Carlos Cuevas y Miki Esparbé: “’Smiley’ va de amor y de Navidad, dos cosas que gustan a todos”

Carlos Cuevas (Moncada, Barcelona, 1995) interpretar escenas de sexo es algo a lo que ya está habituado, porque las había (y potentes), en ‘Merlí’, ‘Merlí: sapere aude‘ y en la película ‘Donde caben dos’. Aunque agradece que ahora haya un departamento de intimidad para gestionarlas. No obstante, con su amigo Miqui Esparbé (Manresa, 1983), intérprete de ‘El inocente’ y ‘Reyes de la noche’, con el que coincidió en ese filme, todo resulta más fácil. Ahora dan vida a dos gais en ‘Smiley’, la serie que acaba de estrenar Netflix, una comedia romántica con fondo navideño nacida para enamorar.

Los encuentros y desencuentros son habituales en las comedias de enredo, y los que protagonizan Álex (Cuevas) y Bruno (Esparbé) tienen su origen en los prejuicios. Porque el primero nutre sus músculo en el gimnasio, y el otro, su intelecto consumiendo cultura. Aunque el amor no parece tenerlos.

¿Era hora de que se hiciese una comedia romántica navideña aquí? Carlos Cuevas (C. C.): Es un género estupendo, que funciona muy bien y del que en los años 90 hubo muchos referentes. Pero igual faltaba un referente contemporáneo y eso significa incluir al movimiento LGTBI. Mira qué sencillo: con solo cambiar lo de chico y chica por dos chicos como protagonistas, se produce una verdadera revolución. Un giro copernicano donde ahora otros referentes son posibles y seguramente mucha gente agradecerá tenerlos a partir de ahora. ¡Ojalá haya muchísimos más! 

“Con solo cambiar lo de chico y chica por dos chicos ya se produce una verdadera revolución”

No es una serie de amor gay. Es sobre todo una serie de amor.Miki Esparbé (M. E): Uno de los méritos de la serie es la diversidad. Y ‘Smiley’ , por encima de todo, cuenta cosas muy universales. Estamos hablando del amor, del desamor, de la amistad, de la ambición, de la proyección. Son elementos que quien más o quien menos está acostumbrado a encontrarse en la vida. Y jugamos con las herramientas que nos permite el género de comedia romántica: con todos los clichés que hemos conocido en otras, pero protagonizada por dos hombres. Es un giro necesario. Y que haya más.Entre gais también hay prejuicios. Uno es el cultureta y el otro…C. C.: … el culturista (ríe).Y la historia va, precisamente, de cómo les cuesta superarlos.C. C: Pero no es tan diferente a otras. Romeo y Julieta también se prejuzgan por formar parte de familias antagónicas. Es uno de los mecanismos para que funcione tan bien esta comedia de enredos. Si todo fuera muy rodado, duraría la mitad y no habría tantos conflictos. También forma parte del engranaje este de la comedia romántica que tengas todo el rato que saltar puentes. La comedia romántica fomenta estos infinitos desencuentros entre ellos.M. E.: Partimos de estos dos clichés de arranque. Pero la serie lo que permite es ver en sus ocho capítulos todo el recorrido de estos dos personajes. Bruno y Álex no se quedan solo en esa etiqueta de Álex Dos Gimnasios (así lo tiene en su teléfono Bruno) y Bruno Pedante (como lo tiene Álex), sino que, este es el mérito de la historia y una herramienta más del género, los dos tienen miedo a mostrarse como son, como sienten. Por el miedo a exponerse, a fracasar, a perder, a que les hagan daño… Hay mucho dolor escondido tras estas capitas que hacen que sean muy fácilmente empatizables tanto el uno como el otro y te vayas posicionando. Es fácil comprenderles a los dos y eso tiene mucho mérito. 

“Es muy necesario que una serie que llega a 190 países tenga una trama en catalán”

A diferencia de la obra de teatro, que eran solo dos personajes hay otras tramas: parejas de lesbianas, de heterosexuales, de mayores… Eso permite que muchos se sientan identificados.C. C.: La serie le puede gustar a gente joven, a familias, a gente mayor… Gente del colectivo y de fuera del colectivo. Smiley es muy transversal, porque va de amor y de Navidad, dos cosas que nos gustan a todos y todos vivimos con ilusión.Las escenas de sexo son potentes. Carlos las ha tenido en ‘Merlí’, ‘Merlí: sapere aude’ y en la película ‘Donde caben dos’. Ahí coincidían.M. E.: Es en la única en la que coincidimos y tuvimos escenas de sexo.¿Es básica la química para ello?M. E.: La química ayuda. Cómodo cómodo no está nunca nadie cuando rueda una escena de sexo. Es incómodo para el director o directora, es incómodo para el equipo artístico. Pero, obviamente, se tiene que contar y forma parte de la historia. La cuestión es cuál es la mejor manera de contarlo y la forma más práctica de llegar al resultado que se ha acordado y se ha pactado. Y ahí es muy importante destacar la labor del departamento de intimidad, que cada vez incluyen más plataformas. Un intermediario necesario entre el equipo de dirección y el artístico. Lo que se pacta es lo que acaba siendo. En nuestro caso, al ser amigos previamente hay mucho camino en esa confianza y complicidad ya hecho. Pero he agradecido su labor.

“Yo he tenido experiencias bastante desagradables rodando escenas de sexo”

Carlos, ¿cuando usted empezó ya existía ese departamento o las tuvo que hacer a las bravas?C. C.: A las bravas. Este es el primer proyecto en que encuentro esta figura, porque es muy reciente en España. La lideran Lucía y Tábata, las primeras en emprenderla. Yo he tenido experiencias bastante desagradables rodando escenas de sexo. Porque se hacen con prisa las cosas, porque nadie ha pensado en ello, porque se cambia de opinión en el último momento…. Y si dices: “¿No hay albornoz?”, responden “No lo habíamos pensado!” Son cosas que te das cuenta con la experiencia, pero con ellas no hay ni un mínimo margen a la improvisación. Y en una escena donde te sientes vulnerable, lo agradeces mucho. No solo tú, todo el equipo. Porque una vez les dije: “A mí no me importa que se me vea desnudo, lo que no quiero es que salga en la pantalla”. Y me dijeron que igual había gente del equipo a la que le incomoda o violenta. Por sus religiones, por algún trauma, porque no le apetece… Así proteges al equipo. Es como un blindaje.Como en ‘Intimidad’ con el euskera, aparece el bilingüismo con tramas en catalán de forma natural.M. E.: Es muy necesario que una serie como ‘Smiley’, que llega a más de 190 países, tenga un trama en catalán. Me parece raro, curioso, que no haya salido en una ficción con tanto alcance. Es una muestra de que toca hacerlo y de que, además, ojalá con el tiempo haya más proyectos que lo muestren. Porque es una realidad en la ciudad de Barcelona para cualquiera que viva ahí.Guillem Clua dice estar abierto a otra temporada, porque aún hay historias que contar. ¿Y ustedes?C. C.: ¡Rotundamente sí!

 

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