Los jugadores de la selección española han disfrutado este sábado de una jornada de descanso. Un día para desconectar que han encarado con buena cara después del mazazo sufrido con la derrota ante Japón. La principal razón del cambio de humor estuvo en la intervención de Luis Enrique, quien levantó al equipo con su charla antes de conceder el día libre.
Lucho acabó el partido ante los nipones molesto por la derrota y los jugadores también estaban afectados por el revés. Eso sí, al día siguiente el seleccionador sabía que debía trabajar el aspecto emocional de los futbolistas. La ayuda del psicólogo, Joaquín Valdés, es clave para ayudar a lanzar el mensaje, pero la forma de transmitirlo de Luis Enrique es trascendental.
El seleccionador reunió a los jugadores en la caseta y fue muy contundente. Les dijo que habían fallado ante Japón, pero que continuaba convencido de que tienen el nivel para competir ante las mejores selecciones. Un accidente que se puede corregir y les insistió en que se levantaran para derrotar a Marruecos en los octavos de final.
Lucho habló con energía y una intensidad que dejó a los futbolistas alucinados. Todos salieron de la charla seguros de que siguen siendo un gran equipo y no deben arrugarse ante nadie. Que tienen capacidad para luchar con cualquiera.
El ejército de Lucho
Los soldados del seleccionador dejaron atrás el bache y el viernes ya se entrenaron con las mismas ganas de siempre. El tiempo para los lamentos se había acabado la noche del jueves tras jugar ante Japón y Luis Enrique les contagió su mentalidad ganadora.
A nivel futbolístico y tácticos, el equipo tiene asumido lo que debe hacer mejor. No dejarse encerrar, dominar en campo contrario, tener la pelota y ser valiente. Ahora requerían de una inyección de adrenalina que Luis Enrique les proporcionó con sus palabras.
“Gestiono mejor los malos momentos que los buenos, soy así de gilipollas”, expuso públicamente tras la goleada frente a Costa Rica. Y con los hechos lo ha demostrado. Sus jugadores volverán este domingo a entrenar con la mente limpia y con la ilusión de siempre. Todo ello gracias a un míster con un discurso que va más allá de lo futbolístico.