El fin, entre lágrimas y reproches, de una generación de oro en Uruguay

Uruguay se va para casa a las primeras de cambio. No tenía un grupo excesivamente complicado para pasar a los octavos de final. De hecho, solo Portugal podía hacerle sombra. Pero sobre el papel, y se ha vuelto a demostrar en este Mundial, no se ganan los partidos.

Hay que salir al verde, competir de tú a tú y ser mejores que tu rival. Proponer más. Hacer más. Y lo cierto es que Uruguay ha distado mucho de ser la selección que se presumía por jugadores e historia. Corea del Sur, con muchas más limitaciones en cuanto a calidad individual, ha terminado haciéndose con el preciado botín de los octavos de final del Mundial, y ha dejado a la selección charrúa con la cara desencajada. Las lágrimas de Suárez fueron las lágrimas de Uruguay.

Una victoria ante Ghana en la última jornada que no sirvió para absolutamente nada. Porque Uruguay llevaba demasiados minutos en este Mundial jugando con fuego. Hasta que se quemó. De la manera más cruel. En los últimos instantes, ganando y sabiendo que solo un gol más te metía en octavos.

Suárez y Giménez, durísimos con la FIFA

Por eso los jugadores, con Suárez y Giménez a la cabeza, atacaron y de qué manera al estamento arbitral y a la FIFA, considerando que habían sido gravemente perjudicados por la decisión de los árbitros (el penalti a favor de Portugal fue polémico y el que no le pitaron a Darwin ante Ghana, también) y que por ello estaban fuera.

Pero lo cierto es que Uruguay había llegado demasiado tarde a este Mundial. Espabiló en su último partido, se fue al ataque desde el minuto 1, pero ya no dependía al 100% de sí misma para pasar, así que el fútbol le ofreció una cruz que ahora toca digerir.

En la prensa uruguaya se ha hablado y mucho de cómo se ha visto de perjudicada la selección por los árbitros, pero también ha destacado una feroz crítica tanto a los jugadores como al seleccionador Diego Alonso. Uruguay no podía caer eliminada por mucho que los árbitros no hubieran ayudado.

Sin ambición en el inicio

Polémicas aparte, Uruguay no ha ofrecido precisamente su mejor fútbol en Qatar. Ni parecido a lo que había sido en las eliminatorias previas. Ante Corea del Sur, una selección menor, decidió no ser protagonista y ceder el balón al rival. El resultado fue un empate que dolió.

Luego, frente a Portugal, más de lo mismo. Diego Alonso potenció el eje defensivo con defensa de tres y al final tuvo que recurrir al 4-4-2 con dos extremos y dos puntas para tratar de rascar un punto que no llegó. Escasísima producción ofensiva. Y ante Ghana sí se dio un paso al frente, Diego Alonso sí puso a los ‘jugones’, pero ya iba muy condicionado.

Así, lo que se preguntan en Uruguay es por qué el seleccionador no quiso ser más protagonista antes, en los primeros partidos. Por qué no se le dio más bola a los De Arrascaeta, Pellistri y compañía. Se le critica la falta de intervención, la poca trascendencia de sus cambios y, sobre todo, la poca ambición para ir a por los encuentros.

Criticado el entrenador, la prensa tampoco se ha olvidado de los jugadores. Algunos como Fede Valverde, que venían haciendo un temporadón, han desaparecido en combate. Poco de Darwin y de Bentancur también, otros dos que debían dar un paso al frente para liderar la nueva Uruguay.

El adiós a la vieja guardia

Al final, ninguno ha estado a su mejor nivel. Tampoco la vieja guardia. Si algo supondrá esta eliminación prematura de la selección uruguaya es que, casi con total seguridad, ya no vamos a volver a ver a los Luis Suárez, Cavani, Muslera, Godín y compañía enfundarse la elástica celeste. Por eso lloraba desconsolado el exdelantero del Barça. Una despedida realmente amarga. Tocan cambios y regeneración de forma urgente.

Ayer ante Ghana se firmó con victoria intrascendente el fin de una generación de oro que ha traído muchas alegrías al fútbol uruguayo. Este Mundial debía servir para que esta vieja guardia diera con firmeza el testigo definitivo a los que vienen por detrás, pero lo cierto es que las expectativas se han quedado en nada. Ahora toca reflotar. Sin los veteranos.

 

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