Cómo armar tu primera huerta

Tanto en la ciudad como en el campo, con mucho o poco espacio, podemos disfrutar del placer de cultivar y cosechar diferentes verduras que enriquecerán nuestra dieta. Las verduras de nuestra huerta son más frescas, más sanas, más nutritivas y baratas. Los beneficios de tener una huerta propia son muchos: aprender sobre los conceptos básicos de los cultivos y la siembra; fomentar el consumo local; reducir el estrés tras el contacto con la naturaleza; generar un aumento de áreas verdes en la ciudad.

Tener una huerta para consumo propio nos da la ventaja de saber precisamente cómo se cultivan las verduras que consumimos. Entonces, para lograr un cultivo sustentable lo ideal sería seguir los principios de la agricultura orgánica: no aplicar sustancias tóxicas para controlar las plagas; no incorporar fertilizantes químicos al suelo ni a las plantas; respetar la estacionalidad de las verduras, y utilizar técnicas de cultivo amigables con el medio ambiente, optimizando los recursos locales.

PASO 1: Ubicación

Diseñar una huerta en la ciudad no es lo mismo que diseñarla en una jardín o “a campo”. Las condiciones suelen ser más limitadas y extremas. Según las características de cada vivienda, en una ciudad podrás cultivar en una balcón, un patio, una terraza o en el alfeizar de una ventana. De acuerdo con el lugar elegido, deberías tener en cuenta: la orientación, el calor, el viento la sobrecarga y la impermeabilizaciones.

En el caso del balcón o ventana la orientación es fija por lo que hay que protegerla del calor, si corresponde; del impacto del viento y ráfagas que se originen en esa ubicación. Tener especial consideración con la sobrecarga y la impermeabilización.

En una terraza la orientación en donde se ubique la huerta es adaptable. Se debe proteger a la plantación de una sobreexposición al sol, ya que cada cultivo necesita ciertas horas de luz para completar la fotosíntesis.

En la terraza la orientación es adaptable; pero aún así hay que protegerla del calor, como también de las posibles ráfagas (Archivo Revista Jardin/)

PASO 2: El cultivo

La elección sobre el tipo de cultivo que quieras sembrar va a estar condicionado por el espacio disponible y el clima. Para que las plantas crezcan saludables necesitan sol, aire y agua. Sin sol las plantas no crecen; el aire aporta dióxido de carbono que es vital en el proceso de fotosíntesis; oxígeno, nitrógeno e hidrógeno también serán imprescindibles. En el agua se disuelven las sustancias nutritivas presentes en el suelo y esto posibilita la absorción de los nutrientes por medio de las raíces.

Las verduras que producen frutos (tomates, berenjenas, zapallitos) necesitan de 5 a 6 horas de sol. En cambio, tres horas de sol directo serán suficientes para las plantas de las cuales se cosechan sólo las hojas, como la lechuga, la rúcula o la espinaca.

La cantidad de metros cuadrados que vas a destinar estará en relación con la cantidad de personas que se alimentarán de la siembra y el hábito de consumo. Por ejemplo, se necesitan huertas más grandes en el caso de los vegetarianos y las familias numerosas.

Aparte de tener en cuenta los distintos hábitos de consumo y la cantidad de comensales, los cultivos se diferencian entre sí por el espacio que ocupan. Las plantas que necesitan más lugar son: la calabacita, el melón, la papa, el zapallo y el pepino. Por el contrario, las que precisan menos espacio son: la albahaca, la cebolla de verdeo, la lechuga, la radicheta, la rúcula.

Una buena planificación requiere que conozcas los ciclos de cultivo de cada planta y el tiempo que mantendrá ocupado el terreno (Archivo Revista Jardin/)

PASO 3: Opciones de huertas

Una vez que se hayas decidido los cultivos, la siguiente opción sería elegir qué tipo de huerta elegir: la huerta en canteros elevados; un grupo de maceteros o una pequeña superficie de tierra. Cualquiera de estas alternativas puede resultar rendidora si hacés una planificación sencilla. El esfuerzo está en relación directa con los metros cuadrados donde vas a trabajar o el número de macetas que vas a armar.

Huertas en canteros elevados

Esta es la opción más rápida para tener una huerta exprés. Implica un costo inicial más alto, pero se compensa con la comodidad para trabajar y la mayor producción en la misma superficie; también posee mejor drenaje; las tareas de mantenimiento se facilitan, ya que no hay que agacharse; se controlan mejor las malezas.

A pesar de ser una opción poco económica, tiene a su favor varias ventajas, como la practicidad (Archivo Revista Jardin/)Determiná el espacio en largo y ancho.Colocá de canto los tablones, ladrillos, adoquines, chapas de zinc o baldosones.Fijalos al suelo de la manera más adecuada, según el material elegido.Eliminá las malezas con la azada y aireá el suelo con la laya o la pala, para mejorar el drenaje.Rellená con una mezcla de buena tierra y compost.Trasplantá y sembrá o colocá los plantines.Aplicá el mulch o cobertura, que puede ser de chips de corteza o paja seca, para evitar el crecimiento de yuyos sobre toda la superficie de tierra.
La tela geotextil colocada en la base del cantero impedirá el crecimiento del césped o de malezas. (Archivo Revista Jardin/)

Cultivar en una maceta

Las plantas de las que cosecharemos sus frutos tienen necesidad de contenedores o macetas de mayor tamaño, ya que poseen raíces más voluminosas. Es muy fácil organizar una huerta en macetas y más fácil aún si las vas armando poco a poco.

Hacé perforaciones en el fondo de la maceta que permitan la salida del exceso de agua (ya sea por riego o por lluvias copiosas).Colocá una capa de 2-3 cm de pometina (o piedras partidas, canto rodado, trozos de ladrillo o de macetas de terracota). La pometina es una roca ultra liviana e ideal para que no se acumule agua.Prepará una mezcla de 50% de compost maduro + 20% de turba o resaca de río + 20% de tierra negra + 10% de perlita agrícola. Si querés producir frutos, como tomates o berenjenas, es conveniente que incorpores un puñado de harina de hueso a una profundidad de 15-20 cm.Llená hasta 1 cm antes del borde. Con el sustrato suelto es el momento ideal para sembrar o para trasplantar los plantines. Una vez terminada la tarea, colocá una cobertura natural (mulch) y regá.
Es muy fácil organizar una huerta en macetas y más fácil aún si la vas armando poco a poco. Trabajar y mantener día a día una huerta es una forma fantástica de romper con (Archivo Revista Jardin/)

En un espacio reducido de tierra

Para una familia tipo, son suficientes 100 m2 y alcanzan 50 m2 para cultivar las hortalizas básicas con las que preparar ensaladas y platos más convencionales.

Una buena planificación requiere que conozcas los ciclos de cultivo de cada planta y el tiempo que mantendrá ocupado el terreno. Este dato será más importante cuánto más limitado sea el espacio. Los tiempos de cultivo desde la siembra hasta la cosecha pueden variar desde los 60 días hasta los 5 o 6 meses. Comenzar cultivando verduras de crecimiento rápido será muy gratificante. Además que te permitirá ir adquiriendo más experiencia al conocer las demandas de riego, de desmalezado o la necesidad de sombreado que tenga tu huerta.

Un espacio chico en un patio puede llegar a ser rendidor (Archivo Revista Jardin/)

PASO 4: La siembra

La siembra es el eje de la organización de las actividades en una huerta. Antes de sembrar hay que preparar el suelo o llenar las macetas y conseguir o hacer tu propio compost. Luego de sembrar, es importante regar y controlar las malezas; tenés que observar si hay plagas o señales de algún tipo de enfermedad; y hacer los trasplantes.

Izquierda: tipo de siembra en línea. Derecha: la tradicional bandeja plástica o plugs, que divide el espacio para facilitar la siembra (Archivo Revista Jardin/)

Tipos de siembra

La siembra directa se hace directamente en el suelo donde la planta va a crecer hasta la cosecha. Así se siembran acelgas, remolachas, porotos, arvejas, choclos, zapallos, habas, rabanitos, nabos, sandías y zanahorias. Según la especie que siembres, puede variar la forma de dispersar las semillas:“En puñados” o “a golpe”: se siembran grupos de 3 a 5 semillas y la distancia de siembra depende de cada especie.“En línea” o “a chorrillo”: se marcan líneas o surcos donde se sembrará. Esta técnica permite mayor orden y control, además de diferenciar fácilmente la especie sembrada de las malezas.“Al voleo”: consiste en esparcir uniformemente las semillas en una determinada superficie para luego cubrirlas con una capa de compost y tierra tamizados.La siembra en almácigo se realiza en bandejas o cajones, en condiciones de protección contra la temperatura exterior. Lechugas, repollos, brócolis, tomates, ajíes y berenjenas se siembran de esta forma.

Se pueden usar como almácigos diferentes contenedores: bandejas o plugs, envases en desuso, hueveras, botellas plásticas cortadas, cartones de leche, etc. Hay sustratos especiales para siembra que se venden en el mercado, o podemos prepararlos nosotros mismos con tierra, perlita, arena gruesa o lo que tengamos más a mano.

Izquierda: podemos reciclar cualquier recipiente para usarlo
como herramientas para la huerta. Derecha: tipo de siembra al voleo

(Archivo Revista Jardin/) 

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