Eso es como lo de “feminista liberal” de Cuca Gamarra. ¿Usa la paradoja como brindis al sol?
No. Creo en el diálogo como método de acción política. Llevo desde 2014 en Bruselas en un Gobierno de Coalición Partido Popular-Partido Socialista. Y me gustaría traer eso a España. En El escaño de Satanás lo que he querido contar es que los monstruos de la política española no nacen en los extremos, sino en la grieta que se abre en el centro cuando la derecha y la izquierda dejan de dialogar.
¿Sigue con ese toque fallero que le llevó a afirmar: “Yo soy el pirotécnico del PP”?
Ya no soy el pirotécnico. Ahora soy el que acompaña a la fallera mayor al final del pasacalles. Lo diría de una manera valenciana (que no sé si se va a entender fuera de Valencia): Dejé de ser el pirotécnico y ahora me han dado el Bunyol d’or, que es la condecoración que dan a los falleros veteranos.
(Pero sigue siendo malo, (malísimo)
No, ya no. Me han traído por mi veteranía. Yo no soy malo, soy bueno.)
-Le voy a traer del pasado, (de 2010): “No me veo con mucho futuro en la política. Una de mis frases favoritas es que los que desembarcaron en Normandía jamás desfilaron en París. (Yo soy de los de Normandía)”. ¿Es un hombre sin futuro en la política?
Bueno, me he reinventado varias veces. Y ahora mismo estoy en un nuevo proceso de reinvención. Pero de verdad yo no aspiro a tener futuro en la política. Aspiro a poder seguir publicando novelas y a seguir atreviéndome a decir a la gente que no soy un político. Que, en realidad, soy un escritor.
A ver si va a estar perdiendo el tiempo aquí, en Génova, 13.
No, pero uno tiene que cumplir, por un lado, con las cosas en las que cree, uno tiene que comprometerse con su tiempo, y aquí estoy comprometido con Feijóo y, en segundo lugar, esta es una manera muy honrosa de prestar un servicio público, y el tiempo que me queda libre lo utilizo para escribir.) Ojalá pudiera vivir de escribir.
De mayor lo que querría ser es escritor.
Es lo que siempre quise ser y en realidad lo soy. Pero no puedo vivir de lo que escribo, porque seguramente no soy tan bueno y porque no he publicado tanto y porque no me atreví a empezar desde joven.
En cambio, sí puede vivir de la política.
Bueno, en la política creo que presto un servicio a mi país, exactamente igual que lo presta un militar o un médico de urgencias o un conductor de autobús, cada uno en su papel.
Frase de su libro: “Los políticos, como las cantantes de copla, no saben retirarse”.
Los políticos se retiran muy mal. Yo tengo tanto miedo al retiro como cualquiera que haya visto cómo se han retirado otros políticos antes que yo. Es muy difícil salir de la política. Mira los ex presidentes del Gobierno.
No se ve de jarrón chino.
No, no. Ojalá pudiera vivir de esto.
El Soy un truhán, soy un señor, de Julio Iglesias, sería un buen epitafio?
Jeje. No. Prefiero no tener epitafio. Y si lo tengo que tener, que lo pongan los que se acuerden de mí si es que queda alguno. El libro es una caricatura, es un esperpento. El resultado es divertido. El libro da risa, pero a mí me cuesta escribir.
No me diga que le ha torturado el concepto.
No. Me tortura la literatura. Tiene un sentido de aliteración. Yo escribo… Supongo que habrá quien escriba y le salga de natural. Lo mío es oficio, vocación y oficio. Cada párrafo lleva horas. Yo no siento pánico al folio en blanco, pero sí me cuesta encontrar, sí siento dolor a eliminar adjetivos. Como soy valenciano y soy barroco, a todo me parece que le hace falta un adjetivo más. Y el ejercicio más doloroso que hago al escribir es el de tachar adjetivos y desvalencianizar mi prosa.
En el fondo, El escaño de Satanás es una gran falla, una falla llena de ninots, llena de crítica corrosiva , de caricaturas, a la que -no pretendo des velar nada- al final le pego fuego.
Es especialmente cuidadoso con los paralelismos en su partido, aunque dé leña a todos.
Y con todos. En la novela los socialistas son los buenos, con los del Partido Popular, los de Ciudadanos, y en la salvación final hay incluso miembros de Vox y de Podemos.
¿Es la generosidad extrema?
Es la institucionalidad como religión. Es de una institucionalidad casi republicana.
¿O sea que estará aquí mientras dure Feijóo? ¿Luego se irá a escribir?
He empezado a construirme una casa en la España vaciada, en Teruel. Y esta es una apuesta personal por Alberto Núñez Feijóo y después de eso mi sueño sería retirarme a Teruel a escribir.
Pongamos que el Partido Popular gana las próximas elecciones. A ver si va a tener que desfilar por los Campos Elíseos.
Mi compromiso se verá cumplido el día en que Feijóo sea presidente del Gobierno.
Ya. Pero igual usted está llamado a pasar por el Arco de Triunfo (con perdón).
Jajaja. Ese es un buen final de la entrevista.